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11mar18
Servicio de correos a la deriva
Una de las primeras acciones del entonces nuevo gobierno de Evo Morales, a principios de 2006, fue entregar la administración de Ecobol a los dirigentes de los Ponchos Rojos, como se llaman los dirigentes campesinos de la provincia Omasuyos, incluidos los de Achacachi.
Como esos dirigentes no tenían experiencia en gestión de empresas públicas y no supieron afrontar su crisis financiera, era previsible lo que terminó sucediendo la semana pasada, nada menos que el cierre de Correos.
El servicio ha sido restituido en algunas capitales, como La Paz, de forma incipiente, pero hasta la fecha no es regular en todo el país, con lo que se puede llegar a la conclusión de que Bolivia es uno de los pocos países que no tiene correo estatal en todo el mundo. El ministro de Obras Públicas, Milton Claros, anunció que el nuevo servicio estaría disponible a las 24 horas del cierre de Ecobol, pero aún hay centenares de personas reclamando sin éxito por paquetes y correspondencia.
Engullida la empresa por millonarias deudas a las AFP y la Caja Nacional, sueldos devengados y otras deudas impagas, el Gobierno se vio forzado a reconocer la inviabilidad y terminó cerrando la empresa. Es una forma de actuar relativamente predecible en las autoridades, lo mismo sucedió con Enatex o el Canal 7 (TVB), que fue clausurado hace unos años y reabierto con el nombre de BTV.
Esto refleja una escasa capacidad administrativa: las empresas estatales que están en problemas no se intentan salvar, simplemente se cierran. En el caso de Ecobol, sólo entre aportes impagos a las AFP y déficit en los últimos seis años, la deuda es de 100 millones de bolivianos.
Según el portal de internet de la Empresa de Correos de Bolivia, ese servicio fue creado por Antonio José de Sucre en 1826. Así que tenemos un nuevo récord, haber hecho quebrar a la más antigua empresa de la República.
Supernumerarios (Ecobol tenía más de 500 trabajadores), rezago tecnológico, cargos entregados como favores políticos y administradores de la empresa que no tenían la menor idea de lo que estaban haciendo terminaron por acabar con un patrimonio de los bolivianos.
Ante ese panorama, es obvio pensar que el Gobierno tampoco tenía un plan para enfrentar un problema evidente: el envío de correo físico se ha reducido en el mundo de manera dramática ante la emergencia de nuevas tecnologías. Pero aún así, en muchos países existen empresas de correo (estatales y privadas) que son rentables pues el envío de paquetes y el servicio de courier es un pujante negocio global; más aun cuando el e-commerce es tan boyante. Bolivia, tristemente, está lejos de todo esto.
[Fuente: Página Siete, Editorial, La Paz, 11mar18]
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