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26ago07
Un crimen (casi) perfecto
El video ha permanecido inédito por 22 años. Sólo esta semana el país sabrá que un magistrado, supuestamente muerto en el asalto al Palacio de Justicia, en realidad salió vivo de la toma. La imagen lo muestra saliendo por la puerta cojeando, con saco y sin camisa. Nadie puede explicar por qué, menos de 24 horas después, su cadáver fue encontrado entre las ruinas de la edificación.
La pesadilla de su familia ha durado más de dos décadas. Carlos Horacio Urán se fue a trabajar, como todos los días, la mañana de ese 6 de noviembre de 1985. Era un jurista respetado y tenía un gran futuro. Sus escritos sobre derecho e historia empezaban a ser textos de consulta. Los magistrados titulares reconocían su precoz sabiduría.
Por eso pocos se sorprendieron cuando se convirtió en magistrado auxiliar del Consejo de Estado. Algunas de las sentencias en las que participó siguen vigentes y marcan la doctrina jurídica colombiana. Iba a llegar muy lejos, pero la muerte se atravesó en todas las previsiones.
Ese miércoles, guerrilleros del M-19 protagonizaron la criminal toma del Palacio de Justicia. El lugar de trabajo del joven magistrado se convirtió, en el curso de unas horas, en un infierno de balas, granadas y llamas, por la acción terrorista y la reacción desmesurada de las fuerzas del Estado.
El viernes siguiente, 8 de noviembre, Ana María, su esposa, recibió el cuerpo de Carlos Horacio. Los sueños de los dos terminaron abruptamente. Tenía varias heridas. Según el informe forense "murió por proyectil de 9 mm. disparado contra su cabeza a contacto". Es
decir lo mataron con un tiro de pistola en la sien. No era una bala de fusil o ametralladora, como correspondía a las características de la sangrienta toma. Fue un tiro de gracia, hecho a quemarropa.
Las sorpresas no terminaron ahí. En el allanamiento efectuado por la Fiscalía a las bóvedas del B-2, hace unos meses, apareció una lista titulada ’Guerrilleros del M-19, dados de baja en combate’. Entre los ’dados de baja’ aparecen los magistrados Manuel Gaona Cruz y Carlos Horacio Urán.
En el macabro depósito también hallaron la billetera del magistrado Urán. Ahí estaban su cédula, su libreta militar, la licencia de conducción, un recibo de un apartado aéreo, las fotos de su familia; y unas estampas de la Virgen.
Todo habría podido quedarse en una serie de indicios, importantes pero no necesariamente concluyentes, si no fuera por el video.
La grabación comprueba que a las 2 de la tarde y 17 minutos del 7 de noviembre de 1985, Urán salió vivo del Palacio de Justicia. En la Plaza de Bolívar unos socorristas lo recibieron en una camilla. Lo siguiente que se supo de él -oficialmente- es que su cuerpo, inerte y desnudo, fue entregado en el Instituto de Medicina Legal.
Todo indica que el magistrado Urán fue asesinado después de haber salido del Palacio de Justicia. Su cadáver fue llevado de vuelta a la edificación para ocultar el crimen y confundir a los investigadores.
A la hora en la que Urán salió del Palacio, el teniente coronel Alfonso Plazas Vega, comandante de la Escuela de Caballería, no estaba a cargo de las labores de rescate.
Por orden del general Arias Cabrales, el rescate lo dirigían otros oficiales a los que nadie les ha preguntado por estos hechos: el teniente coronel Rafael Hernández López y el mayor Carlos Fracica, respectivamente comandante y segundo comandante de la Escuela de Artillería. Las labores de inteligencia las coordinaba el teniente coronel Iván Ramírez Quintero, del Comando de Inteligencia y Contrainteligencia (Coici).
Todos ellos, a diferencia del emblemático Plazas Vega, alcanzaron el generalato y disfrutan de su libertad.
Como si fuera poco, ’Don Iván’ -como es conocido el general Iván Ramírez- trabaja desde hace tiempo con el DAS. Cuando recientemente un funcionario americano expresó la inconformidad de su gobierno por la permanencia de Ramírez en la central de inteligencia colombiana, le cancelaron el contrato de servicios y ahora le pagan con cargo a los gastos reservados.
[Fuente: Por Daniel Coronel, Semana, 26ago07]
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