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06nov05


Habla Carlos Mario Jiménez, alias ‘Macaco’.


Montañez o Macaco, es el comandante del Bloque Central Bolívar, la estructura paramilitar de mayor influencia en el país. Lo sindican de ser el responsable de infiltrar el DAS, de negociar con gasolina robada, de manejar una gigantesca red de narcotráfico y de intimidar a varios políticos en el Eje Cafetero.

Montañez hace parte del estado mayor negociador de las Auc, que busca hacer la paz con el gobierno del presidente Uribe. Sin embargo, las negociaciones pasan por su peor momento: el presidente Uribe les advirtió que si hacen política antes de cumplir con todo el proceso, serán capturados, y el Comisionado les dijo que si no se desmovilizan antes del 31 de diciembre, serán atacados militarmente.

¿Cómo reciben este anuncio?

Nosotros hemos sido claros: el tiempo del que disponemos para desmovilizar toda la estructura de las Auc, no corresponde a las exigencias que esta empresa demanda. Es imposible cumplir con los cronogramas. El comandante político, Ernesto Báez, dijo esta semana que no ha habido otro gobierno que haya contribuido a descargar toda la maquinaria de guerra como éste. El anuncio es más de lo mismo y nosotros sabemos a qué atenernos. El cese de hostilidades se declaró de manera unilateral y esa unilateralidad ha hecho posible, por ejemplo, que tengamos más de 4.000 detenidos, más de 1.400 bajas y que hayamos perdido una gran cantidad de material de guerra.

¿Qué pensó cuando el Presidente le dijo al director de la Policía, general Jorge Daniel Castro, que capturara a Báez?

Que en Colombia no se puede hacer política porque es delito. En eso no puedo decir más, porque soy un ignorante.

Frente a las cifras, hay quienes dicen que son pura literatura y retórica, y que el Estado no los combate...

Entonces retórica son los 300.000 muertos que ha dejado este país, las 130.000 hectáreas de coca fumigadas, de las que habla la Policía, y los más de 1.500 atentados de las Farc...

¿El proceso se ha manejado a las carreras?

Ha habido improvisaciones y ha tocado inventarse muchas cosas, porque esto no tiene libreto. Se han presentado situaciones muy complejas, sobre todo lo que tiene que ver con la carencia de recursos para financiar unas desmovilizaciones que no conocía el país a lo largo de su historia.

El proceso viene de crisis en crisis y hay poco apoyo internacional.
¿Falta credibilidad?

En todo proceso de paz se presentan obstáculos y se dan crisis. éste no podía escapar a eso, pero lo que usted dice sobre la falta de apoyo, esa ha sido una característica. Infortunadamente, el acompañamiento que exige un proyecto de tanta importancia como este no ha resultado como nosotros hubiésemos querido.

¿Y ese afán por desmovilizar el aparato militar no tiene que ver con el pánico que le tienen a la extradición?

La extradición en el país está vigente desde 1985 o antes, de manera que no por eso las autodefensas tomaron la decisión de desarmarse. Nosotros creemos en la política de seguridad democrática y creo que la organización ha llegado a un grado de madurez política que le permite captar el alcance de las soluciones negociadas al conflicto armado. Ese fue el motivo que nos condujo a sentarnos en la mesa de negociación y no el temor a las penas privativas de la libertad o a otros instrumentos con los que cuenta el aparato judicial.

Pero la extradición ha sido siempre una constante en el proceso...

Yo diría que no tanto la influencia de la extradición, sino la interferencia que pueda plantearle a cualquier proceso de paz en el país.

¿Es una talanquera?

Indudablemente, si no se sujeta esta figura a una serie de limitaciones para que quienes están en la guerra se sientan animados a suscribir acuerdos de paz, no va a ser posible que en Colombia logremos la reconciliación.

¿Eso quiere decir que en cualquier proceso de paz en Colombia se debe depender de Washington?

Todo país pobre que está sujeto a la influencia geopolítica y económica de un país poderoso, tiene que entender que cuando se trata de manejar asuntos internos, hay que tener necesariamente en cuenta las imposiciones del país poderoso.

El Gobierno ha dicho que no pueden participar en política. Bajo esta perspectiva, ¿qué sentido tiene una desmovilización?

Esta es una organización político-militar. Nosotros entendemos que el camino exitoso hacia la reinserción a la vida civil está condicionado al respeto de unos derechos civiles, de los derechos ciudadanos y políticos. De tal manera que, cuando hayamos avanzado hacia la legalidad, tenemos que exigir de las autoridades que se nos respeten esos derechos, debidamente consagrados como fundamentales en la Constitución.

Con todos estos ires y venires, a la gente le queda la idea de que le están ‘mamando gallo’ al proceso. ¿Son ustedes o acaso el Gobierno?

Aquí ha habido unas fallas protuberantes en todo lo que tiene que ver con el cumplimiento de las reglas de juego. También se han presentado actitudes muy arrogantes, que nada convienen a que los diálogos se den en un clima de confianza y seriedad. Seguramente que de nuestra parte se han presentado algunas inconsistencias, pero igualmente por parte del Gobierno también se han dado situaciones que dejan mucho que desear, en relación con la manera como hay que conducir esta relación.

Y en ese orden, ¿cómo están las relaciones con el Alto Comisionado para la Paz?

Desde el punto de vista de la dignidad que él ejerce, nos inspira el mayor respeto. Tenemos un concepto muy claro sobre su transparencia y sobre su integridad moral, pero tenemos que disentir sobre el manejo que se le ha dado a la negociación en los últimos días y las infortunadas salidas que desde el alto Gobierno se han planteado, las cuales no han hecho sino empeorar la situación de estancamiento en que se encuentra la negociación.

Se dice que usted está intimidando a algunos políticos en el Eje Cafetero...

Esas afirmaciones hacen parte de los repertorios de las campañas políticas, sobre todo de ésta, donde se pone en juego la reelección presidencial y demás. Yo he sido un hombre de una larga trayectoria en el ejercicio militar y no conozco asuntos de la política. Por eso, en mi condición de ignorante en esos temas, nada tengo que ver en la política de Risaralda.

Entonces, ¿con esta guerra están haciendo política los candidatos y hasta el mismo presidente-candidato?

Los políticos recurren al escenario de la guerra para buscar ventajas. En una campaña política es imposible sustraer de ella las afirmaciones mentirosas y yo, por ser oriundo de Risaralda, soy una excelente carnada para algunos políticos.

Si el Bloque Central Bolívar no hace política, ¿a quién está apoyando?

El Bloque Central Bolívar, dentro del marco de la guerra, no tiene otro objetivo político distinto al de contribuir con la paz y la reconciliación de la Nación. Cuando ya estemos en la legalidad, indudablemente que las personas que estén libres de cualquier requerimiento de la justicia conformarán un movimiento político.

Vicente Castaño dijo que van a aumentar en 35% su influencia política en el Congreso. ¿Cómo lo van a hacer?

Esa pregunta hágasela a don Vicente.

A usted lo sindican de infiltrar el DAS, de negociar con gasolina robada, de tener casas de prostitución y de manejar los negocios de confecciones y textiles. También lo sindican de doblegar a capos del cartel del norte del Valle para que firmen la paz. Todo esto lo coloca en una situación de delincuente común y corriente, más que en un comandante paramilitar...

Le adiciono: hablan de contrabando de arroz y también del monopolio de juegos electrónicos. La idea de ciertos sectores de la denominada inteligencia del Estado es pasearme por todos los juzgados del país. De eso no puedo escapar, ni cualquier colombiano que tenga una trayectoria tan larga en la guerra. Esperemos que sean los jueces del país los que certifiquen si todo lo que usted me achaca es cierto.

Y también lo sindican de ser uno de los ejes del narcotráfico en el país...

Las autodefensas, en varios documentos, han reconocido la influencia perversa del narcotráfico en la financiación de esta guerra. De esa realidad no podemos escaparnos. Si el narcotráfico no hubiera permitido el ingreso de dineros para financiar los costos de la guerra, ésta se habría terminado hace rato.

¿Y el robo de gasolina?

La sustracción de combustible financió la guerra en los Santanderes y el Magdalena Medio.

¿Y ustedes hicieron parte de eso?

Yo hablo de las fuentes de financiación de una guerra tan irregular como la nuestra, que nunca puede contar con recursos de la legalidad. Ahora le pregunto: ¿Qué guerra irregular se financia con recursos legítimos?

[Fuente: El Espectador, Bogotá, Col, 06nov05]

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