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19ago24


Indicadores de postración del modelo agropecuario de Bolivia


La soberanía alimentaria es una propuesta que nace del seno del movimiento campesino, allí por el año 1992, escrito como postulado programático en el Libro Rojo del Movimiento Campesino de Bases MCB, titulado "500 años de despojo, opresión y explotación". Ya en los años 2000, la soberanía alimentaria fue asumida en diferentes latitudes de la región como la producción de nuestros propios alimentos, satisfaciendo necesidades y reproduciendo nuestra inmensa capacidad alimenticia generados en la Amazonía, los Valles y el Altiplano.

Cuando Evo Morales y el MAS asume el gobierno, el año 2005, introducen un hibrido como política sectorial denominado "Seguridad alimentaria con soberanía" consistente en permitir el abastecimiento del mercado de alimentos con productos baratos, es decir, llevar al extremo la seguridad alimentaria simple y pura, mientras se sepultaba la soberanía alimentaria, entonces el modelo agropecuario consistía en una raquítica producción nacional de alimentos, complementada con importaciones y el contrabando de alimentos como un permanente comodín informal e ilegal dispuesto a llenar los mercados y la mesa de los bolivianos con productos baratos. Así, la población de cualquier departamento tiene acceso a la papa holandesa del Perú (papa frita de las salchipapas y pollos a la broster), cebollas, hasta chuño; por otro lado manzanas chilenas, harina de trigo, fideos argentinos.

Esta edificación orientada al abastecimiento barato, pero altamente improductivo para el país, se complementó con la política de subvención de carburantes que mantiene los precios del mercado estables por un largo tiempo, más la subvención al trigo para mantener el precio bajo del pan de batalla.

Casi todas las comunidades campesinas y poblaciones fronterizas se han dedicado al contrabando de entrada o salida. Unas veces introducen tomate al país, otras llevan azúcar o aceite fuera del país. El modelo contempla esta actividad informal.

De tres y medio millones de hectáreas destinadas a la agricultura, el sector campesino, indígena originario no ha superado la producción en un millón de hectáreas, es decir, la producción familiar campesina agoniza, esta postrada entre el autoabastecimiento y una participación raquítica en el mercado, esto explica en parte la migración hacia las ciudades, el oriente (norte integrado de Santa Cruz) y el exterior del país.

Los 4.900 millones de bolivianos del Fondo Indígena fueron una gran estafa y ninguno de sus más de mil proyectos tuvo un verdadero efecto productivo. Algo parecido sucede con los programas y proyectos del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierra, del Ministerio de Agua, las inversiones departamentales y municipales, que asemejan a trasladar agua en canasta, son recursos que se filtran sin efectividad productiva, así los productores de papa, por ejemplo, tienen el rendimiento más bajo de toda la región.

Mientras tanto, ha florecido el agronegocio centrado principalmente en la producción de los commodities de exportación. Se destina un millón cien mil hectáreas para la producción de soya, con un rendimiento de 2 toneladas por hectárea, soya evento RR, es decir, tolerante al herbicida glifosato, y sin embargo, después de 19 años de su utilización como producto transgénico no se tiene ninguna evaluación de su impacto ambiental. Un derivado de la soya es el aceite, la torta de soya, harina y granos, queda claro que no es alimento directo para seres humanos, sino un producto de alimento de chanchos y vacas (forraje).

Según la información difundida en medios de comunicación, se conoce que toda la producción agroindustrial y los productos veterinarios de la pecuaria son importados en un 100%, esto se traduce en una enorme vulnerabilidad estructural del sector frente a la ausencia de dólares para las importaciones que dan vida al sector agropecuario. Por ello, es casi imposible afirmar que el sector produce alimentos para la población y que aporta a la soberanía alimentaria.

También ya es de conocimiento de la opinión pública que el sector privado (empresarial y campesino) no pueden producir más que el 30% del trigo que necesita el país para abastecer con materia prima el pan que todos consumimos. También se sabe de dificultades en la producción de maíz destinado al alimento de pollos.

Esta lamentable letanía improductiva del país, es complementada con un esfuerzo para producir agro combustibles como el alcohol anhidro y el biodiesel, que destina recursos estatales y tierras agrícolas para paliar las importaciones de gasolina y diésel mediante mesclas, para sostener una subvención orientada únicamente por criterios populistas.

Bolivia es el país que introduce legal y por contrabando más mercurio que utilizada en la minería aurífera luego contamina los ríos amazónicos y daña de forma irreparable la actividad de la pesca y la alimentación de las poblaciones de la zona. En la zona andina, la contaminación de ríos y fuentes de agua por parte de la minería tradicional, deja a muchas comunidades sin posibilidad regar sus cultivos y paliar la sed de sus ganados. La importación descontrolada de plaguicidas cancerígenos, tampoco han conllevado acciones gubernamentales en su contra.

La economía de la quinua y los camélidos no han podido aprovechar precios internacionales favorables, no sólo para exportar materia prima sino productos con valor agregado.

En una escala muy reducida, la exportación de cacao, café y madera boliviana a la Unión Europea, superando las restricciones de trazabilidad impuesta por esta comunidad de países, es una luz al final túnel, muy prometedora, sin embargo, la condición sine qua non es que estos productos no tengan vínculo alguno con la deforestación, aspecto del cual no pueden librarse potenciales productos bolivianos sembrados en áreas boscosas y no boscosas quemadas en el Chaco, Amazonia, Chiquitania, en el Beni o Norte de La Paz, como tampoco el ganado bovino, que año tras año pastea en zonas de pastizales quemados cíclicamente.

La solución ala postración del modelo agropecuario de Bolivia no pasa por un "gabinete agropecuario" entre un gobierno que mantiene un desastroso modelo y uno o dos de los sectores, se requiere un rediseño del modelo con la participación de todos.

Reivindicamos la soberanía alimentaria real, el incremento de nuestras capacidades productivas de alimentos sanos, el potenciamiento de nuestra variedad biológica y culinaria.

[Fuente: Por Manuel Morales Alvarez, Erbol, La Paz, 19ago24]

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