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12may07
Los idus de Petro
Por Ramiro Bejarano Gúzman
Tenía que pasar que un gobierno empeñado en vivir atrapado por las redes de soplones y en valerse de las agencias de inteligencia, tarde o temprano iba a terminar enredado en su propia pita, o, siendo víctima de su propio invento.
Los hostigamientos al senador Petro, odiado por todo el Gobierno y el uribismo recalcitrante, protagonizados por la fuerza pública, ya no pueden ser simple casualidad. Imposible que Petro sea tan de malas que un día se le aparezca un comando policial en el Senado para allanarlo, que al siguiente otros militares disfrazados de civiles se presenten amenazantes donde viven sus familiares y su ex cónyuge, y que todo sea una lamentable equivocación.
No, aquí hay algo siniestro que está poniendo en riesgo la vida de Petro, y de todo aquel que se atreva. Y lo que esté ocurriendo no puede estar sucediendo a espaldas del Presidente, porque en su largo reinado no se mueve una hoja en la tropa sin que él esté enterado.
Resultaron poco creíbles las justificaciones que les oímos a la cúpula militar y policial tratando de convencernos de que la cadena de desaciertos en el caso Petro eran coincidencias. Unos soldados avezados en labores de inteligencia hurgaban la vida de una familia, pero no sabían que era la del senador que puso a tambalear al Gobierno con sus revelaciones sobre las relaciones de altos funcionarios y familiares del presidente con los paramilitares. Que nos piquen caña.
En medio de tanta excusa fatua, sorprendió la actitud silenciosa del locuaz Juan Manuel Santos, el “culipronto”, quien esta vez se escondió como el avestruz y sólo apareció en El País de España, concediendo una entrevista que debe de tener bien molesto a uno que otro parlamentario. Son las consecuencias de entregarle la cartera de Defensa al jefe de un partido político –que no es lo mismo que un líder, porque Santos no lo ha sido de nada– que está dispuesto a poner la cara a la hora de cobrar los positivos y reclamar los aplausos, pero no en los difíciles momentos, para no truncar su carrera pública.
Y también causó sorpresa que el subdirector de la Policía, el sombrío y nada confiable mayor general Alonso Arango –él y su superior, el general Jorge Daniel Castro, saben por qué lo digo–, a la manera de un testigo arreglado, hubiese desmentido la versión según la cual los militares que fueron sorprendidos husmeando la intimidad de los Petro se habían identificado como agentes del DAS, como inicialmente lo aseguró Andrés Peñate.
Paradójico que el Gobierno presidido por el Presidente más popular del mundo, según la desafortunada frase del Washington Post que tiene envanecidos a los uribistas, esté dando señales de nerviosismo, pero sobre todo de su incapacidad para controlar a los militares, policías y hombres de inteligencia que están poniendo en entredicho la democracia.
Cuenta la leyenda que en los días previos al asesinato de Julio César, en el año 44 antes de Cristo, un ciego le advirtió sobre el peligro que sobre él se cernía cuando llegaran los “idus de marzo”. La mañana del inolvidable crimen cuando el emperador iba al Senado a cumplir su cita final con la inmortalidad, le reclamó en medio de sonrisas al invidente “ los idus de marzo ya han llegado”; a lo cual respondió: “sí, pero no se han ido”.
Adenda N° 1.- La presidenta del Senado y sus colegas del Congreso furiosos con el Vicepresidente, porque dijo la única verdad que le hemos oído acerca de que pueden caer tras las rejas de la parapolítica 30 o 40 parlamentarios. Pero guardaron humillante silencio cuando el presidente Uribe les exigió que mientras no estuvieran en la cárcel tenían que votar sus proyectos.
Adenda N° 2.- Y ahora que Mancuso confesó en la W Radio que los paramilitares sí apoyaron electoralmente a Uribe, y que además se entrevistó en varias ocasiones con “Pachito”, como se refiere al Vicepresidente, ża alguien le queda alguna duda de quiénes son los verdaderos dueños de este gobierno?
[Fuente: El Espectador, Bogotá, Col, 12may07]
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