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04ene06
El 'lobbista' republicano Abramoff prende la mecha de un gran escándalo en EE.UU.
El año comienza bajo el signo del escándalo en Estados Unidos. El affaire político-financiero en ciernes empieza ya a ser bautizado como el Enron de los Lobbies o el Enron del Potomac -en referencia a la quiebra delictiva de aquella empresa energética- y sus consecuencias podrían ser potencialmente muy graves, sobre todo para el Partido Republicano. La mecha para que el nuevo caso estalle de forma definitiva la encendió ayer su máximo protagonista, Jack Abramoff, multimillonario arruinado y que manejó uno de los lobbies más poderosos en Washington, el cual se declaró culpable de los delitos de conspiración, fraude y evasión de impuestos.
Muchos congresistas y sus ayudantes tienen motivos para estar muy nerviosos. El temor es que Abramoff, para obtener un trato más suave y eludir largos años de cárcel, tire de la manta e implique a aquellos que, en el Capitolio y en puestos claves en la Administración, recibieron durante años sus favores a cambio de aprobar o bloquear leyes según los intereses de los clientes representados por el lobbista procesado. Podría emerger la idea de que la cultura de la corrupción está instalada en el Congreso y en el Gobierno. Como contrapartida a su admisión de culpabilidad, la pena de hasta 30 años de cárcel a la que podría ser condenado se reducirá hasta un máximo de 11 años. El procesado se ha comprometido también a devolver al menos 25 millones de dólares.
Contrito, Jack Abramoff se dirigió ayer así al juez que le prestó declaración: "Las palabras nunca expresarán mi pena y mi profundo lamento por todas las acciones y errores. Espero que sea merecedor del perdón del Todopoderoso y de todos a quienes hice injusticias o causé daño".
En la lista de damnificados por el escándalo Abramoff figura el hasta hace unos meses líder republicano en la Cámara de Representantes, el texano ultraconservador Tom De-Lay, un baluarte del presidente George W. Bush en el Capitolio, que ya está procesado por otro presunto delito en Texas. Tom DeLay aceptó viajes a cuerpo de rey pagados por Jack Abramoff y generosas contribuciones a sus campañas políticas.
La mujer del congresista cobró durante tres años un sueldo de una empresa del lobbista. Hasta una veintena de legisladores tuvieron relaciones turbias con Jack Abramoff, hasta el punto de que uno de ellos ha dicho que preferiría que el intermediario nunca hubiera nacido. La mayoría de los que se sienten amenazados son republicanos, pero también los hay demócratas. Durante las últimas semanas los legisladores implicados han devuelto más de 200.000 dólares de donativos recibidos de Jack Abramoff o de sus clientes.
Jack Abramoff, de 47 años, es sospechoso de haber estafado decenas de millones de dólares a tribus indias propietarias de casinos que le pagaron el dinero para que intercediera en el Congreso en en decisiones favorables a sus negocios. También está procesado por otra presunta estafa en Florida a raíz de la compra de una flota de casinos flotantes.
Personaje novelesco, Abramoff es hijo de una familia acaudalada y vivió de joven en Beverly Hills. Convertido al judaísmo ortodoxo, muy devoto y mecenas religioso, en su época universitaria, durante la era Reagan, tuvo un alto cargo en la organización nacional republicana de estudiantes, a la que trató de dar un giro muy derechista. Más tarde hizo sus pinitos en el mundo del cine. Produjo y fue guionista de una película furibundamente anticomunista, Escorpión rojo (1989), y de una secuela posterior. Ocupado en múltiples actividades y negocios, tuvo relación con Oliver North, el militar implicado en el escándalo Iran-Contras, y organizó un polémico encuentro de líderes guerrilleros anticomunistas en Angola. Como lobbista disfrutó de acceso a las más altas esferas y se pavoneaba de lograr cualquier objetivo en Washington.
El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, fue preguntado ayer por el escándalo. No pudo precisar si el presidente Bush conoció personalmente a Jack Abramoff en alguna ocasión. McClellan se limitó a decir que el lobbista ha admitido conductas "inaceptables y reprobables". "Si las leyes se violaron, se le deben pasar cuentas por ello", añadió. El caso Abramoff complicará la campaña republicana en las legislativas del próximo noviembre, en la que los demócratas quieren aprovechar el desgaste de George W. Bush para intentar reconquistar la mayoría en las dos cámaras, un empeño difícil por la falta de coherencia en el mensaje de la oposición.
[Fuente: Por Eusebio Val desde Washington, La Vanguardia, Barcelona, 04ene06]
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