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10may09


El primer militar que denunció 'falsos positivos' en Norte de Santander está preso


En entrevista con eltiempo.com, el sargento Alexander Rodríguez Sánchez dijo que nadie quiso oir sus advertencias. Si lo hubieran escuchado, señala, 'los muchachos de Soacha estarían vivos'.

En un patio de la cárcel Modelo, de Bogotá, Rodríguez espera que en menos de un mes un juez determine si es responsable de extorsión.

Lo capturó el Gaula del Ejército en diciembre, bajo cargos de participar en un plan delincuencial contra un abogado de Bogotá.

Se trata del mismo hombre que hace más de un año apareció en Bogotá denunciando que miembros de su unidad militar, la Brigada Móvil 15, asesinaron a civiles en la zona de El Tarra (Norte de Santander) y los presentaron como supuestos irregulares muertos en combate.

La Brigada fue uno de los batallones más cuestionados en el escándalo de los 'falsos positivos'. Sus mandos fueron retirados del Ejército y finalmente el Gobierno decidió acabarla.

Desde finales del 2007 denunció ante la Procuraduría, la Fiscalía y el mismo Comando del Ejército ---que le dijo a EL TIEMPO que no iba a pronunciarse sobre el caso--- que la Móvil 15 había 'clonado' a una persona que reportó como muerta en combate, pero que finalmente sobrevivió y logró escapar.

Este es su testimonio:

"Llevaba 18 años y 22 días en el Ejército cuando me llamaron a calificar servicios.

Esta historia empieza cuando llegué a la Brigada Móvil 15 y la unidad no daba resultados simplemente porque los guerrilleros no daban la pelea. Nosotros estábamos a la ofensiva, pero de enfrentamientos reales no había nada, además porque los subversivos llegaban de civil. Nuestro comandante era el coronel Santiago Herrera Fajardo. Después de unos meses empezó la presión de él a los comandantes del batallón para que dieran resultados, porque el general Mario Montoya, entonces comandante del Ejército, también presionaba a la gente.

La presión era constante. Yo era del Batallón de Contraguerrilla 98, compañía Corea, y operábamos en El Tarra, San Calixto y Convención.

En el 2007 mi batallón empezó a dar resultados operacionales y los que no compartíamos las políticas del coronel Herrera, pues "sobrábamos" como dicen aquí en la cárcel. Una de esas cosas era que la unidad cargara armas adicionales, como pistolas, morteros hechizos y otras armas. Estas no hacían parte del armerillo, pero las tenían de 'reserva'. Eran prácticamente para ponérselas a los capturados o los muertos, triste decirlo pero cargaban un kit para capturas y muertes: uniforme y armamento.

Mi comandante directo era el capitán Weiman Navarro. Mi mayor Roso Teherán era el comandante del batallón, pero él no mandaba, el que disponía del batallón era el comandante de la brigada, el coronel Herrera. En muchas ocasiones el comandante de la brigada desautorizaba al mayor. Le recordaba que el que daba las bajas era él.

Él (el coronel Herrera) tenía contacto directo con el capitán Navarro, al punto que las comunicaciones por radio se cortaban y resultaba dando las órdenes por celular. Además, ellos trabajaban un informante al que le decían 'Andres' y le prometieron un millón por cada fusil que entregara, no sé qué más le prometerían.

Yo salí a mediados del 2007 a hacer curso de ascenso a Bucaramanga para sargento primero. Al regreso, en el mes de octubre, me embarcaron en un helicóptero para meterme al área. Allí iban tres personas del CTI para hacer un levantamiento en la vereda Santa Catalina, cerca de San Calixto. Ahí fue la primera alerta por unas bajas y unos positivos que habían reportado.

Cuando llegamos al sitio, que era una casa con un cultivo de coca cercano, estaba a 50 metros el cadáver de una persona. Busqué a un sargento curso mío (Ordóñez) y le pregunté sobre el combate. Su respuesta me dejó atónito:

"Mi primero, nos tocó hacer esta vuelta porque hace cinco días tumbamos un man y lo reportamos a la media noche y en la mañana cuando fuimos a dar las coordenadas para que lo recogieran, el tipo ya no estaba. Pensamos que ya estaba muerto... pero desapareció", me contó.

A raíz de esto el coronel Herrera empezó a presionar por el error y necesitaban un cuerpo para entregar. Al muchacho le habían puesto una pistola al lado, pero no contaron con que él estaba vivo.

Después supe que el joven, que se llama Villamil Rodríguez Figueroa apareció en un hospital, creo que de Ocaña o Convención. Entonces el coronel Herrera y el capitán Navarro armaron una carpeta, señalando que era un guerrillero, lo ubicaron, lo capturaron y lo judicializaron alegando que era el guerrillero que estaba con el supuesto subversivo muerto, que en verdad era él mismo.

De todas maneras el muerto que reportaron, apareció. Fue un señor que consiguió este informante 'Andrés. A él le pagaron por esa baja y por otra que entregó cinco días después.

Pensé por muchos días qué hacer y me decidí a pasar el reporte. Esto coincidió con mi traslado al Batallón Colombia, en Tolemaida, pues ya llevaba 22 meses en la unidad. Pero, por orden del comandante del Ejército, echaron el traslado para atrás y me devolvieron a la Móvil 15.

Cuando volví, un compañero me advirtió que me iban a matar. No sé si el coronel Herrera sabía todo lo que estaba pasando, lo cierto es que allá no se movía una aguja sin su autorización.

Siempre tuve el temor de que me presentaran como un falso positivo de la guerrilla, o sea, que me mataran y me presentaran como muerto en combate por las Farc. A partir de ese momento tenía un estrés y un miedo impresionante, aparte de eso estaba afrontando un episodio muy difícil con mi esposa que se había llevado a mis hijos. Además, el capitán Navarro me hizo el peor folio de vida después de que llegué del curso de ascenso, en menos de un mes, como si yo fuera el peor de los militares.

Lo más paradójico es que cinco días después de haber presentado la denuncia formalmente ante la Fiscalía, el16 de diciembre del 2007, me llamaron a calificar servicios bajo la medida discrecional. La Fiscalía me acogió en el Programa de Protección de Testigos, pero luego me retiré.

Ahora resulta que estoy en la cárcel por extorsión. Un joven me buscó contándome que lo habían contratado para asesinar a un abogado y me pidió que lo ayudara porque él no lo quería hacer. Yo le dije que lo podía conectar con la Fiscalía y le pedí que me diera el teléfono del abogado para hablar con él y advertirle. Todo se resume en que después de ese episodio el mismo Gaula del Ejército me captura dizque extorsionando a este señor. Me trataron como a un criminal, me capturaron el pasado mes de diciembre y ahora estoy esperando, en este patio, a que me definan la situación.

Lo único que queda claro es que si me hubieran prestado atención, cuando yo denuncié las muertes en El Tarra, y los comandantes responsables de la zona hubieran aplicado los correctivos, los muchachos de Soacha y otro grupo de jóvenes, estarían vivos y el Ejército no estaría pasando por esta vergüenza".

[Fuente: Redacción Justicia, El Tiempo, Bogotá, 10may09]

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