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07feb18


Un año de diálogos oxigenó al Eln


En el papel los avances de la mesa de Quito, que hoy cumple un año, no son importantes, es más, como diría Víctor de Currea Lugo, uno de los analistas más cercanos a este proceso de paz, esta negociación parece más dos monólogos que un diálogo.

El Gobierno y el Eln no han logrado hasta ahora ningún acuerdo a futuro y el compromiso de dejar la mesa en un punto de no retorno para el momento en que un nuevo mandatario llegue a la Casa de Nariño, al parecer, no se concretará. La guerrilla no ha mostrado ningún afán y, según Eduardo Álvarez Vanegas, coordinador del área de Dinámicas del Conflicto de la Fundación Ideas para la Paz, ahí estuvo el desencuentro fundamental.

El Gobierno Nacional aseguró que el cese el fuego bilateral nacional de 101 días y las audiencias preparatorias del punto 1 de la agenda, en las cuales se escucharon a 211 organizaciones sociales, gremiales, estatales y de la sociedad civil, "fueron una clara demostración de que la mesa de diálogo puede ofrecer resultados ciertos y constatables por las comunidades y el país entero".

Un año con pocos avances

La negociación empezó formalmente después de resolver, a medias, una gran crisis: la del secuestro. El Eln no ha renunciado a esta práctica. Sin embargo, para que las negociaciones arrancaran liberó algunos secuestrados, entre ellos el exgobernador de Chocó, Odín Sánchez.

Otro momento complejo se generó cuando se evaluaban las condiciones para el cese el fuego bilateral. El Eln no renunciaba al secuestro y contestaba que el Gobierno tenía que asumir su responsabilidad en el asesinato de líderes sociales porque eso no les brindaba confianza para una eventual dejación de armas, aun cuando este tema no era un compromiso previo para abordar la negociación.

En diciembre hubo otro estancamiento: la delegación del Gobierno, encabezada por Juan Camilo Restrepo, renunció, según conoció EL COLOMBIANO por la existencia de una mesa paralela integrada por el senador Iván Cepeda y el exministro Álvaro Leyva, lo que deslegitimaba a la delegación oficial ante el Eln.

Este primer aniversario se cumple justamente en un momento de crisis, ambas partes exigen cosas que, por ahora, resultan difíciles de cumplir, en gran medida por las líneas rojas que se han trazado en los dos equipos negociadores.

El Gobierno pide que el Eln acepte un nuevo cese bilateral del fuego que provea alivios humanitarios. El Eln, por su parte, reclama que el Ejecutivo cumpla su palabra y se siente a negociar la agenda, sin ceses de por medio. El argumento es que el diálogo se ha centrado en la suspensión de hostilidades y, por el contrario, los puntos acordasdos para la discusión se mantienen en el congelador.

Sin embargo, este fue un año de aprendizajes: el Gobierno y el país vieron aspectos que no eran conocidos de esa guerrilla. Así lo señaló Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para Análisis del Conflicto, Cerac: "el Eln cada vez tienen más comando y control. Hace un año nos la pasábamos hablando de que era una organización federada y hoy en día es más cohesionada".

El cese el fuego que rigió entre el 1 de octubre de 2017 y el 9 de enero pasado fue muestra de eso, dentro de los márgenes el Eln cumplió e informó cuando no lo hizo.

Así mismo, al terminar su vigencia, la guerrilla arreció su ofensiva militar y mostró que es una fuerza en expansión y no en decadencia como se ha sostenido constantemente de parte de las autoridades militares, de policía y el Gobierno.

El Eln żmás fuerte?

Jeremy McDermott, codirector de Insight Crime, explicó que el aspecto militar del Eln puede leerse en dos sentidos: hay lugares donde su accionar no ha cambiado, como ocurre en Arauca y Norte de Santander, regiones de presencia histórica de esta guerrilla. Pero hay otras zonas donde se ha fortalecido como la costa Pacífica.

"Al fin del año pasado, pasamos casi un mes en el Chocó donde vimos un empalme entre elementos de las Farc con los elenos, algo que debía estar planeado desde hace más de un año. Cuando los urabeños llegaron por la zona de Riosucio vimos los elenos fortalecidos con milicia fariana", señaló el investigador.

Ese centro de investigaciones ha logrado identificar que importantes reductos de las milicias de las Farc decidieron trabajar con el Eln en Antioquia, Chocó, parte de Nariño y Cauca, para proteger sus propiedades, inversiones y familias. Finalmente, les resultaba mejor colaborar con los elenos que enfrentar el riesgo con grupos ilegales como "los Urabeños".

Para Álvarez Vanegas, la acción militar del Eln tiene tres perspectivas: la primera es el fortalecimiento en sus zonas históricas como Catatumbo, Bajo Cauca y Nordeste antioqueños, centro y sur de Cauca, centro y sur de Chocó, el piedemonte y el Pacífico nariñense.

Segundo, la expansión a zonas donde antes estaban las Farc, que no son de grandes ejércitos, y que se da de manera paulatina en el norte de Chocó, el eje que rodea los bordes del Nudo de Paramillo (sur de Córdoba y Cáceres, Valdivia, Yarumal e Ituango, en Antioquia), Arauca colindando con Vichada y hay recientes reportes entre Guajira y Cesar.

La tercera es el uso de brazaletes del Eln sin confirmación de si se trata de una presencia real de ellos en terreno, como ocurre en zonas de Cauca y Vichada.

"Es una expansión importante, pero es paulatina, por lo que no se puede exagerar, planteando que los elenos están en todo el país", explicó Álvarez Vanegas.

Por su parte, Germán Valencia, investigador de Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, consideró que esa insurgencia se venía fortaleciendo desde el 2009, pero la salida de las Farc ha permitido su expansión.

"No se sabe si consiguieron armas, camuflados, tecnologías, pero su presencia es más visible, y como no hay presencia de Farc y hay un enfrentamiento continuo contra las Bacrim encontramos una mayor presencia. Se ha intensificado una guerra en la que parece el Eln como un actor importante", dijo el profesor.

Sin embargo, el director del Cerac cree que no hay una expansión ni un fortalecimiento por parte del Eln, sino, por el contrario, cada vez está más débil por los enfrentamientos con el Clan del Golfo.

Negociación, en el limbo

El Gobierno aseguró que "la voluntad del presidente Santos para lograr un acuerdo definitivo ha sido y sigue siendo clara. Que así sea, depende de la coherencia y voluntad política del Eln y de la capacidad de obtener ese objetivo", y la forma de hacerlo es retomar el cese el fuego bilateral.

"El Gobierno está atendiendo el clamor de la población civil y de la comunidad internacional, para que se preserven los logros del cese el fuego que terminó el 9 de enero. Atender ese clamor fortalecería la legitimidad de la mesa ante la opinión y, además, generaría condiciones indispensables para poder hacer un amplio ejercicio de participación donde estén presentes las comunidades en los territorios, como es la voluntad del gobierno", señaló el Ejecutivo.

El Eln, por su parte, dijo que se comprometió a abordar la agenda de negociaciones y que está dispuesto a hacerlo en medio del conflicto o con un nuevo cese el fuego, en nuevas condiciones.

Hoy que inicia el segundo año de las negociaciones, la mesa parece congelada y quienes fueron siempre optimistas han dejado de serlo ante las pocas señales de una consolidación de estos diálogos.

[Fuente: Por Olga Patricia Rendón M., El Colombiano, Medellín, 07feb18]

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