EQUIPO NIZKOR
Información

DERECHOS


22ago08


Las audiencias se reanudarán con las declaraciones de varios testigos, entre ellos el sacerdote Rubén Capitanio


Los ocho militares acusados de secuestrar y torturar a 17 militantes políticos y dirigentes gremiales de Neuquén y Río Negro decidieron no declarar ayer ante el Tribunal Oral Federal de esta capital.

La determinación de los jefes castrenses, imputados en delitos considerados de lesa humanidad, prácticamente tumbó las expectativas, fundamentalmente de las organizaciones de Derechos Humanos y del fiscal del Tribunal, Manuel de Reyes Balboa.

Habían organizado una estrategia para cada uno de los imputados que giraba en torno a las conductas criminales empleadas en los procedimientos ilegales de detención que siguieron con las terribles sesiones de interrogatorios y tormentos que debieron soportar los hombres y mujeres en "La Escuelita".

El fuerte golpe sacudió también a integrantes de la agrupación HIJOS, víctimas de la represión militar y numerosas personas que seguían las alternativas del histórico juicio dentro y fuera de la pequeña sala, acondicionada a último momento para el desarrollo del juicio.

Después, el defensor federal, Carlos Peralta, acometió aún más y pidió a los magistrados que sus defendidos, Oscar Lorenzo Reinhold, Alberto Gómez Arenas y Luis Alberto Farías Barrera, no participen de las audiencias de debate.

El planteo del funcionario federal, debidamente fundado, fue aprovechado también por el defensor del suboficial Julio Francisco Oviedo, quien adhirió al requerimiento.

Los reclamos de los defensores fueron rechazados por las organizaciones de Derechos Humanos.

El fiscal Balboa reconoció la legitimidad del planteo, pero aclaró que, en el caso de que el Tribunal haga lugar, los imputados deben permanecer a disposición del Tribunal y las partes, en el momento en que se los requiera.

Los resultados de los incidentes sostenidos ayer, que aún no fueron resueltos por los jueces, pueden encaminarse en favor de los imputados.

Sin embargo, en la sala, algunas personas dijeron que los militares tuvieron impunidad para asesinar, torturar, saquear, abusar sexualmente de las mujeres. Y hoy queda claro también que pactaron "guardar silencio", para no responder sobre los sanguinarios crímenes cometidos a partir de marzo de 1976.

Sin muestras de arrepentimiento

El primero de los militares incriminados que se sentó en el banquillo de los acusados, mirando de frente al Tribunal de sentencia, fue el coronel Mario Alberto Gómez Arenas.

Sereno, con voz clara, erguido, dijo que nació en 1930 en Godoy Cruz, Mendoza.

Contestó que cursó estudios universitarios y que se desempeñó en Inteligencia del Ejército hasta 1983. Estuvo a punto de ponerse de pie, cuando remarcó que ingresó al Ejército en marzo de 1949.

Después siguieron el mayor Luis Alberto Farías Barrera, el teniente coronel Sergio Adolfo San Martín y el coronel Jorge Eduardo Molina Ezcurra. Este último señaló que se retiró de la fuerza en el mes de marzo de 1995.

Significa entonces que continuó desempeñándose como jefe militar en los gobiernos democráticos de Ricardo Alfonsín y Carlos Menem.

El quinto incriminado al que se le preguntó si declaraba por los cargos que se le endilgan fue al suboficial mayor Francisco Julio Oviedo.

Manifestó que sus estudios universitarios en el profesorado de Historia fueron incompletos y que se retiró en 1981 cumpliendo servicio en el Destacamento de Inteligencia 141 de Córdoba.

El coronel Oscar Lorenzo Reinhold nació en Santa Fe en 1935. Se desempeñó en el Ejército hasta 1987. En Neuquén fue el jefe de la División Inteligencia del Comando de la Subzona 52.

Enrique Braulio Olea es cordobés, nacido en 1930, en la localidad Las Perdices. Se retiró en 1987 con el grado de general de brigada. Y, finalmente respondió a preguntas del Tribunal, el medico Hilarión de la Pas Sosa.

El hombre, que se mostraba cansado, dijo que nació el 21 de octubre de 1930 en Profundidad, Misiones, y que se incorporó al Ejército en 1949. Su retiro se produjo en 1989, como coronel médico.

Insultados

Los militares salieron de la sala de debate esposados, en fila india y protegidos con chalecos antibala provistos por el Servicio Penitenciario Federal.

Fueron acompañados por corpulentos hombres hasta la puerta de acceso al edificio judicial, donde los esperaban dos camionetas Trafic de la fuerza nacional.

Numerosos familiares de los jóvenes detenidos y torturados, no resistieron y descargaron todo tipo de insultos. Los vehículos donde se protegieron los ex militares fueron golpeados con los puños y patadas, hasta que salieron del lugar por la calle Carlos H. Rodríguez hacia el Este.

No se sabe a qué lugar.

Algunos de los militares se mostraban inconmovibles, sin remordimientos. No disimularon algunas expresiones de júbilo. Otro evitó sonreírse y optó saludar a un abogado defensor, con un guiño cuando despacito bajaba las escaleras del Tribunal.

Después de la presurosa salida de los vehículos de la U-9, en la calle de un lado a otro caminaba Oscar Ragni, cuyo hijo aún permanece desaparecido.

Había insultado y maldecido a los acusados con toda su fuerza y con la bronca que arrastra desde hace más de treinta años.

Ayer no resistió y gritó su contenida impotencia por la desaparición y muerte de su hijo.

En un costado sobre la vereda estaba Francisco Ledesma. Sus ojos estaban inflamados de llanto. Estuvo detenido más de cinco años en Rawson, en "La Escuelita" y la U-9.

Las actividades se retomarán el lunes desde las 9 con la comparencia de varios testigos, entre ellos el sacerdote Rubén Capitanio.

Los tormentos que nunca olvidarán

  • Rubén Obeid fue detenido el 14 de octubre del ‘76 en Contralmirante Cordero cuando viajaba en un colectivo. Tenía 29 años. El operativo fue realizado por varios individuos que viajaban en un Ford Falcon verde. Horas después allanaron su casa.

    En "La Escuelita" fue insultado, golpeado. Lo mojaron, le colocaron electrodos en la cabeza y lo picanearon.

    Fue liberado el 10 de marzo de 1979.

  • Francisco Ledesma, se encontraba detenido en Rawson desde el 21 de enero de 1976. Fue trasladado por personal del Ejército a esta ciudad y su primer contacto fue con el mayor Farías Barrera, quien lo trasladó y ordenó su detención en "La Escuelita", donde fue torturado con picana, le aplicaron el submarino seco (una bolsa de nylon en la cabeza).

    También fue golpeado y finalmente encerrado en un calabozo de Rawson, hasta 15 de diciembre de 1981, fecha en la que recuperó su libertad.

  • María Cristina Luca, Marta Inés Brasseur y Graciela López fueron detenidas en Cipolletti, entre el 19 y 20 de noviembre del ‘76.

    Como en todos los casos, fueron interrogadas y torturadas en "La Escuelita". El 3 de diciembre fueron llevadas en avión hasta Paraná, Entre Ríos.

    Luca fue liberada el 8 de junio del 83, Brasseur, el 17 de marzo de 1982. López, también en el mismo año.

  • Pedro Tressa y María Ruchetto fueron detenidos e interrogados y torturados en "La Escuelita" durante tres días.

    El joven mantenía una relación sentimental con María Luca. Rucheto, en marzo del ‘76 se desempeñaba como docente en Planicie Banderita.

  • Islanda Becerra, militante de la Juventud Peronista, fue apresada ilegalmente el 15 de diciembre de 1976 por efectivos policiales y civiles cuando tenía 19 años.

    En "La Escuelita" fue atada a un catre, esposada de pies y manos y encapuchada. Fue picaneada en las sienes, la boca, simulaban que le disparaban en la cabeza. Quedó libre el 31 de diciembre del mismo año, aunque fue obligada a presentarse en el Comando del Ejército durante quince días, hasta 1978.

  • David Lugones, apresado el 29 de abril del ‘76, fue trasladado a esta ciudad al 27 de diciembre del mismo año. Un día después lo llevan a "La Escuelita", donde fue atado a una cama de pies y manos y torturado. Allí reconoció al joven Oscar Ragni, entre otros detenidos.

    El 29 de diciembre le hicieron firmar una declaración con los ojos vendados y lo amenazaron que no hablara de lo ocurrido en el centro de detención.

"No me pude contener"

Oscar Ragni dijo que "los sentimientos hoy me vencieron. Saqué todo lo que guardaba. Fuimos tolerantes; responden a una institución que no es noble". Y, añadió: "Ya no los respeto".

El hombre que en 1976 y durante largo tiempo se entrevistó con varios de los militares imputados, implorando por conocer la suerte de su hijo, contó que "está presente junto con los 30 mil compañeros desaparecidos".

"Hasta ahora nadie ha dado razón de su muerte, pero hoy me siento un poco mejor" y continuó abrazándose con amigos y familiares de las víctimas. Estaba aliviado.

Muy cerca estaba Noemí Labrune, una de las fundadoras de la Asamblea por los Derechos Humanos de Neuquén. Remarcó que "no tienen coraje" para permanecer de frente al Tribunal y la comunidad en general.

Añadió que "estamos transitando la última etapa, que precisamente fue llegar a la Justicia. Hagan lo que hagan no podrán evitar la sentencia que seguramente escucharán en una cueva".

Finalmente dijo que las evidencias "son concluyentes" y calificó como "ejemplar la instrucción de la causa conducida por el juez Guillermo Labate y la secretaria, Silvina Domínguez.

Boff: «El rescate de la dignidad»

El teólogo brasileño Leonardo Boff asistió ayer a la segunda audiencia del juicio contra ocho represores imputados de graves violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura en Neuquén.

«Creo que estos juicios son el rescate de la dignidad humana que fue violentamente ofendida durante la dictadura militar con crímenes contra la humanidad», aseguró Boff a la agencia Télam.

Boff, de 69 años, es uno de los fundadores de la Teología de la Liberación en los años 60 y 70, censurada por el Vaticano.

Dijo que «si se destruye esa mínima relación de humanidad no se puede construir una sociedad ni proyectar una convivencia que sea verdaderamente humana. Eso no puede ocurrir jamás y no se puede ocultar y olvidar sin más porque sería no honrar las víctimas».

Boff indicó que «se tiene que realizar sin una perspectiva de venganza sino de restablecimiento del derecho básico y perspectiva de futuro».

Consideró que si bien muchos países latinoamericanos sufrieron dictaduras, como el caso de Brasil señaló que «los niveles que se han realizado en la Argentina tienen solamente una semejanza con los niveles nazistas».

Boff ofreció anoche una charla en el aula magna de la Universidad Nacional del Comahue sobre la denominada «Carta de la Tierra», referida a los conflictos por el uso, la propiedad de la tierra y la contaminación global.

[Fuente: La Mañana, Neuquén, 22ago08]

Tienda de Libros Radio Nizkor On-Line Donations

DDHH en Argentina
small logoThis document has been published on 29Aug08 by the Equipo Nizkor and Derechos Human Rights. In accordance with Title 17 U.S.C. Section 107, this material is distributed without profit to those who have expressed a prior interest in receiving the included information for research and educational purposes.