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01jul17


Fuerte golpe contra los narcos de la villa más peligrosa de la ciudad


Más de 2000 efectivos de la Gendarmería y la Policía Federal irrumpieron ayer en la villa 1-11-14, en uno de los golpes más importantes contra las bandas narco que operan en ese asentamiento del bajo Flores.

El operativo podría cuantificarse con el decomiso de 504 kilogramos de marihuana y 50 kilogramos de cocaína, más el arresto de 18 sospechosos y la incautación de varias armas, pero ese movimiento policial tuvo su origen en un plan más ambicioso: la recuperación de la zona para introducir allí nuevamente al Estado.

"Los vecinos son rehenes de las bandas narco", dijo el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta , luego del primer paso dado para instalar en la villa 1-11-14 el programa Barrios Seguros, usado para pacificar la villa 31. En el asentamiento del bajo Flores viven 30.000 personas.

Pasadas las 5, ingresaron las fuerzas federales en la villa más peligrosa de la ciudad de Buenos Aires. El juez federal Sergio Torres firmó la orden para 95 allanamientos que derivaron agentes tanto a los sectores dominados por los narcos peruanos como a las manzanas controladas por traficantes paraguayos. Entre los detenidos figura Fernando Estrada González, hermano de Marcos, el jefe narco que manejaría desde la prisión varios puntos de venta de drogas.

"Hemos creado una Unidad de Prevención Barrial de la Gendarmería que va a quedarse con los vecinos", dijo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich .

Bullrich y Larreta recorrieron la villa 1-11-14 acompañados por los jefes de la Policía Federal, comisario general Néstor Roncaglia, y el jefe de la Gendarmería, comandante general Gerardo Otero. Los funcionarios aseguraron que los allanamientos representaban el inicio de un plan recuperación del barrio.

Para el gobierno porteño, ayer se inició "el proceso de transformación e integración social y urbana de la villa 1-11-14", según explicaron las autoridades. De todas maneras, los funcionarios aceptaban anoche que llevará tiempo la pacificación de una zona que tiene las tasas de homicidios más alta de la ciudad de Buenos Aires. "No sólo se beneficiarán los habitantes de la villa, sino que todo el barrio de Flores obtendrá el rédito de la recuperación de un lugar tan emblemático como la villa 1-11-14", fue el pensamiento dominante en la sede del gobierno porteño.

Para cumplir con ese objetivo de desalojar a los grupos narcos se comenzó ayer con el arresto de los cabecillas identificados. Más allá de allanamientos paralelos en la cárcel de Marcos Paz, donde está alojado Marco Estrada González, alias Marcos, los arrestos ordenados ayer en el asentamiento del bajo Flores buscaron procuraron desarticular la red de comando del grupo peruano con la captura del hermano del líder y de Lucila Alarcón, la suegra de Marcos.

En el sector paraguayo los gendarmes desarticularon también 16 talleres clandestinos ubicados en las manzanas 26, 9A y 9B. El sector conocido como Tres Bocas, por el cruce allí de pasillos, es una de las zonas más calientes del narcotráfico en la ciudad de Buenos Aires, con puestos de venta, pero con lugares de acopio de droga que luego es comercializada en forma mayorista a bandas que operan tanto en la Capital como en el conurbano. En ese sector se encontraron unos 90 kilogramos de marihuana y fueron arrestados varios cabecillas narcos.

Pero la sorpresa mayor llegó en la manzana 5, territorio ocupado en general por la comunidad boliviana y que en los últimos meses fue copado por un grupo paraguayo. Es que no sólo se encontró armamento, como una granada, y municiones especialmente diseñadas para vulnerar los chalecos antibalas, sino que se detectaron, además, 600 gramos del explosivo pentolita. Los narcos en la villa 1-11-14 están bien pertrechados. Desalojarlos no será fácil, afirmaron quienes estuvieron ayer en el operativo.

Planificación táctica

La forma planificada para recuperar el barrio tuvo en esa irrupción policial su primer paso. Las autoridades saben que no puede arriesgarse allí a una lucha abierta, con tiroteos. La intención es desgastar a esos grupos narcos, presionarlos con allanamientos y arrestos hasta que la evaluación de costo-beneficio los haga abandonar la zona. Un plan de esas características se desarrolló en las favelas de Río de Janeiro, donde siempre se anunciaba el inicio de la pacificación de una zona en espera que los grupos narcos liberen el sector.

Los vendedores de drogas no son grupos radicalizados que disputan con el Estado terrenos a sangre y fuego, sino que operan en los lugares en los que el Estado se retira. Pero una vez al mando de una manzana, las bandas se transforman en la autoridad.

Incluso regulan el delito común en la villa 1-11-14. Aquellos que investigaron a esos grupos explicaron que castigan a delincuentes que roban en zonas no permitidas. Actitud que asumen para ganarse la confianza de vecinos y para consolidar pasillos seguros para los compradores de drogas. En la villa del bajo Flores los dos grupos antagónicos, de peruanos y paraguayos, no pelean entre sí. Llegaron a acuerdos tácitos de reparto del poder interno. La banda de Marcos tiene una estructura piramidal de control, mientras que en el sector paraguayo conviven dos o tres bandas que acordaron horarios y días de comercialización de drogas. Las peleas y muertes aparecen cuando ese pacto criminal no se cumple.

Los investigadores aseguraron ayer que se intentó golpear por igual a todas las bandas narcos que operan en el bajo Flores para no dejar a un grupo intacto y tentado a tomar por la fuerza los lugares dejados vacíos por las organizaciones más desgastadas por los arrestos.

El trabajo entre las fuerzas de seguridad federales se dividió para que la Policía Federal se encargase del grupo de Marcos y la Gendarmería fuese sobre las posiciones de las bandas formadas por ciudadanos paraguayos. Tras el desalojo de grupos narcos en la villa 31 se instaló allí la Policía Federal, mientras que en la villa 1-11-14 esa tarea quedará en manos de la Gendarmería. Los gendarmes ya realizaban controles en las cercanías de ese asentamiento como parte del sistema de vigilancia urbana denominado Cinturón Sur.

En la villa 31 disminuyó considerablemente el número de homicidios con la presencia policial y las autoridades esperan repetir esa experiencia en la villa 1-11-14.

[Fuente: Por Daniel Gallo, La Nación, Bs As, 01jul17]

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