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02may09
Crimen organizado y política
Hace 25 años un atentado de la mafia cobra la vida de Rodrigo Lara Bonilla. Como se recuerda, éste y Luis Carlos Galán Sarmiento, son de la misma generación, con una diferencia de 3 años a favor del político huilense. Ambos nacen en hogares de provincia, Galán en Bucaramanga en 1943, y Lara Bonilla en Neiva, en 1946, son aventajados estudiantes y profesionales. A los 17 años Galán figura entre los jóvenes que en Bogotá se oponen a la reelección del gobernante militar, aprobada por una constituyente sumisa que en su mayoría recibía órdenes del Palacio de San Carlos. La estrategia para combatir al gobierno la orienta Alberto Lleras Camargo, quien cuenta con el apoyo de Alfonso López Pumarejo y Eduardo Santos, en el liberalismo. Desde el exilio Laureano Gómez anima a sus seguidores en defensa de las instituciones, la libertad, la reconquista de la democracia y la alternación de las fuerzas políticas en el poder. Unas veces desde la clandestinidad y otras en oposición en las calles, sobresalen figuras del conservatismo como Guillermo León Valencia, Álvaro Gómez, Belisario Betancur, Alfredo Araújo Grau y Diego Tovar Concha, entre otros. Alberto Lleras sopesa el apoyo castrense de que goza el general Gustavo Rojas, como las simpatías populares, favorecido por un populismo de corte peronista. Los partidos tradicionales carecen de garantías y la generalidad de la gente considera que la dictadura se prolongará varias décadas, como lo desean los áulicos del momento.
Tanto Galán, como Lara Bonilla, son producto generacional de la estrategia que condujo a la caída del gobierno, al descongelarse la política el entusiasmo se apodera de la juventud partidista y afloran oportunidades. El uno ingresa al periodismo en Bogotá en el diario El Tiempo y el otro hace política en su tierra natal. Lara Bonilla pasa a la burocracia de 23 años, cuando es nombrado alcalde de Neiva. Mientras que el otro ingresa a la nómina de El Tiempo.
Galán goza del afecto del expresidente Santos y del director del periódico, Roberto García-Peña, su talentoso desempeño le gana la confianza de Alberto Lleras, de Carlos Lleras Restrepo y, posteriormente, de Misael Pastrana Borrero, quien lo hace ministro de Educación de su gobierno a los 27 años. Tanto Galán como Lara Bonilla figuran en la representación diplomática. Galán, al regreso al país sigue a Carlos Lleras Restrepo, que es derrotado en sus aspiraciones. Tiempos en los cuales Julio César Turbay y Alfonso López Michelsen dominan la escena liberal. Así que Galán funda el Nuevo Liberalismo en 1979, y se convierte en un dirigente popular con fuerte ascendiente entre la clase media de los centros urbanos. Mientras, en Neiva, Lara Bonilla se consolida como político regional de la fuerza liberal disidente. Sucesivamente es elegido concejal, diputado, representante a la Cámara y senador de la República. Galán domina el escenario nacional y es elegido candidato presidencial de su partido, con el apoyo de Carlos Lleras Restrepo y de Alberto Lleras, quien proclama la voluntad de derrotar a las mafias. Su candidatura debilita las posibilidades de un segundo mandato de Alfonso López Michelsen, al ser superado en votos por el conservador Belisario Betancur, que nombra ministro de Justicia a Lara Bonilla.
Luis Carlos Galán desafía a las mafias, particularmente, al capo de Medellín, Pablo Escobar. Los intentos de atentar contra Luis Carlos Galán se suceden uno tras otro, mientras su imagen de dirigente del cambio se fortalece entre la población que admira su resolución y compromiso moral por limpiar los establos de la política. Los dineros calientes apuestan a penetrar la política y captar voluntades en el Congreso, con la mira de impedir que avance la iniciativa en favor de la extradición. Falla el control partidista sobre los fondos ilegales. Se amenaza con dar a conocer en el Congreso cheques que reciben las campañas apremiadas por los gastos al alza de las elecciones. Es así como se exhiben unos cheques de Evaristo Porras, del cartel del Amazonas, a la campaña de Lara Bonilla en el Huila, quien declara que desconoce sus antecedentes criminales. Lara se defiende y ataca, en momentos en que se cuestiona a Pablo Escobar, quien tiene curul como representante a la Cámara. Así se precipita una feroz guerra contra las mafias y el ministro mueve todos los resortes del poder a su alcance para combatirlas. En eso estaba cuando las balas homicidas lo abaten en 1984. Belisario Betancur le da un vuelco a la extradición. Luis Carlos Galán, sigue su prodigiosa carrera de orador y profeta desarmado. Cinco años después en plena campaña por la Presidencia es asesinado en Soacha. El combate contra las mafias es la obsesión del Estado, sin que se consiga extirparlas del todo, puesto que miles de hectáreas de coca siguen en producción y financian su poder clandestino.
[Fuente: El Nuevo Siglo, Editorial, Bogotá, 02may09]
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