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12abr06
Y ahora que actúe la justicia.
Siempre hemos condenado -y en eso somos autocríticos- la omnipotente facultad que muchas veces creen tener algunos medios de comunicación, para juzgar y condenar a las personas y en especial a los servidores públicos por las actuaciones de estos últimos frente a la administración. El papel de los medios es fundamental en el desarrollo de toda sociedad. Y actúan en representación de ella como fiscales de la opinión pública para preservar y salvaguardar el bien común, las buenas costumbres y la moral. Se pregona al unísono la defensa férrea de los dineros públicos y la pulcritud de quienes ostentando las más altas dignidades del Estado deben observar frente a sus conciudadanos.
A propósito de lo que todo el mundo conoce como el escándalo del DAS, los dos principales semanarios de Colombia, Cambio y Semana, han tratado de manera consecutiva y durante 15 días el tema. Aquí en HOY DIARIO DEL MAGDALENA igualmente le hemos dado todo el despliegue que el asunto amerita, presentando desde luego las versiones de todos los protagonistas, empezando por el señor Presidente de la República hasta los otros involucrados o mencionados en las acusaciones que el país conoce, de parte del ex jefe de Informática del DAS, Rafael García. Creemos que ningún otro periódico en el país ha sido más fluido en información sobre el tema que nosotros, y como están involucrados respetables y conocidas personas de la sociedad y el empresarismo del Magdalena, que nos merecen la más alta consideración en razón de lo que en el trasegar de su vida pública y privada han representado para la comunidad, es que somos partidarios, como muy seguramente también lo son millones de compatriotas, que después de las denuncias conocidas, se deje actuar de manera serena y sin presión de ninguna naturaleza a la justicia colombiana.
Nadie podrá dudar de la imparcialidad y rectitud con la cual, organismos como la Fiscalía General de la Nación en lo de su competencia y la Procuraduría en lo de su órbita asumirán tan delicado episodio en la vida más reciente del país.
Ahora bien. Siquiera la posibilidad de que en el DAS se fraguaran asesinatos de activistas colombianos y magnicidios en países vecinos, como el del Fiscal de Venezuela, Danilo Anderson, parecerían propios de novelas policíacas y de espionaje, nacidas de una imaginación febril. Es común aquí y en cualquier país que una institución cualquiera tenga algunas manzanas podridas, pero que la entidad investigativa adscrita a la Presidencia de la República -como lo es el DAS- dispusiera operativos de escolta y de transporte para jefes paramilitares es inconcebible, como lo es que se hubiesen cometido supuestos fraudes electorales de la magnitud de los que se habla.
No es casualidad, naturalmente, que este escándalo haya estallado durante una campaña por la Presidencia, con el candidato presidente encabezando de lejos las encuestas a pesar de la encarnizada oposición. Si apenas una fracción de las acusaciones fuese cierta, es probable que el famoso “efecto teflón” mediante el cual todo le resbala al Presidente llegue a su final. Es imperativo que todas las acusaciones se prueben o se desmientan cuanto antes, ya que aunque está en juego el resultado de las elecciones, importa mucho más el enorme poder destructivo que la incertidumbre ejerce sobre la credibilidad de Colombia y de sus instituciones dentro y fuera de sus fronteras, y que se carcoma así su democracia. Pero también es necesario resarcir el pellejo de quienes hoy han estado en la picota pública. No es lógico que la sociedad ampare esta clase de espectáculos buscando los efectos de una justicia show, cuando lo que de verdad se debiera perseguir por todos es la concurrencia de un no rotundo contra esta clase de eventualidades que menoscaban la institucionalidad y atentan contra el orden democrático.
Nuestro profundo respeto por los órganos de justicia -así no se compartan algunas de sus equivocadas decisiones- nos lleva a decirles a los lectores que ciertamente este es una prueba difícil para un gobierno que no ha escatimado esfuerzos por combatir lo que precisamente hoy se le enrostra. Ya habrá tiempo entonces para saber qué decisiones se tomarán.
[Fuente: Editorial, Diario del Magdalena, Santa Marta, Col, 12abr06]
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