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07abr07


Las mentiras del 'Mono' Abello


"¡ Salga de aquí! ¡Usted me quitó todo lo que tenía! Señora ¿usted viene a decir la verdad o a decir mentiras?". Los gritos de José Rafael Abello Silva se escucharon en un pequeño salón especial de la cárcel de Lousiana, cuando un juez local estaba a punto de concederle la libertad al cuarto narcotraficante más poderoso del país en los años 80.

En el mundo de la mafia era conocido como el 'Mono' Abello. Y a quien le gritaba era nada más ni nada menos que a Sara Magnolia Salazar, la actual jefe de la Unidad de Lavado de Activos de la Fiscalía. La misma mujer que tres años atrás le confiscó 121 propiedades en Santa Marta avaluadas en 10.000 millones de pesos, cuando se desempeñaba como juez del Juzgado Quinto Especializado de Extinción de Dominio, en Bogotá.

Hace 15 días, Salazar compareció a la audiencia como testigo, por solicitud de las mismas autoridades judiciales norteamericanas, antes de que el juez decidiera la suerte del capo. Las normas penitenciarias contemplaban que el 'Mono' Abello ya había pagado la tercera parte de su pena, había demostrado buena conducta y la pesadilla estaba a punto de terminar. Podía regresar a Santa Marta, su tierra natal. Volvería a ver en libertad a su familia y a sus tres hijas que dejó en plena adolescencia cuando fue extraditado, en 1989. Un año después fue condenado a 30 años de prisión por narcotráfico y se le impuso una sanción pecuniaria de 2,5 millones de dólares.

Después de 18 años de estar tras las rejas, el juez estaba dispuesto a dejarlo libre, a pesar de que el capo sostenía que no tenía ni cinco centavos para pagar la multa. Y ahí fue su error. Abello creía que podía burlar a la justicia norteamericana, que semanas antes de la audiencia le había pasado un formulario con varias preguntas, entre ellas si poseía dinero y si tenía familia. Todas sus respuestas fueron negativas. Luego en la audiencia, el juez le volvió a leer el cuestionario y bajo juramento, por medio de una intérprete, el 'Mono' Abello reiteró lo que había contestado en el documento oficial.

Con lo que no contaba el ex jefe del cartel de la Costa era con que detrás de un vidrio oscuro, en un pequeño salón, estaba escuchándolo la mujer que más conocía su fortuna. Después de media hora, el juez se limitó a decir: "Que pase la testigo". Tan pronto el 'Mono' Abello se percató de quién se trataba, su rostro se descompuso y se limitó a mirar fijamente a la jefe de la Unidad de Lavado de Activos.

Nada podía hacer. Salazar había llegado de Colombia con un cerro de documentos que demostraban por qué los bienes del capo y su núcleo familiar habían sido expropiados y ya estaban en manos del Estado colombiano. De repente, en medio de la exposición de la fiscal, el capo montó en cólera y, descontrolado, le gritó: "¡No crea que me quitó todo! ¡ Yo tengo una cuenta de ahorros con más de 7.000 dólares en Aruba!". Y hasta ahí llegó. El juez suspendió la audiencia y ordenó que el caso pasara a resolverlo un juez federal. La fiscal se devolvió a Colombia con las pruebas que tenía en contra del hombre que se hizo famoso en Santa Marta por su poder y su inmensa fortuna gracias al negocio de la cocaína.

Hace 25 años, cuando el 'Mono' Abello se percató de que las autoridades colombianas lo tenían en la mira, se ingenió una forma muy peculiar para ocultar su riqueza. Convenció a Carmen Elisa Pertuz Pertuz, una mujer que no sabía ni leer ni escribir y que era la empleada del servicio de su familia, para traspasarle todas sus propiedades. Después, la obligó a que se casara con su padre, José Rafael Abello Fernández, aprovechando que era viudo. Para asegurarse de que la mujer no lo fuera a tumbar, le enseñó a firmar y le exigió que hiciera un testamento en el que le dejaba toda su riqueza a sus hijas, es decir, a sus nietas políticas. De la noche a la mañana la hicieron pasar como una próspera ganadera samaria, dueña de todas sus propiedades y con participación accionaria en algunas sociedades.

Dentro de la investigación, varios testigos fueron llamados por la Fiscalía para que confirmaran este hecho. Entre las versiones figura la del ex director del DAS Jorge Noguera Cotes. Bajo la gravedad de juramento, Noguera dijo que no conocía a la señora Pertuz, para posteriormente recordar que había servido de testigo en un testamento abierto suscrito por la mencionada mujer por petición de Ana Elisa Vives, esposa de Abello Silva, de quien es amigo desde hace muchos años.

Eran otras épocas cuando el 'Mono' Abello se las ingeniaba para engañar a las autoridades. Hoy está de nuevo en su celda de dos por tres metros y en donde todo parece indicar que tendrá que permanecer los 12 años que le quedan de su condena en la cárcel de Luisiana conocida como el corredor de la muerte.

[Fuente: Semana, Bogotá, 07abr07]

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