EQUIPO NIZKOR |
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27feb05
La Comisión de verificación encuentra las pruebas de la masacre.
Queridos amigos:
Este es el epílogo de una jornada triste. El viernes 25 de febrero hacia mediodía encontramos la evidencia de la masacre: dos fosas comunes con los cuerpos mutilados de Alfonso Bolívar Tuberquia, Sandra Milena Muñoz y sus hijos Natalia Andrea Tuberquia de 4 años y Santiago Tuberquia Muñoz de 18 meses.
También encontramos en una de las fosas los restos de Alejandro Perez, de 30 años, quien vivía con su compañera y su hijo en La Resbalosa. Alejandro no hacía parte del proceso de la Comunidad de Paz ni de las Zonas Humanitarias de las veredas de la zona.
Todos ellos fueron asesinados a machetazos, totalmente cercenadas sus cabezas y extremidades, muestra de la sevicia y la increíble crueldad de sus victimarios.
De acuerdo con un testigo sobreviviente, el ejército entró disparando a la casa del señor Alfonso Tuberquia y uno de esos disparos hirió a Sandra Milena, su compañera.
A unos 40 metros de la casa, venían acercándose Alejandro Perez y otro campesino. Al escuchar los disparos, ambos salieron corriendo pero Alejandro cayó herido y no se supo más de él. Por su parte, Alfonso Tuberquia y un trabajador, que estaba en su casa en esos momentos, lograron salir corriendo pero Alfonso se detuvo al escuchar los gritos de su compañera rogando al ejército que no asesinara a sus hijos. Alfonso dijo a su compañero que prefería morir con su familia, que no podía dejarlos abandonados y regresó a la casa.
El levantamiento de los cinco cuerpos fue hecho por la Fiscalía que llegó en helicóptero a La Resbalosa en la tarde del viernes 25. Desde que nosotros llegamos a Mulatos y la Resbalosa nos encontramos rodeados por el ejército que, como lo habíamos denunciado, desde el jueves 17 de febrero había desplegado un operativo por toda la zona.
Desde ese día, el ejército mantiene una fuerte presencia de tropa en todas las veredas de San José. En la constancia que dejamos, mencionamos la estrategia ejército-paramilitar para desalojar las veredas y tomar control de las tierras. Primero, bombardeos indiscriminados y luego operativos en los que arrasan con lo que encuentran: animales, cosechas, viviendas y, como lo muestran los últimos hechos, familias enteras, niños de tan sólo 4 años, bebés de tan sólo 18 meses, todos caen víctimas de un conflicto inhumano y peor aún, a manos de las fuerzas del mismo estado colombiano, cuya función constitucional es proteger a sus ciudadanos.
Pero de lo que no cabe duda es que la estrategia funciona: hace tan sólo dos semanas señalamos que por todos esos operativos en Mulatos y Resbalosa sólo quedaban unas 10 familias pues ahora 9 de ellas ya han llegado desplazadas a San José. Nos preocupa que aún 3 familias de la vereda Las Nieves siguen desaparecidas.
Pero con las fosas comunes, no terminaron los terribles hallazgos. Casi al caer la noche, nosotros mismos nos vimos obligados a salir en busca de los cuerpos de Luis Eduardo Guerra, líder de la comunidad, y su familia. Los encontramos al lado del río Mulatos, tirados al lado de un camino. No presentaban ningún impacto de bala y sí mostraban claramente que habían sido fuertemente golpeados y finalmente degolllados. Luis Eduardo, Bellamira y Deiner. Sus cuerpos aún permanecían allí el sábado 26 a mediodía porque la Fiscalía transportó primero los cadáveres de las fosas y prometió volver a primera hora. No lo hicieron. Una parte de la comisión se quedó allí esperando que cumplieran con su palabra para poder enterrar a nuestros amigos. Finalmente hoy fueron transportados sus cuerpos.
En medio de toda esta tragedia, vemos cómo la estrategia de terror del Estado no se detiene. Los militares que mantienen una fuerte presencia en todas las veredas, han dicho a varias familias de la zona que es una lástima que la cosa se hubiera sabido tan pronto, porque si no, serían más los muertos. Y la tropa que estuvo rodeándonos todo el tiempo, comentaba que "eso huele a puro guerrillero muerto", refiriéndose a las ocho personas masacradas. A pesar de que el comandante de la tropa, prometió no tomar ni fotografía ni video, hicieron todo lo contrario. Los militares instigaron a la comisión todo el tiempo, acusándonos de ser guerrilleros; además preguntaron y señalaron a varios líderes con sus nombres concretos.
Los medios de comunicación, han intentado distorsionar la realidad informando que la masacre fue hecha por la guerrilla y otras versiones sostienen que fue hecha por paramilitares. Para nosotros es claro, y los testigos así lo afirman, que se trató de un operativo del ejército que acordonó la zona antes de la masacre (desde el 17 de febrero) y quienes todavía se encuentran en todas las veredas. Los medios también han dicho que Luis Eduardo estuvo involucrado con el estallido de una bomba en el mes de agosto del año pasado. La verdad es que fue todo lo contrario: la familia de Luis Eduardo y otras personas fueron víctimas de la explosión de una granada abandonada por el ejército. El mismo Deiner, hijo de Luis Eduardo, estuvo gravemente herido y casi pierde una de sus piernas debido a tal hecho.
Pero no es extraño que se trate de ocultar la verdad de lo sucedido. Sin embargo, la contundencia de las pruebas, la evidente presencia militar en la zona antes, durante y después de la masacre señala claramente la responsabilidad del ejército colombiano en este nuevo atentado contra la población civil. Estamos ante una nueva crisis humanitaria en la zona y la muerte de nuestros amigos y de Luis Eduardo, líder de la comunidad, es muy fuerte para el proceso. Sabemos que toda la estrategia de terror e impunidad va a continuar. Los militares han amenazado a varias familias de las veredas y les han advertido que si no se van, les va a suceder lo mismo.
Por otro lado, se quiere llamar a los testigos sobrevivientes de la masacre quienes tienen temor ante el gran peligro que corren sus vidas. Y es que los hechos son demasiado contundentes: hemos sufrido ya 152 asesinatos, sin que haya un solo condenado por alguno de ellos. Y la justicia colombiana ha recogido cientos de testimonios señalando a los responsables. A pesar de ello, la impunidad se mantiene y se mantendrá porque es totalmente necesaria para proteger a los asesinos.
Por ello, hacemos un llamado a la solidaridad nacional e internacional para exigir que cese la estrategia de terror que se ha desplegado en contra de la Comunidad de Paz de San José y en contra de la población de las veredas del corregimiento.
Pedimos que se exija respeto al proceso de San José y al de las Zonas Humanitarias que se desarrolla en las veredas. Esta vez fueron ocho muertos, civiles inocentes, familias enteras, niños, quienes han caído víctimas del terror. Mañana lunes 28 de febrero esperamos realizar el entierro colectivo en el cementerio de San José. Pero las palabras de Luis Eduardo, sus ideas y sus argumentos, seguirán con nosotros y con más fuerza que nunca. El creía que la población civil tiene derecho a vivir dignamente. Nosotros también lo creemos y seguiremos defendiendo este principio así nos cueste la vida misma.
San José de Apartadó, febrero 27 de 2005
Comunidad de Paz de San Jose de Apartadó
Este documento ha sido publicado el 02mar05 por el Equipo Nizkor y Derechos Human Rights |