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27nov17


La disidencia de las FARC llega ya a los 700 combatientes


Colombia ha recordado estos día la firma, hace justo un año, del acuerdo de paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Y lo ha hecho con un extenso informe de la Fundación Paz y Reconciliación en que se examina la implementación de la hoja de ruta aprobada entre las partes. Aunque el informe, titulado «Terminó la guerra, el postconflicto está en riesgo», hace un balance positivo, con algunas importantes carencias, también alerta del fortalecimiento «de manera significativa» de la disidencia y deserción del grupo armado.

Alrededor del 10% de la fuerza combativa de las FARC sigue operativa y existe el riesgo de que, ante las dificultades de inserción social que comienzan ya a manifestarse, guerrilleros que han dejado las armas vuelvan a reincidir, según precisa el documento. De momento, la disidencia está formada por unos 700 combatientes.

Unos 6.800 miembros de la principal guerrilla colombiana han quedado desmovilizados y han entregado 8.994 armas, lo que supone una media de 1,3 armas por personas. Se trata de un ratio muy por encima del registrado en el desarme hace algo más de diez años de los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (0,6), y del vivido en los años 90 al término de los conflictos de Guatemala y El Salvador. Es posible que las FARC tuvieran un mayor arsenal que esos otros grupos armados (de hecho, las autoridades no se han hecho aún con todo el material bélico de las FARC), pero ciertamente las cifras de desarme son elevadas y no parece que de aquí vaya a surgir un especial problema en la implementación de la paz.

Reclutamiento en expansión

El problema está en los guerrilleros y en las armas de quienes no han acatado la decisión de la dirección de las FARC de dejar la violencia para integrarse en la vida política (ahora con el nombre de Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común), con el máximo dirigente,Rodrigo Londoño(alias Timochenko), ahora convertido en candidato a las presidenciales de 2018.

La Fundación Paz y Reconciliación estima que hay activos unos 700 guerrilleros disidentes o desertores de las FARC, repartidos en 15 grupos, en 43 municipios. Los grupos más grandes están en los departamentos de Cauca y Nariño, en el suroeste, próximos a la frontera con Ecuador, y en el de Guaviare (con extensión en los de Meta, Vichada y Vaupés), en el centro-sureste del país.

Se trata de dos de las tres áreas que en la actualidad cuentan con mayor producción de cocaína, actividad que durante años han controlado las FARC y que han llenado las arcas de la organización (dinero que no ha emergido públicamente y que se supone que servirá para las campañas del nuevo partido). La tercera área de mayor cultivo de coca es el Norte de Santander, departamento junto a la frontera con Venezuela, de fuerte presencia del Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda guerrilla colombiana en importancia, que también ha abierto negociaciones con el Gobierno.

El mayor grupo disidente es el centrado Guaviare, en el que se ha producido una convergencia entre la disidencia de lo que era el Frente 1 de las FARC, de Néstor Gregorio Vera (alias Iván Mordisco), y unidades del Frente 7 encabezadas por Miguel Santanilla (alias Gentil Duarte). Se trata de un grupo en expansión, al que en septiembre se unieron también efectivos capitaneados por Edgar Salgado (alias Rodrigo Cadete). El foco alcanzaría en estos momentos una fuerza de 550 combatientes, de los que al menos 450 serían de las FARC.

El grupo está reclutando efectivos y se está expandiendo, de forma que ha sido capaz de fortalecer su estructura en el último trimestre. «Las debilidades en materia de reincorporación, el reclutamiento por distintos medios y la débil acción del Ejército en Guaviare han favorecido este proceso», según indica el informe.

Difícil reinserción de mandos medios

Este considera que «no existe ningún tipo de vínculo entre los miembros de las FARC en proceso de reincorporación [social] y los denominados desertores y disidencias del mismo grupo (...) Es decir, no hay pruebas que indiquen que estos grupos son el Plan B o una retaguardia de las FARC».

Rota la vinculación con unas FARC ahora convertidas en partido político, esos grupos pasan a ser catalogados únicamente por su actividad delictiva, etiquetados de momento como Crimen Organizado Residual de las FARC (COR-FARC).

El informe estima que el hecho de que el acuerdo de paz no estableciera ningún trato diferencial para los cuadros medios de la guerrilla puede favorecer que cierto número de ellos vuelva a su antigua actividad: «La situacion de los mandos medios de las FARC es muy preocupante. No es facil convencer a un mando medio que generalmente está en el momento productivo mas importante de su vida (entre los 30 y 40 años de edad) a que abandone una carrera en la que generalmente lleva la mitad de su vida, particularmente cuando este tiene poder de injerencia territorial en lo social, economico y politico; cuando recibía y administra cientos de millones de pesos al mes en rentas para decenas de personas que lo o la acompañan, y donde tiene una autoridad en la comunidad».

Por esta y otras razones, la Fundación Paz y Reconciliación asegura que la reincorporación «está en crisis». A esa crisis también contribuye el hecho de que 21 exguerrilleros y 11 de sus familiares hayan sido asesinados desde que dejaron las armas.

[Fuente: Por Emili J. Blasco, ABC, Madrid, 27nov17]

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