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04abr07


Colombia: ¿Conspiración o destape?


Uno no sale del asombro. El abogado del ex director del DAS, Jorge Noguera, se reúne en Palacio para informar sobre el proceso penal y recibir consejo para la defensa del que fuera el máximo jefe de inteligencia. Surtió así efecto la advertencia del ex embajador William Wood de que si Noguera fuese condenado ello sí sería grave para el Presidente Uribe. La magistrada del Consejo Superior de la Judicatura que le concede el habeas corpus visita a Noguera en la cárcel y nada dice de ello en la providencia que le otorga la libertad. De manera errática el Fiscal, en vez de oír de nuevo en indagatoria y resolverle la situación jurídica a Noguera, se enfrasca en una inverosímil acción de tutela por violación de los derechos fundamentales (¿de quién?) contra la providencia del habeas corpus, a sabiendas del debate interpretativo. Pero todo ello es explicable: Noguera es a Uribe, lo que Botero fue a Samper. El cerebral Presidente lo sabe. Debe evitar a toda costa que la cárcel ablande a Noguera y éste termine por cantar. Por ello era tan importante que la magistrada actuara como lo hizo y que el Fiscal General de la República sea quien es.

Mientras tanto, el ex ministro del interior y tristemente célebre héroe de Invercolsa, Fernando Londoño Hoyos, acusa al nuevo director del DAS y al Fiscal General de la Nación de estar conspirando contra el Presidente. Se logra así neutralizar o por lo menos amedrentar a quienes pudieran contribuir al esclarecimiento de los hechos. Por su parte, el ex senador Álvaro Araujo, renuncia a su condición de congresista y con ello a su fuero ante la Corte Suprema de Justicia. Aduce que no hay garantías procesales en la más alta instancia de la justicia penal. Lo mismo advierte el senador detenido Dieb Maloff, quien además afirma que se trata de una persecución hábilmente planeada en su contra. El senador y ex secretario del ex gobernador Álvaro Uribe Vélez, Rubén Darío Quintero, el primer involucrado de la parapolítica antioqueña, aduce persecución por ser cercano al presidente Uribe. Algo similar a lo que dirían seguramente los otros nueve congresistas antioqueños que, según Petro, están en capilla para explicar sus vínculos con las organizaciones paramilitares.

Si un ciudadano del común, por un momento, diera crédito a lo que afirman los investigados por la parapolítica, tendría de que preocuparse. La justicia en Colombia sería rey de burlas y vehículo para la persecución política de los contradictores. La tesis de la conspiración significaría simplemente que en Colombia no existe Estado de Derecho ni democracia. Esto porque los jueces no serían independientes sino instrumentos de las pugnas entre facciones políticas rivales, sin posibilidad de que los derechos civiles y políticos de los ciudadanos sean efectivamente protegidos y garantizados por el poder público.

Los visos surrealistas que adquiere el escándalo de la parapolítica aumentan con las publicaciones en periódicos estadounidenses de los vínculos entre altos miembros del ejército con paramilitares. ¡El gobierno del norte se habría sumado a la conspiración! Pero la explicación parece otra. El proverbial pragmatismo norteamericano empieza a virar en contra de su aliado en la guerra de Irak. Las razones del viraje no parecen ser la conspiración del vaquero mayor contra su amigo personal, sino más bien la presión de los demócratas ahora mayoría en el Congreso.

Da la impresión de que unos y otros se olvidan del tipo de delitos por los cuales son juzgados los paramilitares: delitos de lesa humanidad. Las propias declaraciones del Presidente, de los políticos detenidos y de las cabecillas de los paramilitares son dicientes: que las autodefensas, mal llamados paramilitares, surgieron como consecuencia del accionar guerrillero en muchas zonas del país donde desgraciadamente no había presencia del Estado, o ella era precaria. Se trata de una confesión de parte. Los políticos de dichas zonas, así como las autoridades civiles y militares, habrían "tenido" que llegar a acuerdos con los paramilitares para salvar su vida y bienes, así como a la "patria", lo que se constituiría en causal de "justificación de sus actos". Esta es la exculpación que está expresa en la defensa del paramilitarismo que hace anticipadamente el Presidente y que late tras la propuesta del Vicepresidente sobre penas reducidas para los involucrados en la parapolítica.

El último capítulo de esta tortuosa historia nacional de la infamia, es la petición paramilitar de cambiar la ley para poder hacer proselitismo político desde la cárcel, todo en honor al proceso de paz. Lo que se esconde tras la propuesta paramilitar, y de la tímida respuesta gubernamental, es el apoyo de sectores populares beneficiados por los paras y la financiación de las campañas políticas locales y regionales. Con la respuesta del gobierno que permite la vocería política desde Itaguí y la acción social (¿no política?) para la paz en las zonas de influencia paramilitar, se borra con el codo lo escrito con la mano. En buena hora el liberalismo y el Polo Democrático Alternativo no firmaron este remedo de lucha por la transparencia del proceso político.

El destape de la parapolítica pone a prueba las instituciones democráticas del país. De la perseverancia, valentía y honestidad de los fiscales, jueces y magistrados depende la dignidad del derecho y la posibilidad de que en el futuro sean las leyes, y no las decisiones políticas, las que rijan las relaciones entre los colombianos. Lo que está en juego es mucho más que la contienda política entre amigos y detractores del gobierno. Es la credibilidad del Estado de Derecho en Colombia y la capacidad de tramitar los desacuerdos de forma civilizada. En la confusión suscitada por las primeras revelaciones sobre la extensión y la hondura del fenómeno paramilitar, la confianza en el orden jurídico y la firmeza en su defensa son fundamentales.

[Fuente: Por Rodolfo Arango Rivadeneira, ALAI AMLATINA, Bogotá, 04abr07. Rodolfo Arango Rivadeneira, Doctorado en Filosofía del Derecho y Derecho Constitucional Profesor de la Universidad Nacional. Semanario Virtual Caja de Herramientas, Corporación Viva la Ciudadanía]

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