Julio Lanzarotti
Morir es la noticia

Julio Lanzarotti, el maestro

por E.C.
Nombre
Julio Lanzarotti Rivera
Lugar y fecha de nacimiento
No hay dato, 26 de agosto de 1918
Especialidad
Periodista
Lugar y fecha de muerte
Santiago, 1º de agosto de 1984
Actividades
Director de Ercilla, Desfile, La. Voz y la Revista del Domingo de El Mercurio. En Venezuela, de Siete días, revista dominical de El Nacional de Caracas.


Julio Lanzarotti ingresó a Ercilla en 1940 como archivero. Tenía 21 años de edad: en 1946 se convirtió en su Director. "Cuando el director de Ercilla era Manuel Seoane, un exiliado peruano del APRA, María Lanzarotti era Jefa de los archivos de la revista. Julio Lanzarotti llegó una vez a reemplazar a su hermana, durante unas vacaciones. Entró como archivero y a, los seis años era director», relata el periodista Luís Alberto Ganderats.

Julio Lanzarotti

Entre 1946 y 1960 Lanzarotti "convirtió a Ercilla en la revista más prestigiada de América Latina, cuya lectura fue obligatoria en varías generaciones", afirmó Ganderats en un homenaje a su maestro publicado en la Revista del Domingo del 5 de agosto de 1984, en ocasión de su muerte por cáncer, enfermedad que también sepultó a su hermana y a su sobrina Marcela Otero Lanzarotti.

Un acto de rebeldía lo sacó inesperadamente de Ercilla, para ponerlo en la calle, una choreza según el relato de Irene Geiss, directora de la Escuela de Periodismo de la Universidad Humanismo Cristiano.

Irene Geiss: "Lo conocí siendo estudiante, por 1956, cuando fundaba la revista Entretelones, con Hernán Millas y Rafael Otero, porque lo habían echado de Ercilla. Lo botaron, porque, siendo su Director, se negó a publicar en la tapa la noticia, de la visita de Dwight Eisenhower, el presidente de Estados Unidos. A Julio Lanzarotti, el grandísimo director de esa grandísima revista, lo botaron por esa cboreza".

Luis Alberto Ganderats: «Su don de mando y de orientación periodística es algo que fue reconocido por un hombre nunca igualado en nuestra crónica política: Luis Hernández Parker, quien me confidenció un día:

--Desde que Julio dejó la dirección de Ercilla, mi nivel de redacción nunca fue el mismo. Nadie es irreemplazable, pero no ha habido entre nosotros un nuevo Lanzarotti"..

Irene Geiss recuerda con afecto algunas de esas facetas del don de mando y de orientación periodística. En la administración pública fue famoso el viejo truco de la chaqueta colgada en el respaldo de la silla para simular que el propietario andaba por ahí cerca, quizás en el baño. Julio Lanzarotti introdujo en el periodismo "la técnica del chaleco", que buscaba el efecto contrario, mantener la presencia del jefe in absentia.

Irene Geiss: Le gustaba trabajar con un chaleco viejo, nada de elegante. Y esa es una imagen imborrable: su chaleco bastante ajado y los anteojos colgando del cuello, con la cadenita que se puso de moda 30 años después, eran un símbolo de su meticulosidad. Cuando abandonaba la oficina, dejaba el chaleco instalado en el respaldo de la silla. El chaleco sustituía la presencia del je fe, con un mensaje muy explícito: "Salí, pero estoy vigilante. ¡Sigan trabajando!'"

Julio también era tremendamente exigente. Su meticulosidad era tremenda. Una vez me obligó a hacer y rehacer 514 veces una nota: Aunque me iniciaba en el periodismo, me había acostumbrado a que mis textos fueran aprobados sin mayores reservas por los jefes. Pero me tocó hacer un reemplazo en la Revista del Domingo, una nota sobre la película «2001, odisea del espacio», del gran Stanley Kubrick, uno de los acontecimientos relevantes de esa semana. No le gustó ninguna de mis versiones, me las destrozó una tras otra... hasta que por fin quedó satisfecho:

Después de Ercilla, Julio Lanzarotti fue director del semanario La Voz, de orientación cristiana, y de la revista Desfile. En 1966 dio otro batatazo con la Revista del Domingo de El Mercurio. Cuando el golpe militar lo aventó de Chile, después de una breve residencia en Buenos Aires, creó y dirigió la Revista Siete Días, de El Nacional de Caracas. Fue la versión venezolana, también dominical, del semanario de El Mercurio, que en sus años fue una revista de verdad.

Luis Alberto Ganderats: "Este hombre tímido, enemigo del estrépito, mezquino con su imagen y su nombre, ha influido como ningún otro --creo yo-- en el buen periodismo masivo de Chile. Desde cerca o desde lejos, por competencia o admiración, los discípulos le han ido brotando sin que él se lo proponga. La influencia suya se ha hecho sentir por más de 45 años y seguirá multiplicándose. Está presente aunque él no se lo proponga, y seguirá ocurriendo lo mismo aún si fuera cierto que él ha muerto, como algunos andan diciendo*.

En su texto de 1984, Ganderats se lo imagina "terminando ya el primer número de una nueva revista, revisando línea por línea, precisando informaciones vagas, corrigiendo diagramaciones, rechazando temas, siempre con irreductible suavidad".


(•) Maestros del Periodismo, Juan Ramón Silva y Alfonso Calderón, Editorial La Noria, Santiago.


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