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Ernesto Traubmann:
No abandono mi «puesto de combate»por Ernesto Carmona(*)
Nombre
Ernesto Traubmann RiegelhauptLugar y fecha de nacimiento
Checoslovaquia, 19 de mayo de 1924Especialidad
Corresponsal, operador de radio y "artillero de a bordo ".Lugar y fecha de muerte
Santiago, 15 de septiembre de 1973. Detenido en la madrugada del 12 de septiembre, su rastro se perdió en el Ministerio de Defensa.Actividades
Trabajó en relaciones públicas de la Empresa Nacional de Minería (ENAMI). Antes colaboró en la Agencia Checoslovaca de Prensa (CTK). También fue combatiente en la II Guerra Mundial, hombre de negocios y militante del Partido Comunista.Situación judicial (1996)
Causa radicada en el Quinto Juzgado del Crimen de Santiago, Rol 1561553, se encuentra en estado de sumario.
Cuando el matrimonio judío Traubmann-Riegelhaupt abandonó Checoslovaquia en 1959 buscaba en Chile un refugio para preservar la vida y garantizar un futuro a Ernesto, el hijo único de 15 años.
Ernesto Traubmann Riegelhaupt logró salvarse del hitlerismo pero 34 años después fue victimado en el ministerio de Defensa de Chile por otra rabiosa criminalidad.
El joven Traubmann, como otros refugiados europeos acogidos en Chile por el gobierno de don Pedro Aguirre Cerda, participó en las organizaciones judías que apoyaban la creación del estado de Israel. Y en éstas conoció a Heriberto Bruck, emigrado de Alemania que, con sus padres, también huyó del holocausto. Traubmann se identificaba con otro proyecto político que crecía entre la juventud de la época. "Yo no sé realmente en qué año Ernesto abrazó la causa comunista, pero fue toda su vida un idealista empedernido", evoca hoy su amigo Heriberto Bruck.
Combatiendo al nazismo en Europa
Su tía materna fue ejecutada por los nazis, acusada de espionaje. Otros familiares fueron recluidos en campos de la muerte. A los 20 años, decidió luchar contra el nazismo. Apareció como radioperador y artillero de a bordo en la fuerza aérea de Checoslovaquia y, en 1944, en la RAF de Inglaterra. En las acciones recibió heridas de guerra.
Ernesto Traubmann fue redactor de la Agencia Checoslovaca de Prensa (CTK) en Europa y más tarde corresponsal, a su regreso a Chile, concluida la n Guerra. Poco contacto tuvo con el periodismo nacional durante dos décadas, hasta que lo conocí trabajando en relaciones públicas de la Empresa Nacional de Minería (ENAMI) junto a 13 personas. Era alto, delgado, desgarbado. Su rostro flaco estaba marcado por el acné y una viruela. Su mirada asustadiza la creíamos "hosca". Era el único comunista del grupo. Lo encontrábamos misterioso, imaginándolo un arquetipo del agente del Komintern.
Parecía huraño, conocía bien el castellano, pero lo pronunciaba con acento gringo y siempre quedaba en evidencia su condición de extranjero. Era imposible que pasara como un chileno más. Su actitud aprensiva era interpretada como "prepotencia", pero sus compañeros de trabajo no sospechábamos que era profundamente tímido.
Aparición en el fatídico Patio 29
Nunca simpaticé con él ni tuvimos una estrecha relación de trabajo. Con una grabadora Uher realizaba misteriosas entrevistas a mineros y pirquineros del Norte Chico. Después las escuchaba en la oficina con unos grandes audífonos-orejera. Su trabajo era solitario y nunca nadie supo para qué eran las entrevistas, ni siquiera el jefe del departamento, Jorge Pacull, que creo que tampoco nunca se lo preguntó.
Su mirada de ciervo asustado nos parecía terrible, glacial. Con los auriculares disuadía cualquier asomo de curiosidad en su trabajo. Creo que sentíamos envidia por el uso de la Uher. Concluimos que se trataría de algún reservado proyecto radiofónico del PC, desde su parcela en la "cuota" de ENAMI.
Nunca supimos quién era Traubmann, jamás se lo preguntamos.
No volví a saber de él, incluso olvidé su nombre. Una tarde de mayo de 1995, en una larga espera en que leí todos los rincones de un diario, descubrí una noticia breve: "Identifican más cadáveres del Patio 29", y leyendo la nómina del Instituto Médico Legal tropecé con su nombre y la frase "relacionador público de ENAMI". Quedé pensando: "¿quién será?". De golpe evoqué la desgarbada figura de Traubmann, su escritorio, la grabadora y los audífonos-orejera. Sentí angustia al imaginar los sufrimientos que debió padecer. Lamenté no haberlo conocido mejor, no haberlo tratado, no haber hecho esfuerzos de cordialidad.
Descubriendo al personaje
Con Andrés García, Horacio Jara, Norma Berroeta, Luis Ramírez Necochea y otros ex compañeros de ENAMI conseguimos apoyo de la empresa para un funeral, tarea difícil porque quedábamos pocos de esa época. Inesperadamente, el fiscal del Instituto Médico Legal nos comunicó que habían llegado dos hijos de Traubmann de Israel para hacerse cargo de los restos. Nuestra iniciativa perdió sentido y tampoco asistimos a su funeral por falta de información.
Traubmann se entregó en cuerpo y alma a sus ideales comunistas, pero jamás pudo vivir la militancia como la soñaba. Existían barreras de idioma y también su propia idiosincrasia. Quizás por eso nunca ejerció el periodismo en Chile. "Le faltó adquirir la picardía del chileno", cree su viuda, Leontina Villanueva Hermosilla. "Él era muy cristalino, muy transparente", agregó.
Fue el heredero de los negocios de sus progenitores. Pero tampoco lo hizo bien como empresario. Probablemente donó algunos bienes al PC. Según su amigo Nissim Sharim, que fue su abogado en esa época: "era una idealista, muy entregado a la militancia, casi ingenuo, conflictivo con la realidad y sin ninguna condición ni habilidad para el comercio. La fortuna de los padres se le hizo humo. Al poco tiempo no le quedaba un peso".
Leontina, la viuda, recuerda que poco antes del golpe Traubmann le confesó su último mal negocio: el trueque de una casa en Vitacura por ...una citroneta vieja.
De radiotelegrafista de la RAF a radioperador del PC
Nacido en Brno, Checoslovaquia, en 1924, Traubmann obtuvo la nacionalidad chilena. En 1945 homologó la enseñanza media con "exámenes de madurez" y, posteriormente, acreditó estudios superiores en filosofía realizados en Praga. Dominaba cinco idiomas: checo, alemán, francés, inglés y castellano... con acento gringo.
Se casó con Ruth Sboqowitz, su primera cónyuge, actualmente radicada en Brasil. Tuvieron dos hijos que viven ahora en un kibutz de Israel. Entre los amigos que cultivó en Chile está el periodista Enrique Martini. Entre 1961 y 1968 aparece como gerente de Traubmann e Hijos, Ernesto Traubmann y Cía. y Laboratorio LT, productor de reactivos para análisis. En 1973 se convirtió en jefe de un grupo del PC encargado de montar una infraestructura radiofónica de comunicaciones internas.
Guillermo Sáez Pardo, contador y militante del PC de Ñuñoa, lo evoca afectuosamente como un joven nervioso, aprensivo, "muy dependiente de los padres". "Era un perfeccionista, no escatimaba esfuerzos para que todo saliera bien, hacía las cosas con mucho sacrificio y siempre presionado por el temor a que algo fallara. La timidez y la inseguridad eran relevantes en su personalidad", afirma Sáez. "No se integraba con facilidad al ambiente chileno --recuerda su compañero de militancia--, y en una aparente contradicción, tenía apetencia por Latinoamérica y, a la vez, sufría porque parecía gringo".
"Hacía esfuerzos por integrarse a la chilenidad, se interesaba por todo, casi con un interés forzado, porque su compromiso con el PC y con lo latinoamericano era intelectual más que emocional", evoca Sáez. "En cierto modo, resultaba una persona huraña porque no se acomodaba al modo de ser chileno".
En septiembre de 1973, Ernesto Traubmann tenía como pareja a Leontina Villanueva ("Leo"), con quien vivía en Carlos Antúnez 1855. "Leo" no compartió sus actividades políticas, ni su vida como militante. Tampoco estuvo al tanto de sus esfuerzos por montar la central de comunicaciones en un departamento proporcionado por el PC en Esperanza 558. En septiembre, Ernesto tomó la decisión de abandonar su domicilio para irse a vivir al Hotel Santa Lucía, donde era frecuentemente visitado por "Leo".
"¿Dónde me voy?"
El 11 partió a poner en marcha el sistema de radio, con un camarada comerciante, ex suboficial de ejército. Un tercer militante nunca compareció. La tarea derivó en fracaso porque no se habilitaron las demás estaciones previstas en el esquema. Traubmann y su camarada chileno, a falta de mejores instrucciones, permanecieron en ese departamento de todos modos. Su amigo trató de disuadirlo, pero Traubmann no hacía caso, mientras contemplaba ensimismado el humo del incendio de La Moneda.
Su compañero relata que en la mañana del día 12 de septiembre recibieron dos llamadas amenazantes: "están identificados" y "no saldrán vivos de ese lugar". Era un aviso, alguien los había denunciado, quizás un vecino. Pero no se movieron. Había poco diálogo entre ambos. Para Ernesto ése era "su puesto de combate". Aunque no pudieran hacer nada, aunque el esquema radiofónico hubiera fracasado, no importa, el "puesto de combate no se abandona", decía. Los moradores habituales del departamento, también comunistas, ya lo habían evacuado.
Su acompañante propuso destruí las credenciales del partido. "Mí carnet no lo rompo por nada", dijo Traubmann. "Además, agregó,¿dónde me voy?" El día 15, a la 1 de la madrugada, mientras su compañero dormía, el insomne Traubmann observó por la ventana la llegada de Carabineros. Y comenzó la pesadilla: el allanamiento, golpes, culatazos y traslado a la Séptima Comisaría, en calle Herrera, donde sufren nuevos maltratos y simulacros de fusilamiento. Cuando los carabineros se enteran que en el departamento había equipos de radio, todos regresan, prisioneros y policías. En presencia de los aparatos, el oficial a cargo decide trasladar a los presos al ministerio de Defensa. Allí, el acompañante de Traubmann reconoció al teniente coronel Roberto Guillard, porque fue su instructor en la Escuela de Infantería de San Bernardo.
"Nos van a matar"
"Ernesto se quejaba mucho" por los maltratos de los militares, intensificados cuando se dieron cuenta que hablaba con acento extranjero. "Nos van a matar...", fueron las últimas palabras que le escuchó. Su amigo sobrevivió y recuperó su libertad en febrero de 1975. Sostuvo siempre que era un comerciante que proveía alimentos a la gente que habitaba el departamento y que pernoctó allí a causa del toque de queda. El 14 de septiembre fue trasladado al Estadio Nacional. Cuando recuperó su libertad se ocultó largo tiempo para recuperarse físicamente.
"Leo" supo de lo que sufrió su compañero por un amigo de ENAMI, cuyo vecino fue uno de los suboficiales que lo torturó. Lo recordaba como "muy duro y resistente". Describió las cicatrices de guerra de su cuerpo y relató que en los interrogatorios respondía monótono; no soy checo, soy chileno; no soy checo, soy chileno". Traubmann amaba a este país y se sentía absolutamente chileno. Nunca se planteó volver a Checoslovaquia, donde existía el tipo de régimen político de su preferencia.
Cesanteado postmortem
La frase premonitoria "Nos vas a matar..." fue lo último que se supo de Ernesto Traubmann Riegelhaupt, quien permaneció en el ministerio de Defensa probablemente hasta el día 15. La ENAMI procedió a "despedirlo" el 1º de octubre de 1973. Fue una decisión de los interventores, Rodolfo Stange, teniente coronel de Carabineros, y Rigoberto González Muñoz, mayor ayudante, designados por la junta militar en la empresa minera. Cuando fue cesanteado ya era cadáver. Los jefes uniformados de la empresa dijeron a "Leo" que no fastidiara indagando porque su marido era "un peligroso extremista".
En el Hotel Santa Lucía le informaron que su esposo no volvía desde el 11 de septiembre y que llegaron policías a buscarlo. Después de retirar sus pertenencias, entre ellas otro carnet del partido, la viuda fue hostigada por la policía civil con visitas periódicas. La citaron a Investigaciones para exhibirle una foto de pasaporte e informarle que Traubmann había estado en el ministerio de Defensa hasta el 15 de septiembre, pero "le habían perdido la pista".
Pasaron 18 años, hasta que en abril de 1991 ella decidió presentar una denuncia por presunta desgracia en el 5° Juzgado de Mayor Cuantía. Declaró que "por temor, nunca hice gestión alguna en favor de mí cónyuge". Solicitó recabar antecedentes sobre la detención de Traubmann al ministerio de Defensa y a los servicios de inteligencia del Ejército, Marina, Aviación y Carabineros. Los antecedentes antropomórficos fueron anexados a la causa 4449-AF del 22° Juzgado del Crimen por la inhumación ilegal de personas en el Patio 29 del Cementerio General, asesinadas entre septiembre y diciembre de 1973. El juez instructor ordenó la excavación de 108 tumbas en septiembre de 1991. Se exhumaron 185 cuerpos que fueron remitidos al Instituto Médico Legal. El informe pericial que identificó a Ernesto Traubmann Riegelhaupt se hizo público en mayo de 1995. En su asesinato tampoco hay culpables. Con la entrega de sus restos concluyó todo, aunque la causa del 5° Juzgado sigue "en sumario".
"Fin de un mundo"
Heriberto Bruck dice que su malogrado amigo "estuvo siempre atraído por los ideales libertarios que lo convirtieron en comunista. La época más feliz de su vida fue el período en que trabajó en ENAMI. Comentaba dichoso que tenía un íntimo contacto con los obreros, mineros y pirquineros, a quienes entrevistaba con una grabadora". Según el relato de Bruck, "ése era su mundo y ese mundo feliz desapareció el 11 de septiembre de 1973". Cuando se preguntó "¿donde me voy?", durante la discusión con su camarada en el departamento de calle Esperanza, no pasó por su mente la posibilidad del asilo. Heriberto Bruck cree que su amigo "pudo refugiarse en una embajada, en la misma representación checa, tal como se lo sugerí en su última llamada telefónica el 18 de septiembre. Ernesto nunca consideró esa salida".
Cuando surgió la idea de publicar este libro estimé que Ernesto Traubmann debía incluirse, aunque su trayectoria como periodista en Chile fuera poco conocida. Me propuse escribir su historia y al investigar al personaje comencé a conocerlo de verdad. Conversando con quienes fueron sus amigos, indagando su personalidad, imaginándome sus circunstancias, recreando su vehemencia en el ideario que abrazó, también he llegado a quererlo. Pero ya es tarde.
Ernesto Carmona, periodista y editor, trabajó en Vistazo. El Siglo, radio Magallanes, los canales 13 y 9 de TV y fue director de radio Nacional cuando ésta perteneció al MIR. En Buenos Aires, se desempeñó en El Cronista, fue docente en la Universidad Central de Venezuela durante 10 años y colaboró en El Nacional y El Globo. Autor de El Cesante (Santiago, 1965), La Tortuga (1965) y otros textos de ficción (cuentos).