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09jul06


Vicenç Fisas portavoz del modelo de paz sin justicia que defiende el Ministerio de exteriores Español.


Vicenç Fisas tiene en su haber varios premios, pero a este profesor catalán no le emociona tanto los galardones a pesar de tener cargos como director de la Escuela de Cultura de Paz y titular de la Cátedra Unesco sobre Paz y Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Barcelona. A él le emociona más saber que lo reconocen como un hombre que contribuye a la busca de soluciones de los conflictos armados en el mundo.

Fisas vino a Colombia esta semana a presentar el Anuario 2006 de procesos de paz, un texto en el que se analiza las negociaciones existentes en 30 conflictos internacionales, incluido el caso colombiano. Es un libro que pone a disposición del país temas que contribuyen a esa búsqueda de la paz, tan esquiva en nuestra patria.

Es por eso que plantea que en un eventual proceso de negociación deben estar presentes guerrilla, Auc, "narcos", militares y Estados Unidos.

P. ¿Por qué cree que el conflicto en Colombia ha durado tanto?

R. Creo, sinceramente, que es más una lectura introspectiva de cómo son los propios grupos armados que la propia realidad del país, que ha ido transformándose, y donde no necesariamente la existencia de éstos va a lograr las transformaciones profundas que ellos mismos quieren. Es, por tanto, una paradoja la que estamos viviendo en estos momentos.

P. ¿Qué necesita el país para la paz?

R. Colombia necesita cambios muy profundos, sin lugar a dudas, y hay múltiples sectores que así lo demandan, lo explicitan y lo concretan. Lo que está en cuestión es, en estos momentos, si la vía armada puede aportar elementos de transformación, y más bien estamos viendo que genera dinámicas en sentido contrario: se aumenta la militarización del país, se reproduce el fenómeno del narcotráfico vinculado con la guerra y el crecimiento del paramilitarismo. Por tanto son tendencias que no favorecen a lo que es lograr experiencias de democratización del país a través de experiencias de gobernabilidad. Yo creo que las últimas elecciones, con un buen resultado electoral para el Polo, da posibilidades de que un año o más, en muchos municipios hayan candidaturas alternativas que puedan tener su espacio. Todo esto es lo que, entiendo, va a permitir la progresiva democratización del país.

P. Para usted, ¿los grupos guerrilleros tienen carácter político o son simples terroristas o narcotraficantes, como dicen los contradictores de ellos?

R. Sí que tienen un carácter político todavía. El calificativo de la palabra terrorista no sirve para nada, muy poco clarifica las cosas. Un grupo político con mucha ideología puede hacer actos militares y actos terroristas; esto está claro y eso es lo que ocurre en Colombia. Un acto terrorista es cuando las víctimas son sectores de la población civil y cuando se hacen actos que afectan de manera indiscriminada. Esto ocurre y lo han aplicado las autodefensas y las Farc, y en menor grado el Eln. El narcotráfico ha estado intrínseco en el desarrollo y la existencia de las Auc. Se encuentra también que con el transcurso de los años forma parte de la estrategia de supervivencia de las Farc, y por este motivo es que insisto en que la solución al conflicto colombiano amerita que se aborde el tema del narcotráfico sin miedos, pues es un actor más del conflicto.

P. ¿Lo que usted plantea es sentar en una misma mesa a guerrilla, Auc, "narcos", e incluso a militares?

R. Sentar, es como muy precipitado; esto pudiese ser el final de la historia, pero tiene que haber un proceso de convergencias, de que se entienda que el conflicto en Colombia no lo resuelve una sola de las partes, sino donde todos los implicados entren a formar parte en la búsqueda de la solución, y ahí entran actores militares, políticos, "narcos" y todos los factores de poder. Incluso otros países, como Estados Unidos, que tendrá que participar en la búsqueda de la solución.

P. ¿Cómo hacer para juntar estas propuestas y que no terminen en otra frustración?

R. Creo que estamos, en primera instancia, ante un desafío comunicativo para que pueda intercambiarse ideas y propuestas. Esto se ha hecho en muchos sitios, y no es fácil, pero es una propuesta que hago. De la misma forma que hay una casa de paz que alienta el proceso del Eln. Las Auc han abierto Villa Esperanza, sólo faltaría la tercera, un sitio donde personas que pudieran interpretar a las Farc, donde hagan sus consultas y sus rondas. Que hubiera una triangulación de ideas; éste podría ser el inicio de un experimento interesante.

P. ¿Cómo un proceso de paz afecta las solicitudes de extradición de los jefes de los grupos armados colombianos?

R. Yo solamente creo que no es útil para avanzar en un proceso, durante la negociación y fases posteriores. Bueno, la extradición no se practica en muchos países para manejar un proceso de paz, yo lo veo más como un inconveniente.

P. ¿Cuál es el sustento para afirmar que con Uribe hay posibilidades de negociar la paz?

R. Yo creo que sí. Él tiene la legitimidad, la autoridad, y creo que terminará de lograr eso en este segundo mandato.

P. Conociendo la insurgencia colombiana, ¿cree que eso es factible?

R. El Eln ya está en un proceso lento, pero necesita su ritmo y es un ritmo que puede perfectamente finalizar durante este mandato presidencial. Las Farc han estado lanzando unos guiños y mensajes que podrían permitir, no muy tarde, un acuerdo humanitario, y el Presidente ha mostrado una flexibilidad como para que sea posible un inicio de proceso.

P. ¿En cuánto tiempo?

R. Yo creo que se dará a más tardar en un par de años.

P. Se entiende que un proceso de paz es para solucionar los problemas de un país. Pero hay casos donde no.

R. Pero en esto no tiene la culpa el proceso de paz, sino que después de firmarse una cuerdo de paz viene la tarea difícil de construir. O sea, la justicia social, el empleo y la educación para todos; esto no se impone por un decreto ley. No viene de golpe jamás, esto es una cosa que se va construyendo poquito a poquito con empeños, con la participación de todos los sectores, incluidos los que antes estaban alzados en armas.

P. Entonces, ¿para qué un proceso?

R. Al fin y al cabo, un acuerdo de paz es la obtención de garantías de que los grupos alzados en armas puedan tener seguridad en la participación política, en unos compromisos concertados con todos los sectores de poder y que el país necesita unos cambios y que hay delimitar unas metas. Si se llegan o no a estas metas, es responsabilidad de todos.

P. ¿Cómo evitar la dependencia económica externa cuando se inicia un proceso de paz?

R. En el caso colombiano, no creo que se trate tanto de mendigar en el exterior, sino justamente es en esta mirada de futuro y de transformación del país –para evitar esta tremenda exclusión económica y política que hay en la actualidad– que tiene que haber un compromiso muy claro no sólo del Estado sino de la clase empresarial, que tiene que poner recursos necesarios para desarrollar estos programas que se tienen que hacer dentro de un proceso de paz.

[Fuente: Enrique Rivas G., El Espectador, Bogotá, Col, 09jul06]

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