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14oct12
En Noruega queda atrás fase exploratoria entre Gobierno y Farc, que darán el arranque a negociación
La brevedad y la sobriedad del encuentro del Gobierno Nacional y las Farc esta semana en Oslo, con solo dos días de diálogo a partir de mañana y pronunciamientos de las partes por separado en el tercer o el cuarto día, podrían reflejar un mero acto protocolario -incluso ha sido pintado así por los involucrados-, pero la cita en la llamada Capital de los vikingos es en realidad el comienzo formal de un proceso de paz con esta guerrilla. (Lea: 'Iván Márquez', gran incógnita de este proceso).
Nada de poca monta si se considera que para llegar ahí tuvieron que pasar casi dos años de mensajes y seis meses de intensas conversaciones, discusiones y hasta tensiones entre delegados de los dos lados, en territorio cubano.
Entre el 23 de febrero y el 26 de agosto se discutió una agenda de cinco puntos para llevar a la mesa de negociación que nace en la también conocida como Ciudad de la Paz, por ser el escenario de la entrega de este Premio Nobel, otorgado este año a la Unión Europea, de la que Noruega no hace parte.
Este país ha dedicado su política exterior y una buena parte de sus recursos petroleros a ayudar a la reconciliación en distintos lugares del mundo.
Histórico es lo que ocurrirá esta semana allí. Porque el Estado y las Farc vienen de 10 años de combate militar puro, pero sobre todo porque este proceso de paz, de salir bien y de abrir el camino para una negociación con el Eln, cerraría más de 50 años de conflicto armado en Colombia.
Si se hace la cuenta con rigor, la historia de guerra del país es más larga. Desde los años de la Violencia, cuando comenzaron a armarse como subversivos liberales los fundadores de las Farc, guerrilla que junto con el Eln y las dos filipinas -la musulmana firmó la paz la semana pasada- son las más longevas.
El hecho es que, si bien al sacar la llave de la paz que guardaba en el "bolsillo" el presidente Juan Manuel Santos dejó claro que lo hacía con un "optimismo moderado", de ganar esta apuesta pasará a la historia con honores.
Habrá logrado lo que al menos otros 11 presidentes no alcanzaron, independientemente de que hayan buscado el fin del conflicto con contactos formales, como Belisario Betancur, César Gaviria y Andrés Pastrana, o no.
Y aunque no todas las Farc vayan al cierre final del conflicto, como seguramente pasará, pues se calcula que el 30 por ciento de la fuerza armada, de 8.000 o 9.000 personas, se quedaría por fuera del proceso, la guerrilla de 'Tirofijo' habrá desaparecido si termina en acuerdo de paz el proceso que empieza en Oslo.
La sola presencia en la mesa de negociación de los más políticos del grupo -'Iván Márquez', 'Marcos Calarcá', Rodrigo Granda, 'Andrés París' y 'Simón Trinidad'- dejaría convertida a la disidencia en un grupo delincuencial, al que el Estado tratará como tal.
'Márquez', el nuevo
Una de las mayores expectativas de la cita en la capital noruega es quizás el primer cara a cara de 'Márquez', cabeza del grupo negociador de las Farc, con los delegados del Gobierno: el exvicepresidente y exministro Humberto de la Calle, el comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, el excomisionado Frank Pearl, el expresidente de la Andi Luis Carlos Villegas, el exdirector de la Policía Óscar Naranjo y el excomandante de las Fuerzas Militares Jorge Enrique Mora.
El segundo hombre de esa guerrilla, después de 'Timochenko', no solo estuvo ausente en los diálogos exploratorios que se cerraron el 26 de agosto en La Habana, sino que se oponía al proceso de paz.
Su participación en el grupo de negociadores debería quitarle la sombra de opositor, pero personas cercanas al Gobierno y al proceso se preguntan todavía si 'Márquez' será a este nuevo intento con las Farc lo que fue 'Antonio García' al Eln en otros esfuerzos: la piedra en el zapato. 'García', jefe militar de esta última guerrilla, impidió varias veces que se firmara un acuerdo de paz.
Por los lados de las Farc niegan que esto pueda ocurrir con 'Márquez'. "Yo estuve en una reunión donde se aprobó todo lo realizado en la etapa exploratoria, y el más entusiasta fue Iván", le dijo a EL TIEMPO 'Andrés París', otro de los negociadores. En todo caso, y lo que hace una gran diferencia entre este proceso y otros, y muy particularmente con el referente más indeseable, el del Caguán, es la ventaja militar que tiene hoy el Estado sobre las Farc y que desde el punto de vista del Gobierno le permite ir a la mesa sin temor a levantarse si no hay avances importantes en un tiempo razonable, que el presidente Santos ha tasado en meses. La guerrilla pide no hablar de plazos perentorios.
Pero uno de los negociadores del Gobierno admite que la ventaja militar es una gran carta, y que por eso se mantendrán en la posición de no pactar un cese del fuego y de hostilidades hasta la firma del acuerdo final, pese a la insistencia de las Farc para que se haga, entre otras razones, para bajar la presión militar que se mantiene sobre ellas.
La otra gran diferencia es que este proceso despega con una agenda concreta: desarrollo rural, por donde empezarán las sesiones de trabajo en Cuba dos o tres semanas después de la cita en Oslo, garantías para la oposición política, narcotráfico, derechos de las víctimas y dejación de armas y reintegración a la vida civil. La del Caguán era larga y demasiado general.
Está claro que las condiciones en que se da la apuesta de Santos y las Farc le dan un buen chance al cierre definitivo del conflicto armado en Colombia, pero el país no debe perder de vista que lo de Oslo es apenas el comienzo de la negociación.
El solo hecho de que las partes hagan ruedas de prensa separadas, porque "cada uno tendrá cosas distintas que decir", según una persona cercana al Gobierno, y porque "son dos delegaciones, con dos visiones y con mensajes y audiencias distintas", según 'París', indica que el camino para alcanzar un ritmo parecido, que al menos no desentone, está por construirse.
[Fuente: El Tiempo, Bogotá, 14oct12]
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