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05feb09
Los mensajes de Alan Jara en su liberación
A las 2 y 17 minutos del martes 3 de febrero, Alan Jara se bajó del helicóptero brasileño con emblemas de la Cruz Roja que lo transportó desde lo más profundo de la selva hasta el aeropuerto Vanguardia de Villavicencio y se abrazó con su esposa Claudia Rujeles y su hijo Alan Felipe. Era el primer reencuentro con ellos luego de permanecer en poder de las Farc desde el 15 de julio de 2001, cuando fue secuestrado en momentos en que se dirigía a la inauguración del llamado Puente de la Reconciliación, ubicado entre las poblaciones de El Dorado y Lejanías, en Meta.
El encuentro del ex Gobernador con sus seres queridos -en el que los grandes ausentes fueron sus padres, fallecidos durante su cautiverio- fue el momento de mayor emoción luego de más de 15 horas de zozobra en las que se llegó a dudar, inclusive, de la libertad de Jara y del ex diputado de la Asamblea del Valle, Sigifredo López, los últimos políticos en poder de las Farc.
El secuestro de Alan Jara conmovió a la comunidad internacional no solo por su condición de ex gobernador del Meta sino porque se produjo cuando se desplazaba en un vehículo con placas diplomáticas, perteneciente a las Naciones Unidas, en compañía del representante de ese organismo internacional en Colombia. Ese hecho generó una delicada crisis en la mesa de negociación que se llevaba a cabo en la zona de El Caguán, entre el gobierno de Andrés Pastrana y el grupo guerrillero. En el momento del secuestro, Jara era consultor de la ONU.
Una vez en tierra y completamente libre, Alan Jara, exhausto pero sonriente, le envió un mensaje a sus compañeros de cautiverio, todos ellos pertenecientes a las Fuerzas Armadas, quienes siguen en poder de las Farc a la espera de un acuerdo humanitario que permita el regreso a sus hogares. "No pueden perder las esperanzas de la libertad. Hoy ha ocurrido un milagro y esperamos que ocurran muchos más", dijo a los periodistas que lo abordaron a su arribo a la capital del Meta.
Agradeció, de igual manera, la gestión de la senadora Piedad Córdoba, de los miembros de Colombianos y Colombianas por la Paz y a los delegados del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que tuvieron que sortear todo tipo de vicisitudes para poder cumplir con la misión humanitaria de manera exitosa.
El regreso del ex Gobernador del Meta, el martes, y de tres policías y un soldado profesional, el pasado domingo, estuvo enmarcado por una serie de contratiempos y tropiezos que casi llevan a abortar la operación humanitaria, la primera que se realizó después de la Operación Jaque, que el 2 de julio del año pasado permitió el rescate, sin disparar un solo tiro, de Íngrid Betancourt, 11 miembros de la Fuerza Pública y tres contratistas norteamericanos.
Alta tensión
El regreso de Jara, los policías Wálter Lozano, Juan Galicia y Alexis Torres, así como del soldado William Domínguez, debió sortear los inconvenientes que surgieron luego de que el periodista Jorge Enrique Botero, quien hacía parte de la delegación de Colombianos y Colombianas por la Paz, denunciara al canal venezolano Telesur un supuesto hostigamiento por parte de la Fuerza Aérea en momentos en que el grupo guerrillero entregaba a los cuatro uniformados en las selvas del sur del país. "Tengo videos y grabaciones que demuestran que estábamos siendo hostigados por las Fuerzas Militares", declaró a los medios de comunicación.
CAMBIO pudo reconstruir paso a paso los momentos más críticos que se vivieron durante la entrega de los uniformados. Poco antes del mediodía del domingo 1º de febrero, la comisión humanitaria llegó hasta la vereda Cristales, entre los corregimientos de Unión Peneya y Solano, a unas diez horas de Florencia. Minutos después de hacer contacto con los guerrilleros, se percataron de la presencia de un avión de la Fuerza Aérea Colombiana conocido por los subversivos y por los campesinos del sector como 'La marrana', nombre con el que se conoce al avión fantasma, que es utilizado para hacer sobrevuelos de inteligencia en zonas de presencia guerrillera.
El ruido de la aeronave alertó a los subversivos quienes, nerviosos y alterados, expresaron su malestar por lo que consideraban una violación a los acuerdos pactados para la liberación. En ellos estaba presente el fantasma de la Operación Jaque y en algún momento creyeron que el Ejército coparía la zona. "Están oyendo, están oyendo, pongan cuidado, escuchen los aviones", dijo el jefe guerrillero responsable de la entrega.
Sorprendidos los miembros de la Comisión no lograban entender lo que estaba sucediendo pues, al igual que los subversivos, daban por hecho que no habría un solo sobrevuelo durante el tiempo de liberación. "No hay derecho a que nos hagan esto", atinó a decir la senadora Piedad Córdoba, quien sin embargo pidió que se continuara con la entrega y prometió a los subversivos que todo se aclararía.
Mientras el jefe guerrillero daba órdenes a los tres anillos de seguridad que estaban en la zona -compuesto por unos 600 guerrilleros- para que se mantuvieran en posición de respuesta ante una posible agresión, uno de los uniformados que estaba a punto de ser liberado se tiró al piso para resguardarse ante una posible arremetida militar. "Ellos saben que el sobrevuelo de 'La marrana' antecede a un ataque aéreo", comentó uno de los miembros de la comisión humanitaria.
En ese momento, cuando la situación amenazaba con salirse de control, los miembros de la comisión tomaron la decisión de comunicarse con el alto comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, el Ministerio de Defensa y el canal Telesur. Mientras el comisionado Restrepo descartó un posible sobrevuelo militar con el argumento de que seguramente se trataba de un vuelo comercial, que nada tenía que ver con lo que estaba sucediendo en la vereda Cristales, voceros del Ministerio de Defensa afirmaron que no había operaciones militares en la zona y que en caso de haber un sobrevuelo este sería por encima de los 20.000 pies, lo que no significaba un riesgo para la operación de liberación.
Por su parte el periodista Jorge Enrique Botero, luego de consultarlo con todos los miembros de la Comisión, procedió a llamar al canal de televisión venezolano para denunciar la situación. Al mismo tiempo uno de los guerrilleros, el que estaba encargado de las comunicaciones radiales del grupo, captó en un potente radio los mensajes de la tripulación del avión fantasma y las órdenes impartidas por miembros del Ejército que se encontraban en tierra.
Según varios de los asistentes, las órdenes que se escuchaban en las comunicaciones y que se encuentran grabadas en los equipos de los miembros de la Comisión, apuntaban a la toma de fotografías aéreas del sitio exacto de la entrega de los uniformados y también habrían quedado registradas las instrucciones impartidas por comandantes militares para que las tropas avanzaran hacia la vereda Cristales.
Después de varios minutos, que a varios miembros de la Comisión les parecieron eternos, los guerrilleros procedieron a hacer la entrega de los uniformados y casi de inmediato se replegaron a lo más profundo de la selva.
Crisis de medianoche
Horas después del impasse que se presentó en la vereda Cristales, el propio presidente Uribe y el ministro de Defensa Juan Manuel Santos, reconocieron desde la Casa de Nariño que, en efecto, aeronaves de la Fuerza Aérea sí habían sobrevolado la zona, "pero por encima de la altura acordada por los delegados del Comité Internacional de la Cruz Roja", dijo Uribe.
Pero es evidente que el malentendido de los sobrevuelos militares estuvo a punto de dar al traste con la liberación de Alan Jara y Sigifredo López, por cuanto el Presidente decidió excluir intempestivamente a Colombianos y Colombianas por la Paz", específicamente a Piedad Córdoba, de cualquier participación en la liberación. En sus declaraciones, Uribe cuestionó el papel de los periodistas Botero y de Hollman Morris, quien llegó al lugar de la liberación sin que, al parecer, ningún miembro de la Comisión Humanitaria tuviera conocimiento de ello.
La decisión presidencial, anunciada pasada la media noche del domingo, significaba, ni más ni menos, la cancelación de la operación humanitaria, pues excluida la senadora liberal, tanto el gobierno de Brasil como el CICR, se quedaban 'en el aire' por cuanto la guerrilla solo había confiado a Córdoba las coordenadas de todas las liberaciones. Tanto la Cruz Roja Internacional, como la primera dama Lina Moreno, a petición de la esposa de Alan Jara, fueron determinantes para que Uribe reversara la decisión y autorizara a Córdoba para que continuara con su gestión humanitaria.
Como resultado de lo anterior, el pasado martes Alan Jara volvió a la libertad. Una vez en Villavicencio, su tierra, hizo gala de un humor inteligente y fino, pero también aprovechó la ocasión para enviar mensajes en varias direcciones.
Jara tuvo la valentía de denunciar que la guerrilla usa métodos atroces contra los secuestrados y se refirió al drama que viven dos de sus ex compañeros de cautiverio, quienes llevan más de dos años atados entre sí por el cuello con una cadena que los obliga a estar en la selva como si se tratara de siameses unidos por la crueldad de las Farc. Y dijo, además, que "a mí la guerrilla me raponeó siete años de mi vida que ya nunca podré recuperar".
El ex gobernador en su primera intervención como hombre libre tampoco ahorró críticas para el gobierno de Uribe y para el Estado colombiano a quienes acusó de ser responsables por omisión de la suerte de los secuestrados y de muchos homicidios anunciados por las propias víctimas antes de ser asesinados por los paramilitares. Al respecto afirmó que "en Colombia son muchos los jóvenes que ingresan a la guerrilla por la falta de oportunidades".
"Yo no tengo nada que agradecerle al presidente Álvaro Uribe", dijo Jara con desenfado. Y, sin abandonar su tono reposado, cuestionó la férrea oposición del Gobierno a un intercambio humanitario de secuestrados por guerrilleros presos. Para él, esta conclusión es lógica: "Si la política de seguridad democrática es tan sólida y perdurable como la cree el Presidente, no hay razón entonces para temer que el intercambio humanitario la vaya a debilitar".
Dentro de esa misma línea de pensamiento, Jara anunció ante más de un centenar de periodistas que no cejará en su empeño por conseguir la liberación de los compañeros de secuestro que aún siguen cautivos. Los mencionó a cada uno de ellos por sus nombres y su promesa cobró el tono de un compromiso.
Según él, a despecho del Gobierno, las Farc están lejos de ser derrotadas. "Todavía hay muchos guerrilleros y la mayoría son muy jóvenes. Al mencionarlo, recalcó que él y quienes siguen secuestrados han sido rehenes y víctimas de una omisión, pues mientras el verdugo (las Farc) dispara y pone condiciones infrahumanas, el Gobierno no hace nada para evitarlo".
La larga y extenuante jornada del ex Gobernador terminó el martes a eso de las 11 y 40 minutos de la noche con la visita del presidente Uribe, quien le reiteró personalmente el compromiso del Gobierno por la suerte de los secuestrados del país y puso a su disposición a los mejores especialistas del Hospital Militar para que atiendan sus quebrantos de salud.
El Jefe del Estado prefirió no entrar en controversias con el ex Gobernador y agradeció la comprensión por parte de su familia. "Claudia sabe que nunca dejamos de preocuparnos por su suerte, doctor Jara", le dijo amablemente minutos antes de abandonar su residencia en Villavicencio.
[Fuente: Revista Cambio, Bogotá, 05feb09]
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