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18jul17
Acribillan de 20 balazos a un policía que había denunciado a jefes y políticos
A pesar de ser y pertenecer a la policía, Pablo Cejas pasó sus últimos años perseguido por el miedo. Se le notaba en la mirada, que pasaba más tiempo esquivando la de los demás.
En 2015 lo intentaron asesinar, cuando prestaba servicio en Recreo. Ese episodio generó un antes y un después. Por entonces, adquiría notoriedad por tratarse de un policía atacado a tiros pero luego, cuando tuvo la posibilidad de hablar, trascendió a otro espacio, más resonante, más peligroso: "Hay kioscos que la policía no puede allanar. Tenemos ordenes de no meternos con los narcos", dijo sin titubeos cuando aún permanecía internado con las heridas (en el tórax y en la cabeza) en plena curación, apuntando a políticos y autoridades policiales.
Anoche, a las 22.30 recibió alrededor de 20 disparos, en la oscuridad del barrio Yapeyú.
Sin embargo, entre las afirmaciones también existen dudas: su moto estaba al lado del cuerpo, su celular no: apareció a varios metros de distancia; los investigadores dudan de que esta haya sido la escena del crimen; tendría impactos de bala de calibres distintos. Aún contaba con la protección policial.
El lunes había hecho adicionales en una entidad bancaria. Había intentado quitarse la vida el año pasado por sentirse perseguido por sus denuncias. Lo cierto es que las balas que terminaron con el policía que denunció vínculos de las autoridades con el narcotráfico impone ahora un escenario, a priori, sinuoso.
Allá por 2015 cuando su nombre tomó popularidad por las denuncias que realizó no había sido la primera vez que lo intentaban matar. Tres experiencias anteriores lo habían puesto al borde de la muerte.
"Discutí con mi jefe, me trasladaron y me ocurre esto. Cómo voy a pensar que esto es casualidad?", le contaba a Clarín luego de ese episodio singular en el que dos personas le dispararon para "robarle la moto".
Desde allí, si bien jamás se fue de la fuerza, algo se quebró en su intenso vínculo vocacional con el servicio que mostraba con orgullo en fotos que adornaban las paredes de su vivienda. Las amenazas y la persecución fueron denunciadas por él en la justicia. Y contaba, desde hace un tiempo con un sistema de protección singular.
"No tenía un seguimiento permanente, sino un dispositivo de contacto permanente. Anoche, Cejas se reportó normalmente", dijo hoy (martes) en conferencia de prensa Rolando Galfrascoli, Subsecretario de Investigación Criminal del Ministerio de Seguridad de la provincia.
El 16 de julio de 2016, Pablo quiso quitarse la vida y puso en jaque la vida de otras personas en el interior de un restaurante ubicado en la costanera santafesina.
"Sentí que había perdido a mi familia por las amenazas y las presiones por eso me equivoqué feo e hice lo que hice. Todavía no sé cómo reaccioné así. Pero sostengo: no me van a callar con nada", le comentaba a Clarín, días posteriores a este evento que lo mantuvo bajo tratamiento psiquiátrico hasta hace poco tiempo cuando se reintegró a la policía.
Las primeras pericias indican que al menos 20 balas impactaron en el cuerpo de Cejas. Los fiscales de Homicidios de Santa Fe, sospechan que no fue asesinado en el descampado donde apareció. No tenía su arma reglamentaria consigo, ni el uniforme.
El ensañamiento con el que fue ejecutado expone una situación delicada, aunque podría haber más pruebas en base a testigos. Por algo, desde el gobierno provincial pidieron "que se resuelva este caso cuanto antes por las suspicacias que se generan". De lo que fue, sin temor a la exageración, la crónica de una muerte anunciada.
[Fuente: Por Erico Vega, Clarín, Bs As, 18jul17]
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