Luis Muñoz
Morir es la noticia

Luis Muñoz, Ģel viejo loloģ

por María Verónica Martínez(*)
Nombre
Luis Muñoz Orellana
Lugar y fecha de nacimiento
Antofagasta, 28 de diciembre de 1924
Especialidad
Periodista
Lugar y fecha de muerte
Santiago, 5 de julio de 1995
Actividades
Se inició en El Popular de Antofagasta, en 1946. Se desempeñó como reportero y jefe de crónica de El Siglo (195S/ 55) y trabajó en Mundo Libre, Las Noticias de Ultima Hora, La Gaceta, Prensa Latina, Clarín, las revistas Desfile y Evidencia, Canal 13 de TV y Editorial Quimantú. Estuvo exiliado en la República Democrática Alemana (RDA) y Dinamarca. Fue Secretario General del Círculo de Periodistas (1992/94) y delegado del Consejo Metropolitano al Consejo Nacional del Colegio de Periodistas.


Cuando Lucho Muñoz tomaba la palabra, era una lección que me daba un maestro" Así describe José Ale, ex consejero nacional del Colegio de Periodistas, su relación con Luis Muñoz, a quien apodó cariñosamente ĢEl viejo loloģ. En las discusiones sobre el quehacer de los periodistas, Muñoz ponía el equilibrio de la sabiduría y la experiencia, muchas contradictorias al ímpetu juvenil.

El golpe lo sorprendió trabajando en Editorial Quimantú. Comenzaron a buscarlo por su cargo de consejero nacional de la Central Unica de Trabajadores, por su condición de periodista e izquierdista y por su cargo en la junta de vecinos de La Florida.

Con su esposa, Olga Urrutia, y sus dos hijos emprendió el exilio a la Argentina, donde recibió el apoyo solidario de la Asociación de Periodistas de Buenos Aires (APBA), cuyo presidente de la época, Raúl Tortosa, le asignó un cargo técnico en la organización. Aprovechó el tiempo engrosando un gigantesco archivo periodístico sobre el tema de la dictadura militar chilena.

Pero en Argentina también comenzaron a soplar vientos de tormenta, con asesinatos y desapariciones de ciudadanos que incluían a los periodistas. Gobernaba el país la viuda de Juan Domingo Perón, María Estela Martínez, aliada con José López Rega, el brujo, creador de una perversa banda criminal denominada Triple A. Muñoz emprendió un nuevo exilio, esta vez a la República Democrática Alemana (RDA).

Después de una cálida acogida, pronto fue designado Secretario General de Chile Antifascista, organización que coordinaba a los residentes chilenos con el gobierno alemán. Le correspondió asistir en Australia a la conmemoración del Primero de Mayo. Aunque Lucho Muñoz se movía sólo en el tema de la denuncia de las aberraciones de la dictadura militar chilena, a su regreso a la RDA tuvo problemas políticos, según cuenta su viuda, Olga Urrutia. Lo acusaron de socialdemócrata, le pidieron la renuncia al Chile Antifascista y lo mandaron a trabajar en ambiente tóxico y lejos de la ciudad capital. Así, se gestó un tercer exilio.

Convertido en traidor socialdemócrata, sin medios para subsistir, logró el permiso para abandonar la RDA en octubre de 1974. En Copenhague, Dinamarca, nuevamente obtuvo la solidaridad de los periodistas locales y siguió incrementando su enorme archivo, que se transformó en una cadena de exposiciones fotográficas que recorrieron Europa denunciando las atrocidades de los bárbaros chilenos. También horneó empanadas que vendía puerta a puerta.

En una etapa, las empanadas financiaron las exposiciones, pero las autoridades danesas terminaron por reconocer su condición de exiliado político, lo que mejoró su estatus migratorio y económico. Gomo exiliado del Este, o refugiado del comunismo, le hubieran otorgado el estatus de exiliado de inmediato, pero Lucho no cayó en la trampa de cambiar su condición de perseguido chileno.

En esos años, inició una modesta labor editora artesanal y familiar que consistió en reproducir algunos libros para consumo de los niños chilenos sin raíces. En 1981 imprimieron un volumen de 500 páginas que abarcaba desde la resistencia de los mapuches a la invasión española, sus costumbres y tradiciones, aspectos de la lucha por la independencia, los primeros sindicatos y las luchas sociales, hasta el año 1970. Todo un compendio personal de la historia del pueblo chileno.

Tuvo algunos quebrantos de salud, una trombosis le anuló el ojo izquierdo. Una comisión médica lo declaró incapacitado y lo jubiló. Comenzó, entonces, a escribir un libro sobre la historia de las ideas políticas en Chile, tarea que no alcanzó a culminar. En 1977 supo que podría regresar al país.

A su regreso montó un modesto taller para imprimir una revista de legislación tributaria que se distribuyó por suscripciones. Luego obtuvo una modesta jubilación, desahogo económico que le permitió integrarse a la actividad gremial.

Fue delegado del Consejo Metropolitano del Colegio de Periodistas al Consejo Nacional. Más tarde, Secretario General del Círculo de Periodistas.


María Verónica Martínez, periodista, Vicepresidente del Círculo de Periodistas (1994/96) y consejera del Colegio de Periodistas, Consejo Metropolitano.


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