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03oct16
Las lecciones del No para el Gobierno
A pesar de que la diferencia entre la victoria del No y la derrota del Sí en las urnas fue cerrada, los colombianos decidieron no refrendar los acuerdos logrados entre el Gobierno y las Farc después de más de cuatro años de negociaciones en La Habana, Cuba.
En este escenario histórico, el objetivo que no pudo alcanzar al gobierno de Juan Manuel Santos deja sobre la mesa varias lecciones que se deberán tener en cuenta si se presenta una nueva oportunidad para seguir con el proceso de paz con el grupo guerrillero. (Vea aquí el especial Rumbo a la Paz)
¿Hubo exceso de confianza? ¿Ganó la ola de desinformación? ¿Qué tanta influencia tuvo la religión? ¿Le cobraron a Santos sus falencias en otros sectores? Miremos punto por punto.
¿La 'mermelada' no dio para tanto?
No hay dudas de que, además de los votos convencidos por el Sí, lo que se presentó este domingo fue una puja desigual entre partidos políticos de la que salió victorioso el Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe.
Es decir, se enfrentaron la Unidad Nacional y otros partidos disidentes del Gobierno, como el Polo Democrático -pero que apoyaban los acuerdos- contra la colectividad de Uribe. Es ahí en dónde surgen preguntas como si fue suficiente la financiación para campaña del Sí en el plebiscito o si hubo un exceso de confianza en los números de las encuestas que, en su mayoría, estuvieron dando al Sí como ganador, y por una ventaja razonable.
Los políticos en algunas regiones criticaron la demora en la llegada de recursos por parte de la campaña del Sí para mover maquinarias y, por ejemplo, para contratar servicios de transporte que se hacen fundamentales en zonas en las que la movilidad es un verdadero problema.
La apuesta por la refrendación
La segunda elección del presidente Juan Manuel Santos se aprobó por la mayoría de los colombianos en 2014 bajo la propuesta de conseguir la terminación del conflicto con las Farc por la vía del diálogo, es decir, el domingo 15 de junio de ese año, Santos había recibido la orden por parte de la mayoría para continuar con las negociaciones en La Habana.
Lo que muchos le recomendaron al mandatario fue descartar un plebiscito para refrendar los acuerdos, precisamente, porque la decisión soberana de conseguir la paz con las Farc estaba tomada cuando los colombianos votaron por la reelección. Dos de ellos fueron el exfiscal Eduardo Montealegre y el actual contralor Edgardo Maya Villazón.
El primero señaló durante los tiempos en que estaba al frente de la Fiscalía que Santos no requería desde el punto de vista legal ni constitucional de una nueva refrendación de los acuerdos y que el presidente contaba ya con las facultades para llevar a cabo los acuerdos.
Por su parte, Maya Villazón emitió un concepto en marzo a la Corte Constitucional sentando su posición sobre si era necesario o no convocar a un plebiscito para refrendar los acuerdos de La Habana. En ese documento de cuatro páginas, Maya expuso que el presidente tenía de antemano la facultad tanto de firmar como de implementar los acuerdos sin injerencia de los ciudadanos que ya lo habían elegido.
"No puede desprenderse de estas atribuciones y simplemente dejarlas en manos de lo que decidan las mayorías del pueblo colombiano, por lo que no es necesario que se convoque un plebiscito que refrende los acuerdos de paz", dijo el funcionario.
A pesar de esto, el primer mandatario siempre consideró que los acuerdos debían tener la refrendación de los colombianos para entrar al bloque de constitucionalidad con la legitimidad del pueblo, a través de un plebiscito. En pocas palabras, víctima de su propio invento.
La posibilidad de renegociar el acuerdo
Mucho se ha hablado sobre si hay una posibilidad para renegociar los acuerdos que fueron firmados en Cartagena, el pasado 26 de septiembre. De hecho, fue uno de los argumentos que estuvieron en la mesa en la campaña por el No.
"Que renegocien los acuerdos", señalaron en muchas ocasiones los opositores y, más recientemente, el senador Uribe dijo que, en caso de ganar el No —hecho que ya es una realidad—, Santos iba a mantener intactas las facultades para hacer de manera diferente algunos puntos del acuerdo. "Otra cosa es que no quiere", expresó el senador.
No obstante, desde el Gobierno también se mantuvo la postura de que una renegociación era una vía prácticamente imposible. César Gaviria, expresidente y jefe de la campaña por el Sí, señaló a la revista Semana que sobre eso no había certeza y que, en caso de que fuese posible, ocurriría en otro gobierno. "Es falso que los acuerdos de paz se puedan renegociar: si estos no se aprueban en el plebiscito, es duro decirlo, pero volvería la guerra", señaló.
Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador del Gobierno, arguyó factores jurídicos e históricos y resaltó que, de no aprobarse el acuerdo, el tiempo que trascurriría para otra mesa de negociación sería de unos diez años. En primer lugar, expuso que todo el acto legislativo estaba atado a la refrendación y que los hechos históricos, tanto en Colombia como en el mundo, demostraban que las rupturas estaban seguidas de un largo período sin conversaciones.
"De Tlaxcala brincamos al Caguán, y de allá hasta ahora; segundo, en la historia universal, como el conflicto árabe-israelí, se muestra que las partes regresan a sus posiciones radicales y se pierde todo el terreno de transición", indicó De la Calle en una entrevista reciente en Blu Radio.
¿Le cobraron otros problemas a Juan Manuel Santos?
Tal parece que los votantes tampoco le dejaron pasar a Santos algunas falencias en otros temas que consideran que están empeorando, además de las recientes polémicas de carácter religioso que hicieron mella en un país conservador. Deudas que terminó pagando el acuerdo de paz.
El lío de las cartillas del Ministerio de Educación hizo que se prendieran las alarmas en los sectores más religiosos del país y provocó la ira de los líderes religiosos que mueven votos y llenaron las calles de miles de protestantes. De ahí surgió también una de las tesis desinformativas más fuerte que tuvo la oposición y era que la llamada ideología de género se implementaría a través del acuerdo, en el enfoque de género. Aunque la una con la otra no tiene nada que ver, la idea fue replicada hasta por el exprocurador Alejandro Ordóñez.
Por otra parte, en la encuesta de Gallup de principios de septiembre, los colombianos encuestados señalaron que temas como la corrupción, la calidad y el cubrimiento en salud, el costo de vida, la inseguridad, la economía, el desempleo y la lucha contra la pobreza estaba empeorando.
No se puede dejar de lado la Reforma Tributaria que presentará el Gobierno próximamente, que tiene una meta de recaudo de 12 billones de pesos y que afectaría las finanzas de los asalariados.
La oposición no es tan débil
Una de las razones más frecuentes que han llevado a los Ejércitos a perder grandes batallas es subestimar al enemigo. No cabe la menor duda de que Juan Manuel Santos creyó que el expresidente Álvaro Uribe Vélez ya había pasado su mejor momento.
Las elecciones que le ganaron a Uribe, como la presidencia en 2014, en Congreso y las regionales de alcaldes y gobernadores en octubre de 2015, llenaron de confianza a la campaña del Sí para una nueva victoria electoral.
Los votos demostraron que no y que su discurso aún cala en varios rincones del país. No podemos olvidar que en las últimas elecciones del Congreso fue el senador más votado y su lista estuvo a la altura del Partido de la U.
Muchos tildaron a Uribe de loco, después de verlo gritar por el No en el evento de Cartagena que se celebró la semana pasada, para firmar el acuerdo final entre el Gobierno y las Farc. Otros aseguraron que pasaba una vergüenza monumental frente a la comunidad internacional. Pero la verdad, nos guste o no, es que la mayoría apoya su desacuerdo con lo pactado en La Habana.
Está claro que el Centro Democrático tiene un enorme poder y que el Gobierno Nacional se confió después de haber ganado las dos últimas presidencias. Poco a poco, el uribismo tomó fuerza y ocupó un espacio en cada debate del Sí y el No. El gran ganador de esta jornada fue Uribe: obligó a los negociadores a pensar en la posibilidad de reformular sus acuerdos y se abrió un espacio en las discusiones de La Habana, a pesar de que Santos había rechazado su intensión de diálogo.
Entre perdones y explicaciones tardías
El perdón de las Farc llegó, pero para muchos arribó muy tarde. Solo hasta la semana pasada, en medio del evento de la firma del acuerdo final, Timoleón Jiménez, máximo jefe de las Farc, ofreció excusas a las víctimas del conflicto. Algunos dirán que más vale tarde que nunca, pero la verdad es que este hecho, que significó tanto para el país y sobre todo para las víctimas del conflicto armado, hubiera sido muy útil unos meses atrás para la campaña del Sí. Uno de los argumentos de los opositores es que las Farc no pedirían perdón y aunque demostraron lo contrario, esperaron solo hasta el último minuto.
Lo mismo sucedió con el asunto del dinero. Solo hasta ayer la guerrilla aseguró que declararán hasta el último peso de su economía y que estos recursos servirán para reparar a sus víctimas. También lo anunciaron tarde, porque otro de los argumentos de la campaña del No es que no pondrían un peso de su fortuna, a pesar de que la Revista Forbes afirmara en una publicación que es el tercer grupo terrorista más rico del mundo.
Pero no sólo se trataba del perdón y de dinero. Lo que más molestó a los ciudadanos fueron las desatinadas burlas con las que las Farc respondían las grandes incógnitas del proceso de paz. Cantando "Quizá, quizá quizá", Jesús Santrich le respondió a un periodista que le preguntó si estaban dispuestos a pedirles perdón a las víctimas. Fue en octubre de 2012 en Oslo (Noruega), el día en que el Gobierno y esa guerrilla presentaron oficialmente al mundo el proceso de paz. Por supuesto, los detractores de las negociaciones aprovecharon estas declaraciones para afirmar que las Farc "se burlan de sus víctimas".
[Fuente: Por Germán Gómez Polo y Laura Dulce Romero, El Espectador, Bogotá, 03oct16]
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