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18ago09
¿Quién desvió el caso Galán?
La pelea es peleando, parece ser la consigna de la Fiscalía en el caso Galán. No habrá prescripción del caso, pero evitar la impunidad no es asunto fácil. El general (r) Maza Márquez está en el ojo del huracán.
La confesión de 'Ernesto Báez'
A 48 horas de que se cumplan 20 años del magnicidio de Luis Carlos Galán, la Fiscalía no tiene entre sus planes declarar la prescripción del expediente. La ley le permite, previa declaración de que fue un crimen de lesa humanidad, extender a 30 años ese fatídico plazo. A pesar del protagonismo mediático que quiere imponer en el caso la Procuraduría, el ente acusador trabaja aceleradamente en el nuevo enfoque de su investigación: establecer si los súbitos cambios en el esquema de seguridad de Galán contribuyeron al crimen.
Hasta el 19 de abril de 2007, esta hipótesis no pasaba de ser una conjetura que se ventiló desde el mismo día del magnicidio. Sin embargo, hace dos años, ante un fiscal de Justicia y Paz, el desmovilizado jefe paramilitar Iván Roberto Duque se despachó con una versión que puso a pensar a la Fiscalía en otro camino para evitar la impunidad. El Espectador tuvo acceso a esta declaración y por considerarla de interés público divulga íntegramente su contenido. Pero, ¿qué dijo Duque? Esta es su versión.
En esencia, Iván Roberto Duque, más conocido como Ernesto Báez, concretó su testimonio a través de tres encuentros directos que tuvo con Jaime Rueda Rocha, el asesino material de Luis Carlos Galán. Según él, después del magnicidio, todo cambió en Puerto Boyacá y al jefe militar de las autodefensas de la región, Henry Pérez, "se le complicó la vida". Por eso, le pidió al entonces sacerdote Carlos Enrique Ciro que viajara a Bogotá y concertara una cita con el director del DAS de la época, general (r) Miguel Maza Márquez.
Supuestamente, después de la cita, Henry Pérez volvió a exhibirse en Puerto Boyacá y meses más tarde, tras fugarse de la cárcel en septiembre de 1990, el mismísimo Rueda Rocha reapareció en el municipio escoltado por desconocidos. Según Báez, en el primer encuentro, el asesino le dijo que había viajado al Magdalena Medio "enfierrado" porque ya estaba acordada "esa vuelta". Presuntamente se trataba de una alianza entre el DAS y las autodefensas de esa región para combatir a Pablo Escobar.
La segunda reunión tuvo lugar después del asesinato de Henry Pérez, perpetrado en julio de 1991. Según Báez, Rueda Rocha le dijo que a su patrón Pérez le habían incumplido y, particularmente, mencionó a Jacobo Torregrosa, jefe de escoltas de Luis Carlos Galán, diciendo que se había quedado con una plata. Supuestamente, Rueda Rocha le dijo que Torregrosa era el consentido de Maza Márquez, pero que al momento del ataque a Galán él (Rueda) y su gente portaban carnés del B-2 del Ejército.
En el último encuentro, dijo Báez, Rueda Rocha volvió a hablarle del DAS, pero tampoco le aclaró detalles porque todo había pasado por el control de Henry Pérez. Rueda Rocha fue asesinado en 1992 y, para esa fecha, la mayoría de sus cómplices habían corrido la misma suerte. En otras palabras, Iván Roberto Duque dejó entrever que el asesino material de Luis Carlos Galán estuvo protegido por el DAS, a raíz de que su jefe, Henry Pérez, colaboraba con el organismo para combatir a Pablo Escobar.
Además, Báez sugirió que toda la verdad de la violencia en Puerto Boyacá la tuvo en sus manos el ex comandante del batallón Bárbula, coronel Luis Arsenio Bohórquez Montoya, quien supuestamente poseía unos casetes en los que comprometía a varios generales de las Fuerzas Militares en nexos con las autodefensas. Bohórquez Montoya también fue asesinado y, según Báez, su error fue haberle comentado a una revista la existencia de ese material, cuyo conocimiento era exclusivo de Henry Pérez.
La larga exposición de Ernesto Báez, buena parte leída del documento que forma parte de su libro en preparación, deja ver varias perlas que tendrá que aclarar la justicia. Él dice que en 1989 empezó a gestionar con el ministro de Gobierno, Horacio Serpa, una salida política para las autodefensas. La realidad es que Serpa sólo fue ministro en marzo de 1990. El propio Ernesto Báez intentó llegar al Congreso ese año y se ahogó en las elecciones, aunque intentó ganar una curul a través de una demanda administrativa.
El testimonio de Báez es confuso, pero de alguna manera es el punto de partida del nuevo enfoque en la investigación del caso Galán. De ahí en adelante muchos han declarado. Los escoltas que sobrevivieron a Galán; el ex director de la Dijín, Óscar Peláez Carmona; el ex sacerdote Carlos Enrique Ciro; la ex vedette de televisión Virginia Vallejo; el ex alcalde de Puerto Boyacá Luis Alfredo Rubio Rojas; el ex general de la Policía Víctor Hugo Ferreira; y, por supuesto, el ex director del DAS general (r) de la Policía Miguel Maza Márquez.
Procesalmente el caso sigue enredado, aunque la Procuraduría quiere resolverlo con un plumazo. Desde el día del magnicidio de Galán Sarmiento está claro que su esquema de seguridad fracasó rotundamente y, más contundente aún, que la investigación se desvió a propósito. Un mes después del crimen la justicia tuvo en sus manos a los verdaderos asesinos, pero dejó que los mataran uno a uno tratando de imponer otra hipótesis. ¿Quiénes estuvieron detrás de esta acción ilícita? Esa es la veta que durante 20 años nadie ha querido explorar con suficiencia.
¿Por qué Peláez Carmona señaló con vehemencia a quienes no eran los asesinos? ¿Por qué Maza Márquez lo secundó en la idea? ¿Quiénes eran los fiscales y jueces que terminaron avalando las pesquisas de la Dijín y el DAS? ¿Es cierto lo que hoy dice Báez a sabiendas de que hace dos décadas su principal detractor era, precisamente, Maza Márquez? No es fácil enderezar un expediente que duró tanto tiempo enmarañado y sometido a la violencia. Lo único claro es que a Galán lo asesinó una organización muy compleja. A lo mejor no es tarde para empezar a entender cómo se fabricó el complot.
El caso del coronel Luis Bohórquez
El coronel Luis Bohórquez Montoya fue comandante del batallón Bárbula de Puerto Boyacá entre 1987 y 1989. Este último año fue desvinculado de las Fuerzas Militares por nexos con el paramilitarismo.
En su declaración ante Justicia y Paz, el ex jefe paramilitar 'Ernesto Báez' lo menciona y sostiene que fue asesinado porque públicamente amenazó a sus superiores con poseer unos casetes que los comprometían.
El coronel Luis Bohórquez fue asesinado en junio de 1991 en Bogotá, pero sus denuncias fueron ventiladas desde abril de 1989, cuando el entonces comandante del Ejército, Nelson Mejía Henao, ordenó su traslado.
El pasado 3 de julio, la Fiscalía escuchó en declaración al general (r) Nelson Mejía Henao. Ese mismo día escuchó al general (r) de la Policía Víctor Ferreira Avella, quien 20 años antes hizo graves acusaciones contra varios de sus superiores.
En otras palabras, a raíz del caso Galán, la Fiscalía está escuchando a todos aquellos personajes que fueron cruciales hace 20 años. Desafortunadamente lo hace a las puertas de la prescripción del expediente Galán.
Hace dos décadas, estos mismos personajes eran protagonistas en la vida nacional. Hoy están retirados y manejan a sus anchas sus versiones. ¿Podrá la Fiscalía General llegar a la verdad después de tantos vejámenes y tantos enredos?
Esta semana es crucial para que el ente investigador determine cómo evitará que el caso Galán se cierre.
[Fuente: El Espectador, Bogotá, 18ago09]
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