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13feb05
El penal ya está bajo control, pero quedó casi destruido.
De a poco, la cárcel del barrio San Martín y sus alrededores van recuperando su funcionamiento habitual. Según fuentes penitenciarias, ayer hubo algunas peleas entre internos en el Pabellón 7, pero no se informó sobre heridos o nuevas víctimas. Aseguran que el penal está bajo control.
En tanto, el perímetro externo del penal siguió cercado por fuerzas de la Policía y de la Gendarmería para prevenir incidentes y evitar que familiares de los detenidos se acerquen a la cárcel.
Durante 24 horas, entre la tarde del jueves y la del viernes, un motín que involucró a la mayoría de los 1.621 internos dejó ocho muertos y decenas de heridos.
Según distintos testimonios, el estado en que quedó la cárcel —que ya lucía deteriorada— es lamentable. Paredes rotas, oficinas quemadas, muebles destruidos, celdas sin rejas, y los talleres y la cocina inutilizados. También había sectores sin agua y en otros con muy baja presión. Y no había luz. Según las autoridades, estos servicios iban a ser restituidos en las próximas horas. Algunos de los presos —según las fuentes— estaban con sus ropas rotas, vestidos casi como pordioseros.
Un guardiacárcel dijo a Clarín que si bien el penal ya está bajo control, la infraestructura no está en condiciones de contener a los reclusos, que fueron encerrados en los pabellones pero no en sus celdas, porque éstas ya no existen como tales. "Por eso, de noche, nosotros no estamos dentro de los pabellones. Controlamos todo desde el techo y las torres de vigilancia", admitió.
Las peleas entre los reclusos ocurren porque los enfrentamientos entre ellos recrudecieron luego de la revuelta.
El Gobierno provincial destituyó a la cúpula del penal. También es probable el desplazamiento de la titular del SPC, Graciela Lucientes de Funes.
"La suciedad que hay en la cárcel es increíble. En ese lugar tienen que vivir los presos", se queja la mujer de uno de los internos del centro tres, el de máxima seguridad. Su marido está condenado a perpetua. Ella espera a 200 metros para poder verlo.
Otra mujer, militante católica y que trabajó en actividades de asistencia a los internos de este penal, cuenta que no hay actividades para que los presos puedan desarrollarse. Además dice que los enfermos de sida muchas veces no han tenido ni colchones para dormir o la medicación que necesitan. "El curita (Hugo) Olivo les ha llevado colchones o ha hecho gestiones para asistirlos", relata.
Un guardiacárcel describe algo parecido. "Los baños no tienen agua, las cloacas no dan abasto y están todo el tiempo taponadas, algunos no tienen lugar para dormir y deben hacerlo por turnos. Nosotros también trabajamos en condiciones que no son las adecuadas: cuando la cárcel tenía 1.000 presos éramos 28 por turno de guardia; ahora que tiene 1.600 seguimos siendo 28.".
[Fuente: Clarin, Bs As, Arg, 13feb05]
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