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20ago09
Diplomático de EE.UU. explica en México las diferencias del Plan Colombia con la Iniciativa de Mérida
(Explica cómo se diferencia del Plan Colombia) (2056)
John Feely, encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos en México, pronunció un discurso en el Tecnológico de Monterrey en el que dijo, entre otras cosas que "la capacitación, el desarrollo profesional y el intercambio de información y de experiencias profesionales destacan entre los más importantes elementos de la Iniciativa Mérida. No son necesariamente cosas "visibles." Pero en el largo plazo tendrán resultados crucialmente importantes en contrarrestar los efectos de la actividad criminal internacional".
A continuación el texto del discurso de John Feely tal como fue publicado en la página web de la Embajada de EE.UU. en México:
(comienza el texto)
Texto anticipado de las palabras del encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos, John Feeley, en el Diálogo "La Iniciativa Mérida y más allá; sus divergencias con el Plan Colombia"
Tecnológico de Monterrey
Campus Estado de México
20 de agosto de 2009Cualquier diálogo sobre las drogas debe comenzar con el reconocimiento de una simple realidad: el narcotráfico y el crimen organizado son un negocio. Los traficantes responden a la demanda de sus productos en el mercado. Y ese producto puede ser drogas ilícitas, armas, o seres humanos. Pero la raíz innegable de cualquier operación de tráfico ilegal es la demanda.
En ese aspecto, tanto el Plan Colombia como la Iniciativa Mérida tuvieron en su génesis un común denominador impresionantemente sencillo: la demanda de drogas ilegales en los Estados Unidos es la que sostiene a los cárteles, ya sea que basen sus operaciones en Medellín, Cali, Michoacán o Juárez.
Estados Unidos han reiterado públicamente el reconocimiento de su responsabilidad en esta problemática. Como el Presidente Obama dijo durante su primera visita oficial a México en abril pasado:
"La demanda de estas drogas en los Estados Unidos es lo que ayuda a que estos cárteles funcionen. Esta guerra se está librando con armas compradas no aquí, sino en mi país, y más del 90 por ciento de esas armas recuperadas en México provienen de los Estados Unidos. De modo que nosotros también tenemos responsabilidades y tenemos que hacer lo nuestro: tenemos que atacar el uso de la droga en nuestras ciudades, eliminar el movimiento de armas hacia el Sur, así como el movimiento de dinero ilícito, y estamos dedicados a trabajar asociados con México para asegurarnos que ataquemos este flagelo de ambos lados de la frontera."
Utilizando esta declaración de mi presidente como punto de partida, los Estados Unidos se involucraron con sus socios democráticos en Colombia y México en un espíritu de corresponsabilidad. En ambos casos, líderes visionarios vieron y comprendieron el daño paralizante cometido contra sus sociedades por la violencia extrema y la degradación social que conlleva el tráfico de drogas. También reconocieron claramente amenazas similares a su seguridad nacional y al entramado social por parte del crimen organizado internacional motivado en gran medida por las obscenas ganancias del narcotráfico.
Así que mi primer punto es que nuestra comprensión de la corresponsabilidad de los Estados Unidos ha sido la base filosófica del apoyo tanto al Plan Colombia como a la Iniciativa Mérida en las últimas dos administraciones presidenciales estadounidenses. Y tanto el Plan Colombia como la Iniciativa Mérida son esfuerzos serios y sostenidos de nuestra parte para ayudar a remediar el problema.
Sin embargo, hay diferencias fundamentales entre los entornos nacionales que han definido al Plan Colombia y a la Iniciativa Mérida. Para comenzar con lo obvio, México y Colombia son países muy diferentes, con distintas fortalezas institucionales, muy distintas historias nacionales y diferente historia en su relación con su vecino del norte.
En el año 2000, cuando el Presidente Pastrana anunció el inicio del Plan Colombia, gran parte de ese país ya no estaba bajo el control soberano del Estado colombiano. Las FARC, que habían comenzado décadas atrás como una secuela de las guerras de liberales contra conservadores y el "Bogotazo" de 1948, se convirtieron en una insurgencia política inspirada en el marxismo que buscó suplantar el control del gobierno por la fuerza de las armas. Tras la caída del muro de Berlín en 1989 y la pérdida de fondos de la Unión Soviética y la Habana para exportar la revolución en las Américas, para el 2000 las FARC habían perdido su agenda y programa político, así como el apoyo popular que pudieron llegar a tener. Sin embargo controlaban físicamente una gran porción del país a través de la violencia, el miedo y la intimidación. Y como el gobierno colombiano sistemáticamente debilitó a los cárteles criminales en Medellín y Cali, las FARC rápidamente llenaron el vacío, remplazando a los cárteles en el control de la producción, y en el cobro de tributos al campesinado y a los traficantes que supervisaban el cultivo de la coca en Colombia.
En el caso de México, no ha habido una insurgencia seria con motivaciones políticas que busque el control del Estado a través de la violencia. Tampoco ha habido vínculos significativos entre pequeños y débiles grupos guerrilleros que pudieran existir y los cárteles del crimen organizado que controlan la distribución y el reenvío de la droga.
Hay otro hecho que es tan elemental para cualquier comparación entre el Plan Colombia y la Iniciativa Mérida que con frecuencia se pasa por alto: la geografía y la existencia de una frontera terrestre de 3.000 kilómetros entre México y los Estados Unidos.
El narcotráfico, la actividad criminal organizada y la violencia social que generan en México son reales, son preocupantes y están en muchos lugares. Y tienen lugar junto a los Estados Unidos. El problema en México hoy, por mero designio geográfico, representa un riesgo más urgente y significativo a la seguridad nacional de los Estados Unidos que lo que significaba Colombia al comienzo de la década. Esto no quiere decir de ninguna manera que los problemas de Colombia no fueran significativos y demandantes de la atención de los Estados Unidos, pero un asalto a la casa de al lado causa una reacción distinta que un asalto a una casa calle abajo.
Pero lo que importa en el fondo, a pesar de las distancias geográficas, es que en los casos de México y Colombia, los Estados Unidos reconocieron que era pueblos hermanos, con vínculos de comercio, cultura y un compromiso profundo y duradero con la democracia. Ésta es quizás la raíz de nuestra corresponsabilidad.
Otra diferencia muy importante entre las dos asociaciones para la cooperación tiene que ver con la estructura de los dos gobiernos en Colombia y México. Colombia es una república centrista con una sola Policía Nacional, un solo Departamento Administrativo de Seguridad, y una sola Dirección de Policía Judicial. México es una democracia federalista. Treinta y un estados y el Distrito Federal tienen sus propias fuerzas policiacas estatales y municipales, su propio sistema judicial y sus propios operadores políticos legítimos. Los gobernadores han adquirido gran poder, especialmente desde el 2000. Esto hace que los esfuerzos a nivel nacional contra el crimen y el reforzamiento de las instituciones sean mucho más complejos y difíciles en México que lo que sucedió en Colombia.
De manera que tenemos a dos países muy diferentes que enfrentan situaciones internas políticas diferentes, con distintas implicaciones para las estructuras del gobierno y de la sociedad. Se padece básicamente la misma enfermedad, pero se trata de dos pacientes muy distintos. A nadie debe sorprender que para curar la enfermedad cada persona, cada pueblo y cada país necesite un tratamiento a la medida.
Otra diferencia muy importante entre los dos programas es la participación de asesores militares estadounidenses. Mientras que el Plan Colombia permite su presencia, la Iniciativa Mérida no contempla en absoluto la presencia de personal o de asesores militares de los Estados Unidos.
A pesar de los mitos que acompañaron al desarrollo inicial del Plan Colombia y de la Iniciativa Mérida, ambos fueron programas propuestos por los gobiernos de Bogotá y de México, respectivamente. No fueron planes impuestos por el gobierno de los Estados Unidos. Tuvieron su raíz en los países más afectados. El apoyo de los Estados Unidos a estas estrategias fue diseñado en consultas estrechas con los gobiernos de ambos países. Y en ambos países, los fondos y el apoyo de los Estados Unidos han complementado la mayor inversión en recursos de ambos gobiernos.
Esto es particularmente cierto en el caso de la Iniciativa Mérida.
En un principio, tras la aprobación de los fondos de Estados Unidos para la Iniciativa Mérida, la "entrega" fue mucho más lenta de lo que nos hubiera gustado a cualquiera de nosotros. Las razones incluyeron la necesidad de establecer mecanismos de coordinación y asignación de nuevo personal para coordinar la ambiciosa iniciativa conjunta. Recuerden también que los fondos del apoyo estadounidense para la Iniciativa Mérida no fueron aprobados sino hasta que ambos países firmaron la carta de entendimiento en diciembre de 2008.
Pero el apoyo ahora está fluyendo a buen paso. El 70% de los fondos que el Congreso estadounidense aprobó ya han sido contratados. Las entregas relevantes de recursos que ya han ocurrido incluyen:
- Cinco minivans equipadas con rayos X para la Secretaría de Seguridad Pública 35 escáneres de rayos X para inspeccionar maletas y correo en puertos de entrada aéreos y marítimos
- 24 vehículos blindados para la SSP, PGR y la Dirección General de Aduanas
- Un laboratorio forense para análisis de documentos
- Y esta semana o la semana entrante estaremos entregando cuatro máquinas de un sistema integrado de identificación balística - utilizadas para comparar e identificar las armas con que se dispararon diversas balas.
Pero más importante, el apoyo de los Estados Unidos bajo la Iniciativa Mérida va mucho más allá de recursos costosos como helicópteros, aviones y equipo de seguridad. Mediante la Iniciativa Mérida, los Estados Unidos han podido apoyar importantes programas de capacitación institucional en actividades policiacas y judiciales iniciados por la administración del Presidente Calderón. El mayor de éstos ha comenzado en San Luís Potosí e involucra a 100 instructores de 5 países, incluyendo Colombia, que han comenzado a entrenar a 9.000 nuevos miembros de la Policía Federal.
La capacitación, el desarrollo profesional y el intercambio de información y de experiencias profesionales destacan entre los más importantes elementos de la Iniciativa Mérida. No son necesariamente cosas "visibles." Pero en el largo plazo tendrán resultados crucialmente importantes en contrarrestar los efectos de la actividad criminal internacional.
Aprendimos del Plan Colombia que una estrategia efectiva también necesita atender el "efecto cucaracha". La necesidad de una "Iniciativa Andina", para lidiar con las consecuencias del éxito del programa de erradicación del Plan Colombia que causó la transferencia de la producción de cultivos ilícitos a Perú, Ecuador y Bolivia, se hizo evidente sólo hasta bien entrado el segundo año del Plan Colombia. Ahora hemos incluido desde el comienzo el apoyo a Centroamérica y el Caribe en la Iniciativa Mérida.
Mirando al futuro, continuaremos fortaleciendo instituciones civiles, fuerzas policiacas y el sistema judicial para asegurar la capacidad y garantizar el estado de derecho en México. A medida que evoluciones la Iniciativa Mérida, buscaremos cómo continuar apoyando al gobierno federal de México al tiempo que ampliamos el apoyo para colaborar con las instituciones de procuración de justicia a nivel estatal.
Lo que indudablemente une tanto a la "Iniciativa Mérida" como al "Plan Colombia" es la necesidad de liderazgo y voluntad política nacionales para conseguir el éxito. Esto se ve tanto en el Presidente Calderón, como en los Presidentes Pastrana y Uribe, así como en la voluntad nacional de los pueblos de Colombia y México. Como señala el comunicado conjunto del 13 de agosto, después de varias reuniones entre los Presidentes Calderón y Uribe, los gobiernos de México y Colombia
"...Resaltaron la plena coincidencia en temas de seguridad y lucha contra las alianzas entre el narcotráfico y el terrorismo, así como con otras expresiones de la delincuencia organizada transnacional y reafirmaron su decisión de afinar el intercambio de información y la coordinación de acciones para combatir esos flagelos y amenazas. En este contexto, rechazaron y condenaron la presencia o acción de grupos armados al margen de la ley, que ejerzan o propicien la violencia, cualquiera que sea su origen o motivación".
Como dijo el Presidente Calderón en Bogotá la semana pasada: "El crimen organizado no actúa de manera aislada, ni actúa tampoco sólo en los ámbitos nacionales; el crimen organizado tiene claramente un comportamiento transnacional, continental.En particular el narcotráfico actúa de manera organizada desde Colombia hasta los Estados Unidos, y también de manera organizada y coordinada. El crimen organizado debe ser combatido también de manera organizada y comprometida a nivel internacional".
Me gustaría terminar citando lo que el Presidente Uribe dijo la semana pasada al término de la reunión con el Presidente Calderón:
"El poeta decía: 'el crimen nunca es campeón. Nosotros perseveramos... Llegará un momento en que todos esos bandidos estarán en la cárcel. Perseveramos'".
Y yo estoy aquí para comprometer a mi gobierno con la Iniciativa Mérida. Nosotros vamos a perseverar.
Muchas gracias.
(termina el texto)
[Fuente: Departamento de Estado, Washington, 20ago09]
Información sobre el Plan Colombia
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