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06jul10
El crimen de Guillermo Cano es de lesa humanidad
La Fiscalía declaró la muerte del ex director del diario El Espectador Guillermo Cano Isaza como un delito de lesa humanidad. Eso quiere decir que su asesinato, ocurrido el 17 de diciembre de 1986, es un delito que jamás prescribirá.
El fiscal de derechos humanos que tiene el caso consideró que este homicidio hizo parte de "un plan sistemático y generalizado" que los narcotraficantes colombianos desarrollaron en aquel momento contra periodistas, líderes y dirigentes políticos que defendían la extradición.
Horas antes de que lo mataran al salir en la noche de las instalaciones del diario, en la Avenida 68 en Bogotá, Cano acababa de escribir unas líneas que decían: "Así como hay fenómenos que compulsan al desaliento y la desesperanza, no vacilo un instante en señalar que el talante colombiano será capaz de avanzar hacia una sociedad más igualitaria, mas justa, más honesta y mas próspera".
Según escribió Daniel Coronell en la columna 'Guillermo Cano: La memoria y el olvido', "Ese 17 de diciembre, a la hora del almuerzo, don Guillermo Cano escarbó en sus bolsillos, revisó cada cajón del escritorio. Buscaba las llaves del carro porque quería ir a su casa a almorzar. No las encontró y, con su timidez de siempre, pidió que un carro del periódico lo llevara. Los sicarios lo esperaban afuera, pero como iba en un carro distinto pensaron que podía ser otro y después de seguirlo por unas cuadras lo dejaron ir. Pasó plácidamente esas últimas horas en su hogar, volvió al periódico y poco después de cerrar edición a las 7:15 de la noche, agarró las esquivas llaves del Subaru y salió a encontrar la muerte".
El periodista, que manejaba su vehículo, murió inmediatamente. Don Guillermo Cano dirigía en ese entonces El Espectador, uno de los medios más críticos del poder corruptor del narcotráfico. De hecho, el narcotraficante Pablo Escobar le cobró esa valentía hace 22 años. La justicia, hasta el momento, sólo ha castigado a Luis Carlos Molina Yepes, condenado a 16 años y ocho meses de prisión por el delito de homicidio agravado. Molina Yepes fue asesinado cuando apenas llevaba seis años tras las rejas.
"Cano, a pesar de haberse convertido en una de las voces más importantes del periodismo y el acontecer nacional, no era reconocido como hombre público. No había nadie más reacio a los honores personales y más esquivo a los halagos de poder. Detrás del arco de sus lentes de miope se escondía un personaje sencillo. De pocos, pero de buenos, amigos. De noches de tango y póker en familia. Que prefería quedarse en casa con su esposa viendo series americanas en la televisión antes que asistir a un coctel con la alta sociedad", dice un perfil que publicó la revista SEMANA en 2006.
Desde esa vida discreta que le gustaba mantener, no se limitó a observar cómo el narcotráfico se iba tomando el poder, sino que, cuantas veces pudo, lo denunció y lo criticó en sus editoriales. "El Estado no puede entregárseles a quienes actúan al margen de la ley, contra la ley y a pesar del rigor de la ley. Sería tanto como entregar una fortaleza por la impotencia de luchar contra un enemigo que se está valiendo de todos los hilos para rendir a la autoridad", escribió en 1985.
Con la misma entereza con la que don Guillermo Cano le plantó cara a la mafia, no dudó en luchar contra todo tipo de prácticas que consideraba lesivas para los intereses nacionales. En ese sentido, Daniel Coronell cita en una de sus columnas algunos personajes de la vida nacional a los que el entonces director de El Espectador hizo referencia por considerar que "antepusieron sus personales ambiciones a los intereses de la nación. Abusaron del turismo, los viáticos y los auxilios parlamentarios. Hicieron alianzas torticeras y se lucraron de los dineros del narcotráfico o por lo menos oficiaron de voceros del chantaje del narcoterrorismo" 'Guillermo Cano: La memoria y el olvido'.
Hace cuatro años, la Fiscalía abrió nuevamente una investigación sobre la muerte de Cano, luego de que El Espectador publicó un informe en torno al asesinato del periodista. En él, se dice que Carlos Alberto Gaviria, hermano del ex asesor presidencial José Obdulio Gaviria, era socio de una empresa desde la cual presuntamente se giraron los cheques para pagar el magnicidio. Esto ocasionó la renuncia de Carlos Medellín a la embajada de Países Bajos, ya que su esposa es hija de Guillermo Cano.
Ahora, el organismo investigador, al declarar el crimen de lesa humanidad, tiene la oportunidad de seguir escarbando para proseguir la búsqueda de quienes estuvieron detrás del autor material del asesinato del insigne periodista.
[Fuente: Revista Semana, Bogotá, 06jul10]
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