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19may14
żVíctimas negociadas?
El acuerdo sobre el punto Solución al problema de las drogas ilícitas, comunicado por las delegaciones del Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, ejército del pueblo (Farc-ep), es un importante avance en la negociación del Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera.
Se abre el ciclo formal de discusión del punto cinco: Víctimas. Este se plantea como uno de los ejes de mayor dificultad. Desde el inicio de la negociación la falta de acuerdos sobre lo que está sobre la mesa de discusión es evidente. El enigmático punto parece un telegrama: Resarcir a las víctimas está en el centro del acuerdo Gobierno Nacional - Farc-ep. En ese sentido se tratarán: 1. Derechos humanos de las víctimas. 2. Verdad.
En todos los otros puntos hay mayor elaboración. El de Víctimas contiene una intención -resarcir a las víctimas- y dos puntos que pueden ser todo o nada -derechos de las víctimas y verdad-.
El problema con el planteamiento es que la negociación se concentra sobre terceros como si fueran un botín. Tanto el gobierno como las Farc-ep tienen mucho que perder y todo que esconder. Cada una de las partes representa intereses de victimarios y cada una de las partes quiere que su verdad prime. La discusión entre estos dos polos es un dialogo absurdo, repleto de dinámicas de negación.
Lo que eventualmente pactarán las partes es cómo flexibilizar el derecho y los derechos para sobreponer los fines políticos de la paz estable y duradera. A esto no hay que tenerle miedo: si el proceso de paz trae transformaciones políticas y sociales significativas, se justifica poner en marcha un lógica transicional que incluya medidas de reparación a las víctimas. Pero seguir afirmando que las partes en conflicto están negociando para garantizar los derechos de las víctimas es un sinsentido.
Las Farc-ep pidieron hace más de un año que se estableciera una Comisión de revisión y esclarecimiento de la verdad de la historia del conflicto interno colombiano. Lo hacen porque no están de acuerdo con las versiones oficiales que circulan sobre el conflicto, incluyendo el abordaje del paramilitarismo, de la acción del aparato estatal y de su propia responsabilidad en hechos atroces. A finales de marzo de 2014, la insurgencia planteó: Sin que se establezca el origen del conflicto y su verdad histórica, no puede haber paz, ni reconocimiento de sus víctimas, ni justicia ni reparación. Ninguna de las partes puede ser juez, máxime cuando puede haber sido victimaria.
La negación ejercida por el aparato oficial es monstruosa, pero muy exitosa. La negación ejercida por la insurgencia es igualmente monstruosa, pero no tan efectiva. Digamos que la gran masa le cree más a los unos que a los otros. Yo les creo poco a los dos y resulta doloroso que todo este alarde sobre las víctimas termine en una fórmula de cajón de la justicia transicional: una comisión de la verdad colombiana.
Supongo que el gobierno defenderá sus políticas de atención integral a las víctimas del conflicto, accederá a reconocer a las víctimas de los crímenes de Estado y, finalmente, hará el anuncio sobre una comisión de la verdad.
Lo que queda es ver si la dichosa comisión servirá para hacer frente a la negación del régimen de atrocidad que se apoderó, desde hace décadas, de Colombia.
[Fuente: Por Michael Reed Hurtado, El Colombiano, Medellin, 19may14]
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