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13feb05


El motín se solucionó porque hablamos, escuchamos y creímos".


El motín se solucionó porque hablamos, escuchamos y creímos. Porque los internos tuvieron humildad y soportaron la humillación. Ellos tenían el poder, e igual cumplieron. Y también las autoridades, que creyeron y cumplieron con las garantías. Espero que la sociedad reflexione: para que haya concordia y paz se debe hablar y escuchar". Hugo Olivo, el cura de 34 años que evitó una tragedia aún mayor a la que se vivió en el Penal de San Martín parece lo que es: un hombre bueno y convencido. Se le nota en la mirada.

Dice que las ocho muertes se pudieron haber evitado. "En San Martín las visitas son fundamentales, tenés que tener sensibilidad para plantear los temas, no podés ser imprudente con 1.600 personas. Si hubiera habido diálogo esto no pasaba", afirma. El día de la revuelta, los guardias habían pegado carteles anunciando cambios en el régimen de visitas.

Las visitas son fundamentales porque sin el afecto y los pocos pesos que ellos pueden traer, los internos no comerían, explica Olivo. Y cuenta que hasta el jabón lo lleva Cáritas.

Para poder entrar al penal durante el motín esperó pacientemente. Estuvo desde las ocho de la noche del miércoles hasta las seis de la mañana del jueves en la puerta de la prisión, atendiendo heridos, hablando a través de las paredes con los internos. "Me di cuenta que Dios estaba ahí cuando abrieron los cinco candados y pude pasar. Uno de ellos me trajo la eucaristía y vi las caras de los que estaban, eran muchos. Ahí creí que podíamos arreglar esto".

Su gestión empezó a esa hora. Fue pabellón por pabellón hablando con los internos, con los familiares, y con los guardias tomados como rehenes. "El hombre que viene en nombre del Bien es bienvenido en cualquier cárcel del mundo", afirma. "Los que estaban adelante me dijeron 'lleve tranquilidad y vamos a hacer lo que usted nos dice'". El compromiso fue que sacaran las armas a la puerta de los pabellones, que mostraran sus heridas para ser atendidos, que entregaran a los rehenes y que aceptaran una requisa. A cambio, pidieron que no hubiera represalias. Olivo les prometió que ingresarían 15 hombres del Servicio Penitenciario y un camarógrafo para fil mar, uno por uno, a los 1.621 detenidos.

"Lo más difícil era que me creyera el fiscal, pero me creyó, le hice firmar la garantía de que no habría represalias y volvimos". En la segunda recorrida se cumplió todo lo que habían pactado.

[Fuente: Clarin, Bs As, Arg, 13feb05]

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