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10abr18


La operación encubierta que llevó a la captura de "Jesús Santrich"


El camino hacia la Cámara de Representantes de Seuxis Hernández Solarte, más conocido por su sobrenombre de guerra, Jesús Santrich, sufrió el más grande desvío con su captura. El presidente Juan Manuel Santos y el fiscal Néstor Humberto Martínez confirmaron en una alocución televisada desde la Casa de Nariño –lo que deja ver la dimensión de este arresto–, que Santrich es pedido en extradición por los Estados Unidos por cargos de narcotráfico y fue detenido con una circular roja de la Interpol en su contra. En ella se encuentran detalles del indictment (acusación formal) contra Santrich, los cuales empiezan por un punto esencial: la DEA organizó una operación encubierta para atrapar al exjefe guerrillero.

Hacia junio de 2017, un grupo de personas empezó a reunirse con los otros tres hombres que fueron detenidos por la misma solicitud de extradición que llegó contra Santrich. Se trataba de Marlon Marín, Armando Gómez, alias el Doctor, y Fabio Simón Younes Arboleda, fundador de una firma pequeña de abogados. Marín es, al parecer, familiar de Iván Márquez, quien luego de enterarse de que Santrich había sido capturado dijo que "es el peor momento que puede estar atravesando este proceso de paz. El Gobierno tiene que actuar e impedir que estos montajes jurídicos desemboquen en hechos como este, que generan una gran desconfianza en todos los guerrilleros".

El 1º de noviembre de ese año, uno de los tres hombres les entregó a los compradores una muestra de la cocaína que vendían: eran cinco kilogramos. Hasta ahí, no había aparecido Santrich en el panorama. Pero al siguiente día, dice la justicia de Estados Unidos, el exjefe guerrillero patrocinó otro encuentro con los compradores en su propia casa, ubicada en un barrio en el occidente de Bogotá y que este lunes fue allanada por agentes del CTI en busca de elementos electrónicos con capacidad de almacenamiento (como USB), libros, libretas, apuntes escritos que indicaran tráfico de drogas o movimientos de dinero, e incluso estupefacientes.

"Durante el encuentro, Hernández Solarte reconoció que ellos eran proveedores de cocaína e instruyó a su cómplice para coordinar una transacción grande de cocaína". El 8 de febrero de este año habría tenido lugar una reunión similar en el mismo lugar, la casa de Santrich. En ese momento, dice la justicia estadounidense, el exjefe guerrillero, quien ya tenía asegurado un escaño en el Congreso producto del Acuerdo de Paz, supuestamente pactó la venta de 10 toneladas de cocaína: siete toneladas en un plazo de un mes y las tres restantes al siguiente mes. Los compradores les dijeron que les pagarían US$15 millones a través de otro cómplice situado en Miami.

"Estas toneladas, en el mercado de Nueva York, equivalen a un valor de US$320 millones", señaló el fiscal Néstor Humberto Martínez. Según la acusación de Estados Unidos, Santrich y su gente incluso habrían asegurado que tenían acceso a aeronaves registradas en ese país para transportar la droga. Pero Santrich insistió, desde su sitio de reclusión, en su inocencia, se declaró en huelga de hambre y envió un mensaje a la militancia de las Farc que está concentrada en las zonas que dispuso el Acuerdo de Paz: que se cuiden, les dijo, porque "la persecución hasta ahora comienza".

Todo esto habría ocurrido al menos seis meses después de la firma del Acuerdo, por lo que, se supone, no cabe entre los beneficios de la JEP. Pero el asesor jurídico de las Farc, Enrique Santiago, sostiene que este es un caso de la justicia transicional. Por ahora, el manejo de todo este asunto se ha hecho por vía de la justicia ordinaria, y el presidente Juan Manuel Santos dijo que estaba listo para extraditar a Santrich si la Corte Suprema también daba su visto bueno. A la Corte tendrá que llegar pronto la solicitud formal de extradición de Santrich y los otros tres hombres. Se viene entonces la toma de una compleja decisión para los nueve magistrados de la Sala Penal y una prueba de fuego para todo el Acuerdo de Paz.

"Santrich" y su historia

Antes de que comenzara la fase pública de los diálogos de paz en La Habana, poco se sabía de Seuxis Hernández Solarte. En 2012, cuando el mundo entero conoció quiénes eran los delegados de paz de las Farc y el Gobierno colombiano, apareció, con una kufiyya o pañuelo palestino alrededor del cuello, gafas oscuras y un bastón para ciegos. La exguerrilla lo presentó como un miembro negociador que respondía al alias de Jesús Santrich: se trataba de uno de los ideólogos más importantes de las filas guerrilleras y la razón de sus anteojos era una ceguera casi total por un problema genético que empezó a manifestarse cuando tenía 14 años.

Por la misma época en la que empezó a perder la vista, en 1981, era usual que escuchara a sus padres hablar de la situación política de Colombia. Y de la desigualdad. Ambos eran profesores universitarios, expertos en filosofía, y a su lado, Santrich recorrió gran parte de la costa Caribe, su región natal. Nació en Sucre en 1967 y consiguió su título de bachiller en Sincelejo. Animado por sus padres a seguir el estudio, se vinculó a la Universidad del Atlántico, en donde adelantó cursos de derecho y ciencias sociales. Años más tarde se graduó de licenciatura en educación con especialidad en ciencias sociales e hizo un posgrado en historia. Antes de graduarse, Santrich ya militaba en las filas de organizaciones estudiantiles de tinte comunista.

Fue así como conoció el trabajo de la Unión Patriótica y desde allí, a los 21 años, saltó a las filas de la guerrilla, más exactamente del frente 19, o frente Caribe. Según relató a un medio de comunicación alternativo de Argentina, fue así como conoció a Iván Márquez, quien luego llegaría a ser el jefe de la delegación de paz de las Farc. Santrich consolidó un modelo de comunicación que utilizó la antigua guerrilla a través de una red clandestina de emisoras, la Cadena Radial Bolivariana. Además de ser considerado la mano derecha de Márquez, habría sido el responsable de mantener la relación entre las Farc y Hugo Chávez.

"Yo decidí vincularme a las Farc porque creí que era el pensamiento más coherente, más consecuente. La afinidad entre el Partido Comunista y las Farc, la afinidad ideológica, también me condujo a unirme a sus filas", explicó el exguerrillero capturado en una entrevista. Resaltó su pasión por la poesía y el saxofón y confesó ser uno de los excombatientes que más han escrito sobre las actividades y posiciones políticas de las Farc, con un especial énfasis en la tenencia de tierras. Una vez sin armas, Santrich siguió publicando con frecuencia sus posturas y críticas a los detractores del proceso de paz a través de su cuenta de Twitter.

[Fuente: El Espectador, Bogotá, 10abr18]

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