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Carlos "Dewet" Bascuñán :
Poeta adelantado y ecologista precoz.por Eliana Cea(1)
Nombre
Carlos Bascuñán Mourgues-DewetFecha y lugar de nacimiento
Santiago, 10 de febrero de 1945Especialidad
Periodista formado en la Universidad de Concepción, poeta y ecologista precoz.Fecha y lugar de muerte
Sus restos aparecen en la cordillera, 225 Kms. al sur de Copiapó, el 5 de noviembre de 1973. Estaba congelado en posición fetal (versión oficial). Probablemente fue asesinado en septiembre de 1973. No hay datos de su defunción en el Registro Civil.Actividades
Director del semanario El Andino, de la compañía de cobre El Salvador. Potrerillos.
Dewet no podía creerlo. La tierra estaba poblada por bárbaros en pleno siglo veinte y a nadie le importaba. Hoy no estaba tan feliz de caminar por las calles de Concepción, de respirar un aire penetrante, frío, limpio y después encontrarse con sus compañeros del propedéutico en la Ciudad Universitaria. A veces le parecía que vivía un universo maravilloso, que le hacia frotarse las manos de emoción o de deseos de apurarse para hacer cosas. Rodearse de un mundo de jóvenes para respirar libertad, disfrutar de los seres humanos, de los discursos diferentes que poblaban las aulas, los rincones, el café, los jardines. Total tenía veinte años y esta mañana, una amargura muy especial.
Su emocionalidad adquiría una fuerza interior muy difícil de expresar. Muy introvertido, pero capaz de transmitir afectos a su alrededor.
"Tenía su estilo, era como un poema", recuerda su amigo Héctor Vera. Esa mañana estaba más desolado que nunca; cada cosa lo conmovía hasta el dolor, pero era un malestar que nunca tenia solución. El podía expresar, compartir, discrepar en sus ámbitos universitarios, pero a pocas cuadras había una realidad imposible de ignorar: miseria endémica, un mundo de hacinamientos e injusticias increíbles. Su dolor sólo podía sanar con la acción.
Tal vez no militaba y si lo hizo, seguramente no se caracterizó por la obediencia porque ya había dado algunas luchas solitarias. Esa mañana iniciaría una más, en la que nadie le acompañaría. Los titulares de El Sur exhibido en el quiosco de la plaza le parecieron una aberración más de las que había visto frecuentemente, pero ésta era peor porque venia de un mundo ajeno. Era tan absurdo como la muerte de mujeres, hombres y niños marcados por la pobreza.
"Francia detona bomba nuclear en el pacifico Sur". Con letras enormes se destacaba la primera explosión en el Atolón de Mururoa. Científicos vaticinaban que la radioactividad llegaría hasta la cordillera de los Andes.
Entró con su andar lento a las aulas. Nadie pudo disimular que ignoraba su presencia, total no había muchos que midieran un metro noventa y caminara con cierta dificultad. Aquejado por pie plano o por cualquiera otra causa, su andar era pesado.
--¿Por qué tan serio?, se atrevió a preguntarle Héctor.
--Nos están matando y nadie reclama, dijo con su tono serio y desesperanzado. Los franceses nos están envenenando el aire. Tenemos que salir y movilizar a la gente. Han tirado una bomba atómica en el Pacífico. Hay que hacer algo, no pueden usamos como conejillos. ¡Hasta, cuando...!
Sentado tras el escritorio de una sala de clases, el profesor universitario Héctor Vera, recuerda:
"Era el año 1966 y muy pocos escuchamos ese discurso ecologista, que revelaba en él a un hombre bastante adelantado para su época. Ambos fuimos compañeros de propedéutico. Era una persona que llamaba la atención porque era muy alto, más que lo común. Era. característica su manera reposada de conversar y de moverse. Pero lo que más lo destacaba era su conciencia y profundidad para abordar los problemas sociales. Diría que se distinguía por plantear su pensamiento desde el ámbito literario y cultural, más que en lo político propiamente tal. Me impresionó mucho su lucha por sacar una revista literaria."
Durante las manifestaciones callejeras contra los gobiernos de Alessandri y de Freí, las pancartas revolucionarias reflejaban los pensamientos de los estudiantes: "Alessandri, viejo idiota, él jamás podrá entrar a Lola»; "Frei, la CIA, son la misma porquería"; "Pan, justicia y libertad"; "Yanquis, go home" y decenas de otra consignas".
En medio del tumulto, Dewet gritaba las folklóricas frases, pero su pancarta contenía otra historia- "A nosotros nos llamaba la atención que, en medio de tanta consigna política, Carlos Bascuñán caminara con pancartas que condenaban los experimentos nucleares de los franceses en el Atolón de Mururoa. Lo encontrábamos muy extraño porque nos parecía que no era el momento para ese tipo de protesta. Era como un problema mas bien lejano, que no nos concernía. Sin embargo, él tenía una conciencia muy crítica y muy aguda, frente al tema del medioambiente".
Su posición política era un enigma para sus compañeros. Quienes lo recuerdan hoy, piensan que era un "mirista". Otros aventuran que simpatizaba mucho con el "socialismo". Pero su ficha oficial afirma que era "comunista", aunque estas señas de identidad fueron confeccionadas por sus captores.
'No puedo asegurar que fuera comunista", reflexiona Vera. "Fue siempre muy original en la forma de entender la postura de ser una persona de izquierda. Estaba mucho más allá de un partido político. Manifestaba, una, profunda, adhesión nacía quienes estaban en una situación desmedrada. Su sentido de solidaridad era, extremadamente fuerte. Podría decir que él estaba más allá de la militancia. Su familia era comunista, gente de la pequeña burguesía penquista, como la generalidad de los estudiantes de la Universidad de Concepción".
"Muy alto y muy delgado ", para algunos; "enorme, grande como un oso", para otros. Era como su militancia, nadie estaba seguro de su posición política, pero sí que estaba fuertemente unido a los problemas humanos y sufría, más que lo común, por las injusticias. En lo que sí hay acuerdo es en que era "extremadamente introvertido ".
"Muy silencioso siempre", recuerda Vera. "Se comunicaba con muy poca gente. Creo que sufría una depresión aguda, motivada por la observación de una sociedad muy poco sensible, sin interés por los dramas que se vivían en el país y en el mundo. Sentía, eso con una fuerza muy intensa. Después que egresamos, le perdí la pista. Lo último que supe fue que estaba en Calama y que lo habrían fusilado en el norte. Nunca conversé con alguien que me confirmara esa versión. En todo caso él muere casi inmediatamente después del golpe".
Los personajes de la mitología griega pintados en el Arco de Medicina fueron testigos de los amores de Dewet y su "pololita", como solía decirle. Desde otra escuela, ella venía a buscarlo al ala subterránea donde funcionaba periodismo. Era un personaje muy importante. Arreglaban juntos el mundo y de paso podían sanar las heridas y frenar las ansiedades de la vida cotidiana. Juntaban soledades y caricias.
"Más que periodista, diría que era un poeta", recalca Vera. "Se daba explicaciones acerca, de la vida y de lo demás en una dimensión que no es la descriptiva que usa el periodista. Su perspectiva tenía gran profundidad sentimentad y emotiva".
Su compañera de curso Mónica Silva lo recuerda de aspecto severo, pero con gran ternura y sentido del humor: "Nosotros lo llamábamos Carlos, pero nos gustaba, decirle en broma "Dewet". Nunca supimos el por qué de ese nombre. Cuando digo que tenía un aspecto severo es porque contrastaba su seriedad con su juventud. Tenía ademanes de viejo, aunque era un muchacho, No era un tipo de pelea, sino más bien tranquilo. Diría que era un no violento. Lo único que me acuerdo es que se recibió con todos nosotros y que se fue a trabajar al norte".
Todos hablan del norte y su figura se pierde en el desierto y la cordillera. Queda una brecha larga por comprobar, por investigar. Surgen algunos antecedentes y también varias fechas.
Un martes de septiembre de 1973 todo se acabó para Dewet. Lidia, su mujer, lo vio a la hora de almuerzo: "Fue la última vez que conversamos. Volvió a. su trabajo y no regresó Jamás. Pregunté en la empresa y me afirmaron que había huido con otros compañeros de oficina".
Un mes indagó en Potrerillos, pero la respuesta siempre fue la misma: "Huyó hacia la cordillera, para cruzar a Argentina. Para eso robaron un auto a la empresa cuprífera".
"Don Julio", una fuente creíble, también dio una información parecida: "Carlos Bascuñán, junto a Mario Mancilla, Carlos Montenegro, Daniel Zepeda y Ronnie Ramírez intentaron huir hacia Argentina para escapar de la persecución que se desataría en contra de los partidarios de la Unidad Popular. Sin embargo, Dewet no soportó el frío y murió a causa del congelamiento y la inanición. Sus compañeros fueron atrapados y detenidos".
El 13 de septiembre de 1973 fue destituido por una resolución militar del cargo que ocupaba en Potrerillos, al mismo tiempo que se le acusó de "extremista y posible gestor de una. resistencia peligrosa que podría paralizar las faenas del centro minero".
1º de octubre de 1973: el diario "Atacama" de Copiapó informa: "Tres de cinco altos funcionarios de "Cobresal", que intentaron huir hacia Argentina a través de un paso cordillerano, se encuentran desaparecidos en la montaña helada. Patrullas han salido en su búsqueda. Entre los desaparecidos está el director del semanario El Andino, Carlos Bascuñán Mourges. La información fue confirmada desde Potrerillos por el jefe de la Zona en Estado de Sitio, Mayor Luis Alarcón ".
16 de octubre de 1973: el mismo diario vuelve al tema: "Prácticamente por perdido se ha dado a Carlos Bascuñán, ex director de El Andino, de Potrerillos, quien junto con algunos ejecutivos de "Cobresal" huyó con rumbo a Argentina a poco de producirse el movimiento militar que instauró a la Junta de Gobierno. Dos de sus acompañantes retornaron hacía el mineral y fueron rescatados, víctimas de graves quemaduras provocadas por los hielos cordilleranos. Bascuñán continuó en la camioneta y todos los esfuerzos realizados hasta ahora por encontrarle han sido infructuosos."
7 de noviembre de 1973: el diario da cuenta del hallazgo del cadáver el día 5 de noviembre: "El hallazgo ocurrió cerca del kilómetro 225 del camino internacional que une Copiapó con Tinogasca. El deceso de Bascuñán ocurrió por inanición y por las inclemencias del tiempo, ya que hubo en la fecha de la huida intensos temporales de lluvia y de nieve que impidieron a los fugados alcanzar a cruzar la cordillera".
8 de noviembre de 1973: El Mercurio de Santiago dice en las páginas de crónica: "una patrulla militar realizó el hallazgo, a doscientos veinticinco kilómetros de Copiapó, en la zona cordillerana, del cadáver del periodista, Dewet Bascuñán, quien se encontraba desaparecido desde más de cincuenta días. Luego del pronunciamiento militar había huido hacia el desierto con otros personeros de la Compañía de Cobre El Salvador. La versión conocida en este mineral señala que el periodista salió de Potrerillos el día 11 de septiembre, con la intención de llegar hasta Tinogasca, en territorio argentino, por el camino internacional, al sur de inca de Oro. Bascuñán había, dirigido el semanario "El Andino" durante dos años, otorgándole una línea de plena concientización marxista".
Aura, que vivía en Potrerillos, escuchó muchas veces esta historia. La versión siempre fue la misma. La muerte o desaparición de Dewet coincide con el paso de la caravana de la muerte al mando de un conocido general. "Muchas veces vi a Dewet pasar de su casa al trabajo. Le costaba caminar porque tenia pie plano. Vivía en la parte baja de Potrerillos y para él era un sufrimiento subir a la oficina que quedaba en una, pendiente muy alta. Personas que vieron su cuerpo dijeron que estaba congelado y en posición fetal. Yo me pregunto sí este gigante, con aspecto de oso y pies de "patito ", pudo alguna vez pensar que podía cruzar la cordillera con las intensas tormentas y nevazones de septiembre y octubre. Creo que nunca huyó. Lo mataron el 11 o el 18 de septiembre. Todo lo demás es historia oficial".
Eliana Cea es periodista, formada en la Universidad de Chile.
El diario Atacama de Copiapó afirmó (1/10/73) que tres funcionarios de Potrerillos desaparecieron al "intentar cruzar la cordillera". Entre ellos se encontraba Carlos Bascuñan.