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03may06
Morales y la amenaza global.
SALVO el casi incontenible regocijo cosechado en La Habana y Caracas, el mundo entero recogió con honda preocupación la nacionalización de todos los hidrocarburos de Bolivia decretada por su presidente, Evo Morales. Tanto Argentina, Brasil, Paraguay y buena parte de los países de la región como la Unión Europea se mostraron preocupados por una medida que vino aderezada con una parafernalia militarista absolutamente improcedente y que ofende a todo aquél que no tenga una concepción autárquica del poder político. Mandar a las tropas a custodiar los yacimientos y las gasolineras forma parte de la ostentación del autoritarismo, tan al gusto de los regímenes de Cuba o Venezuela, de los que Morales parece alumno aventajado.
Una vez que el dirigente cocalero ha decido convertirse en outsider de la comunidad internacional, a la que desafía, al Gobierno español no le queda más remedio que cortar amarras y eliminar los miramientos que le ha dispensado desde que España se convirtió en el primer chambelán de Morales, cuando aún era presidente electo, en su gira europea. El Ejecutivo debe velar por los intereses españoles, injustamente tratados por un dirigente con ganas de hacerse famoso muy rápidamente. ¿De qué le han valido a Repsol las lisonjas que Zapatero ha dedicado al nacionalizador? De poco. Urge rectificar. La llamada a consultas al encargado de negocios de Bolivia en Madrid parecía inevitable, porque a estas horas sólo puede hablarse de un fracaso de la diplomacia española, sobre la que Morales ha pasado por encima.
La simplista lectura realizada por el Ejecutivo socialista, que amparó al líder indigenista sólo por ser de izquierdas, choca ahora con la realidad, después de que hasta el Gobierno del izquierdista Lula da Silva haya calificado de «gesto no amistoso» el decreto. Tampoco parece casual que la medida llegue tras un reunión con Castro y Chávez y en un contexto tan complicado como el actual, con el precio del crudo batiendo récords históricos y cuando Irán echa un órdago nuclear al planeta. Que el trío bolivariano apoye la política del inquietante presidente iraní resulta ilustrativo. Morales ha decidido dar un paso al frente sin calcular las nefastas repercusiones que -a tenor de las reacciones despertadas en la mayoría de las cancillerías y del previsible aumento del precio del petróleo- esta estrategia tendrá para los bolivianos y para la economía mundial.
[Fuente: Diario ABC, Madrid, Esp, 03may06]
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