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17ago14


Un médico de la Bonaerense falseó el acta de nacimiento de Guido


El nombre de Julio Sacher, estampado en el documento apócrifo que le robó la identidad al nieto de Estela de Carlotto, es la punta del ovillo que podría reconstruir el derrotero del niño desde que fue apartado de su madre, Laura.

Guido Montoya Carlotto estuvo en brazos de su madre Laura apenas cinco horas. Corría el 26 de junio de 1978 cuando el terrorismo de Estado los separó para siempre en una maternidad clandestina. Laura fue asesinada dos meses después. Qué sucedió desde entonces con Guido es la gran incógnita que pretenden responder los investigadores del caso. ¿Quién se lo apropió?

¿Quién lo llevó de La Plata a Olavarría donde vivió durante 36 años bajo el nombre de Ignacio Hurban? ¿Cómo llegó a manos del principal acusado de entregar al bebé a dos peones de campo? Una persona que encubrió un crimen aberrante es la punta del ovillo que podría desentrañar qué sucedió en las siguientes horas de vida del nieto de Estela de Carlotto. Se trata de un médico de Olavarría, actualmente en actividad, que revistaba en la Policía Bonaerense durante la última dictadura cívico-militar y falseó la partida de nacimiento por la que Guido creyó ser hijo de Clemente y Juana Hurban hasta el 2 de junio pasado, cuando se enteró de que era adoptado.

Fuentes judiciales cercanas a la pesquisa confirmaron a Tiempo Argentino que ese nombre clave es el del ginecólogo Julio Luis Alberto Sacher.

El 2 de junio es una fecha paradigmática en la vida de Ignacio Guido Montoya Carlotto. Era el día que festejaba su falso cumpleaños. Un 2 de junio, pero de 1978, es la fecha que acreditó Julio Sacher al avalar un nacimiento que para ese día todavía no se había producido y sellar el destino de este bebé por los siguientes 36 años. La maniobra fue tan desprolija que, según fuentes judiciales, no existiría certificado de parto o constatación de parto, un documento que exige la normativa. Allí debe inscribirse el nombre del hospital donde nació el bebé con un sello de ese centro de salud; a qué hora nació; y debe tener la firma y datos del médico que realizó el parto. Existe la posibilidad de que nunca se haya hecho ese certificado en el caso de Guido o que las fuerzas armadas o de seguridad intervinientes lo hayan hecho desaparecer. El documento que sobrevivió casi cuatro décadas, bien guardado, fue el acta de nacimiento fraguada. Allí figuraría el nombre del niño, la firma de la delegada o delegado del registro civil (intervenido durante la última dictadura) y la firma de los padres. Del médico sólo figura su nombre: "Sacher, Julio Luis A". No plasmó su firma ni su DNI ni su número de matrícula. Sacher, entonces integrante de la Policía Bonaerense, sabía que estaba cometiendo un delito. Y muy grave. Este diario intentó comunicarse con Sacher pero, curiosamente, durante tres días nadie atendió el teléfono en su consultorio, que permaneció cerrado en las últimas horas.

El presente policíaco de Sacher al momento de suscribir la partida apócrifa alimenta la hipótesis que hace hincapié en el rol que pudo haber jugado en este caso el difunto coronel de caballería Filiberto Francisco Salcerini Soffredini, asesor y mano derecha de Ramón Camps, titular de las policías Bonaerense y Federal durante la última dictadura militar. Salcerini Soffredini, tal como adelantó este diario el domingo pasado, estaba casado con Raquel Fassina, prima política de Carlos Francisco "Pancho" Aguilar, principal sospechado de entregar a Guido a la familia Hurban. Aguilar es sindicado por los investigadores como "el último eslabón· en la entrega del bebé robado, tal como se desprende de una denuncia radicada en abuelas hace cuatro años.

Una familia poderosa

Dicen que leyendo el obituario de una persona se puede conocer quién era, o al menos cuál era su círculo íntimo. El del sospechado Aguilar refleja el poder que supo acumular en su Olavarría natal. Tal como reveló el domingo pasado Tiempo Argentino, uno de los recordatorios hacia "Pancho" lo firman "sus primas Perla Zulema Fassina Presa y Raquel Fassina viuda de Salcerini".

Filiberto Salcerini, coronel de caballería, se casó con Raquel en la última semana de agosto de 1958. Pasaría a integrar la Policía Bonaerense durante el terrorismo de Estado, cuando la fuerza fue intervenida por el Ejército. La misma Policía Bonaerense en la que trabajó Julio Sacher.

En el Informe de la Memoria de Olavarría, elaborado en 2001, se cita la declaración de un testigo que integró la policía local durante la represión. En el documento se reproduce lo que declaró ante el Juzgado Penal Nº2 de Azul, el 26 de noviembre de 1984: el agente dijo que supo de "secuestros y detenciones clandestinas de personas jóvenes (...) que no figuraban en Registro alguno y que se ordenaba al personal el máximo silencio, ya que esas detenciones no las realizaba el personal ordinario de tropa, sino que eran efectuadas por personal de confianza del grupo que componían policías locales de alta graduación, militares de la Guarnición local y hombres de la Jefatura de Policía, que generalmente eran comandados por el Teniente Coronel Filiberto Salcerini que era a su vez, asesor del General Ramón Camps, Jefe de Policía".

En su declaración, el testigo -que ya falleció- menciona la relación que entablaron Salcerini y otro personaje fuerte de Olavarría, sospechado de actuar en la apropiación de Montoya -Carlotto: Aníbal Ignacio Verdura, quien será juzgado por 21 crímenes de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención Monte Peloni, en un juicio que se inicia el próximo 22 de septiembre. Verdura es uno de los cuatro acusados que estará sentado en el banquillo de los acusados. Más adelante llegará la segunda parte de la megacausa olavarriense (llamada Monte Peloni II), en la que hay otros 70 implicados y en la que se esperan apariciones de civiles implicados en aquellos años. ¿Podrá surgir en aquella segunda parte el nombre de Aguilar?

El interrogante tiene sus fundamentos.

Tal como publicó este diario la semana pasada, el ex coronel Verdura fue jefe del Área 124 (Olavarría) y manejó del Regimiento de Caballería de Tanques 2 local desde el 5 de diciembre de 1975 hasta el 4 de diciembre de 1977, unos seis meses antes del nacimiento del nieto de Estela de Carlotto. Los vínculos de Verdura -quien estuvo involucrado en el secuestro de Pareja, militante peronista olavarriense que pasó por La Cacha- con Aguilar son conocidos en la ciudad bonaerense. Como señaló este diario, un nexo entre Aguilar y el ejército se daba por los negocios. "Iba a entrenar equitación a los terrenos del Ejército y les vendía caballos. Cotidianamente tenía contacto con miembros de las fuerzas", apuntó una fuente consultada que pidió no ser nombrada.

Aguilar y Fassina no son apellidos al azar, representan familias tradicionales de importancia para la ciudad. De hecho, uno de los primeros intendentes de Olavarría fue Eulalio Aguilar, mientras que la familia Fassina le presta el apellido a una calle y a una plaza, debido a Pablo Fassina, quien fuera en la década del '40 presidente de la Sociedad Anónima de Edificación y de la Sociedad Rural, la misma entidad de la que fue dirigente Pancho Aguilar.

La sombra de Aguilar

Tan fuerte parece haber sido la figura de "Pancho" Aguilar -candidato a concejal por Unión PRO en 2007 en Olavarría- que, recién semanas después de su muerte (el 26 de marzo de este año), un conocido de Ignacio/Guido le confirmó a través de una persona cercana de su entorno que no era hijo del matrimonio que lo crió "excelentemente bien", según dijeron todos los consultados por este medio. El secreto había sido guardado por 36 años.

Algunos consultados por este diario se inclinaron por la hipótesis de que el chico era destinado a alguna familia de poder de la ciudad que por alguna razón no lo quiso, por lo que terminó llegando al matrimonio de peones rurales, teniendo en cuenta que hasta aquí era algo inédito encontrar que una familia de esas características, alejada de algún contacto militar, tuviese a su cargo un bebé apropiado. La propia Claudia Carlotto, hija de Estela, sostuvo que la llegada de Guido a la familia Hurban pudo haber sido "un plan B". Otra hipótesis señala a Aguilar como facilitador del bebé directamente a sus peones sin ningún "problema" de por medio.

El fantasma de quien fuera un hombre poderoso de Olavarría todavía se pasea por la ciudad: las radios locales y hasta el diario olavarriense El Popular se cuidan de no hacer foco explícito en su figura. El silencio no es casual. Un ejemplo de aquellos lazos de amistad es el que Aguilar, dirigente de la Sociedad Rural y del Club Estudiantes, entre otras instituciones y emprendimientos, mantuvo con Julio Pagano, entonces director de El Popular, con quien solía compartir salidas nocturnas durante los tormentosos años '70, tal como lo contaron testigos a este diario. Ante la muerte de "Pancho", el matutino olavarriense le dedicó a Aguilar un extenso obituario donde lo despidió con "profundo dolor" por considerarlo "un reconocido y apreciado vecino olavarriense".

En esa misma necrológica, al empresario agropecuario lo despiden otros amigos, entre ellos miembros de las familias Gallina, Alem y England. Las tres familias figuran entre los que firmaron la solicitada a favor de Verdura en 1985, cuando peligraba su ascenso militar ante denuncias de víctimas del terrorismo de Estado. "Como amigos que somos del coronel Verdura, cuyas calidades personales, más allá de sus aptitudes profesionales pudimos valorar durante su actuación en Olavarría al frente del Regimiento 2 de Tanques, no podemos menos que formular esta declaración pública", enfatizaban en coro los apellidos ilustres de Olavarría. El tiempo pasó y llegaron los vientos de Memoria, Verdad y Justicia. Los diques que contienen los secretos más oscuros de la ciudad -uno de los símbolos de la complicidad civil con la dictadura a partir del emporio que levantó Amalia Lacroze de Fortabat en Loma Negra- comenzaron a resquebrajarse.

La cofradía castrense

El agente policial citado en el Informe de la Memoria menciona la relación que tenía el entonces teniente coronel Salcerini con otros agentes locales: el mayor Walter Grosse, también presente en el C.C.D Monte Peloni, y con Héctor Rinaldi, subcomisario de Sierras Bayas, pueblo lindero a Colonia San Miguel, donde se ubica el campo de Aguilar. "Oí decir varias veces que los cadáveres iban a tirarlos al polvorín de Serris, los hacían volar con barrenos en una cantera de Cerro Sotuyo, o los cremaban en una cantera de Sierras Bayas (NdeR: No especifica cuál. En esa zona una de las canteras es la de Cerro del Águila, una empresa vinculada a Aguilar)." El testigo agregó que "el General Ramón Camps vino varias veces a entrevistarse con el Teniente Coronel Filiberto Salcerini, que era su brazo derecho, ya que figuraba como asesor militar de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Que vio cómo practicaban detenciones y torturas en distintos lugares rurales y suburbanos, propiedad de allegados de confianza".

A las relaciones familiares y de amistades se le suma una zona geográfica de acción en común: Cerro Sotuyo, Sierras Bayas, Monte Peloni, sobre la ruta 76, el campo en Colonia San Miguel. El último eslabón de la cadena en la apropiación de Montoya Carlotto, se estima, confluye en un radio de pocos kilómetros.

La ruta que transitó Guido a partir de sus seis horas de vida aún es un misterio. Abuelas de Plaza de Mayo y la Unidad Fiscal platense a cargo de crímenes de lesa humanidad estiman que Guido nació en el penal Olmos o en un sitio cercano a La Cacha, el centro clandestino de detención en el que Laura Carlotto estuvo secuestrada por nueve meses desde noviembre de 1977. Esta tesis desdibuja la hipótesis que sostiene que Laura pudo haber dado a luz en el Hospital Central Militar, razón por la cual, el caso es instruido por la jueza federal porteña, María Servini de Cubría.

Por tal motivo, los procuradores Hernán Schapiro y Marcelo Molina, a cargo de la Unidad Fiscal platense, solicitaron que la investigación por la apropiación de Guido continúe en los tribunales de La Plata. La situación de competencia se resolvería la próxima semana, informaron a este diario fuentes judiciales. Una vez resuelto este litigio comenzará a pulirse el primer eslabón de la cadena que concluye en Olavarría.

Aguilar, Salcerini, Verdura, Sacher, por lo pronto, son diferentes nombres que pueden arrojar luz a un secreto que se guardó por casi cuatro décadas.

Los archivos de Laura, la hija de Estela Carlotto

Como si desconociera su destino final, la Policía Bonaerense investigó el paradero de una de las cautivas que fueron asesinadas y desaparecidas dentro de uno de sus centros clandestinos de detención. La prueba de ese encubrimiento criminal descansó durante tres décadas dentro de los archivos de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA), uno de los aparatos de espionaje más viejos del país. Se trata del legajo "Mesa DS Varios Nº 15209", caratulado "S/Paradero de Laura Estela Carlotto". La carpeta cuenta con información sobre la madre de Ignacio Guido Montoya Carlotto, el nieto recuperado 114.

La existencia de ese legajo fue revelada por Tiempo Argentino hace tres años, en el suplemento dedicado a la participación de la Bonaerense en el robo de bebés en la última dictadura. El documento acompañó a la edición dominical del 8 de mayo de 2011 y saca a la luz detalles de un informe elaborado por la Comisión Provincial de la Memoria, el organismo bonaerense que administra el viejo archivo de la DIPBA. El análisis de los legajos refleja que los habeas corpus que radicaban familiares de detenidos desaparecidos ante los estrados judiciales iban a parar a la DIPBA. La información recibida por esa catacumba era registrada en legajos especiales, como el que le dedicaron a la madre del nieto recuperado 114, es decir, Laura Carlotto. Su cuerpo fue devuelto a la familia luego de largos trámites. Tenía la mitad del rostro destrozado por itakazos y un balazo en su vientre. Sin embargo, según el legajo, la misma policía citó a los Carlotto el 25 de agosto de 1978 a la subcomisaría de Isidro Casanova, donde el subcomisario les dijo que su hija "había fallecido en un operativo de control de automóviles, que se había resistido y fue muerta". La mentira creció y también tuvo su registro dentro del legajo secreto de encubrimiento.

El 27 de febrero de 1980 el comisario general Patricio Salatino le informó al gobierno provincial que, según una investigación realizada por la propia jefatura de la Bonaerense, existe "como única constancia (...) copia de un memorando realizado por el Jefe de la Unidad Regional Morón, donde informa sobre un enfrentamiento ocurrido el 25 de agosto de 1978 a la 1:20 horas, en Isidro Casanova, con fuerzas conjuntas (...) donde fueron abatidos los ocupantes de un Renault 12 blanco, (...) un hombre de 25 años, que carecía de toda documentación y de una mujer que poseía un DNI a nombre de Laura Estela Carlotto".

La versión que le dijo el jefe de la Unidad Regional I de Morón Alberto Rousse a los padres de Laura contradice la respuesta del Ministerio del Interior al juzgado que investigaba el paradero de la madre de Ignacio desde el 18 de julio de 1978. "Llevo a su conocimiento que el Poder Ejecutivo Nacional, hasta la fecha horas 16, no ha dictado medidas de libertad en la persona de la causante", según informó el Coronel (RE) Vicente Manuel San Román, director general de Seguridad Interior.

En su respuesta al juzgado federal de La Plata el militar jamás habló del enfrentamiento que informó la Bonaerense a los padres de Laura y que dos años después envió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

[Fuente: Por Gustavo Sarmiento y Hernán Dearriba, Tiempo Argentino, Bs As, 17ago14]

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