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06jul13


¿Salvador Mazza o Salvador "Juarez"? una historia de muerte y narcotráfico


El viernes, un equipo periodístico de El Tribuno estacionado en una de las calles céntricas de Salvador Mazza escuchaba por radio las declaraciones del ministro de Seguridad de la administración Urtubey, diciendo que no había que sacar conclusiones apresuradas, a propósito de que estuvieran operando en nuestra provincia cárteles de la droga y que estos fueran responsables de los cuatro asesinatos con características mafiosas que se registraron en pocos días, tanto en esa localidad como en la boliviana de Bermejo. De pronto, dos individuos con cara de pocos amigos rodearon el móvil del diario.

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--Anden con cuidado,entendido- les advirtió uno de ellos, mientras el otro se dedicaba a fotografiarlos uno por uno.

Policías no eran. Gendarmes tampoco y llamó la atención de los periodistas la impunidad con que esas personas se desplazaban por un lugar colmado de efectivos de las fuerzas de seguridad y miembros de los Servicios de Inteligencia de toda laya, nacionales e internacionales, algunos encubiertos y otros demasiado visibles.

Más tarde, Eduardo Sylvester ratificaba en declaraciones a este diario la posición del gobierno. Ante todo pidió "actuar con extrema prudencia", como si la prensa fuera imprudente al barajar una hipótesis que está en boca de todos. Y agregó que "la modalidad de este doble crimen es distinta a la que habitualmente ocurre en la zona, porque no sabemos en qué circunstancia se produjo, ni si tiene relación con hechos anteriores. Por eso, recomendó, hay que ser muy criteriosos".

Tal vez el responsable de la Seguridad pública en la provincia, olvidó las "modalidades" del crimen del empresario naviero bonaerense Julio Trama, el 5 de mayo de 2010, al que citamos por su repercusión mediática, ya que fue sólo uno, de las decenas de crímenes que ocurrieron en los últimos años en Salvador Mazza, localidad a la que algunos han comenzado a llamar, con cruel ironía, Salvador "Juárez".

A Trama lo mataron a hachazos y quemaron luego parcialmente su cadáver, dejándole en los bolsillos 17.000 dólares. Mientras que a Gonzalo Guzmán, propietario de una carnicería y a su ayudante Oscar Aráoz, los asesinaron de sendos tiros en la nuca. En este punto habría que darle la derecha (sin connotaciones ideológicas) a Sylvester: Las "modalidades" de los crímenes fueron distintas. Entretanto en la vereda de enfrente, en los montes de Bermejo, aparecieron ejecutados a balazos, el remisero Marcel Torres, que había sido secuestrado entre el 12 y el 15 de junio, junto a otra persona de nacionalidad boliviana.

Esta claro que algo huele mal en la provincia en materia de Seguridad y negarlo, no parece ser la mejor estrategia para enfrentar el problema.

La realidad

Lo que viene cocinándose en Salvador Mazza desde hace largo tiempo, agudizado en los últimos años por un cinturón de miseria y marginalidad agobiante, sumado al cuentapropismo y a la informalidad que apenas alcanzan para sobrevivir, alimenta el fortalecimiento y la expansión del crimen organizado y el narcotráfico.

A esto se suma una escasa presencia del estado, si la medimos en términos de eficacia para llevar adelante un plan de desarrollo integral que al tiempo que integre socialmente de manera paulatina y sostenida a los habitantes del lugar, ejerza también el monopolio de la fuerza.

Digámoslo en pocas palabras: ¿quién ejerce la autoridad real en Salvador Mazza dentro de los cinturones de miseria que rodean la localidad? ¿A quién le teme y respeta más la gente que sufre una marginalidad que ofende a la condición humana?

Cuando los periodistas de El Tribuno cubrían el sepelio de uno de los muertos, una señora le susurro a uno de ellos: "Tengan cuidado chicos, mucho cuidado; no duerman en Salvador Mazza".

En Salvador Mazza la gente tiene miedo. Así de simple, miedo.

Las organizaciones del narcotráfico que operan en la zona están llevando adelante lo que los especialistas en seguridad llaman "crímenes predatorios". Cada uno de ellos representa un mensaje hacia sus adversarios en la guerra por el control del territorio y hacia la población, para que la gente no hable, no mire, no moleste.

El poder somos nosotros, dicen los mensajes.

Tal vez todavía estén en la etapa de la guerra entre pandillas de "entrepreneurs". La que llevan adelante como parte del control inicial del territorio. Que siempre es un control hegemónico. Ahí no se admiten cooperativas. Algunas pandillas irán predominando hasta que, finalmente, una o dos controlen el territorio. Y ahí comenzará la expansión.

Así comenzó todo en México. Así ganó su fama Ciudad Juárez.

Es que El Putumayo colombiano, El Chapare boliviano y el Alto Huallago Peruano son zonas de producción. Y luego están las fronteras secas; los territorios de paso de la droga. Ellos son, hacia el norte de México, las diez ciudades fronterizas con EEUU; y hacia el sur las llamadas fronteras lábiles, los espacios vacíos o "territorios sin ley". En esa lista confeccionada por los organismos competentes de la ONU, en el continente americano se ubican el Peten mexicano, el Darién en Panamá y Salvador Mazza en el norte argentino.

Así estamos y una cosa es segura: si no hay diagnóstico sobre la enfermedad no hay posibilidades de cura. Y si la curación está en manos de amateurs o incompetentes que la niegan, los resultados serán predecibles a corto y mediano plazo.

Claro que deberíamos admitir, también, que la negación de la realidad forma parte de un estrategia política nacional que, por el momento, le ha dado buenos resultados a sus patrocinadores. Por lo visto y oído, hay quienes en Salta han resuelto imitarlos.

[Fuente: Por Bernardo Rabinowicz, El Tribuno, Salta, 06jul13]

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