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26sep05


Inhuman restos de religiosa francesa desaparecida por la dictadura argentina.


Los restos de la monja francesa Léonie Duquet y de Angela Ahuad, secuestradas y desaparecidas entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977, durante la pasada dictadura militar (1976-1983), fueron inhumados hoy en los predios de la iglesia de Santa Cruz después de una ceremonia en esa sede religiosa en la que participaron organismos humanitarios, Madres de Plaza de Mayo y cientos de familiares de desaparecidos.

Los cadáveres de la religiosa y Ahuad fueron identificados en agosto pasado por el Equipo de Antropología Forense, 28 años después de su desaparición, entre varios cuerpos que el agua devolvió a una población de la Costa Atlántica argentina, y que habían sido arrojados al mar por los militares en los temibles vuelos de la muerte.

Ahuad, al igual que las madres Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco, fueron entregadas por el ex capitán de marina Alfredo Astiz (infiltrado en un grupo de familiares de desaparecidos), junto con la monja francesa Alice Domon, compañera de congregación de Duquet, y otras personas, la noche del 8 de diciembre de 1977 en la iglesia de Santa Cruz, en momentos en que preparaban una carta pagada para exigir a la Junta Militar la aparición con vida de los desaparecidos.

Luego en distintos operativos fueron secuestradas entre ese día y el 10 de diciembre Azucena Villaflor, a quien se considera la madre fundadora de Plaza de Mayo, y Léonie Duquet, quien fue sacada de una parroquia bajo el engaño de que Alice la necesitaba, para llevarla junto al resto de las víctimas a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Aún no se han encontrado los restos de Domon.

A finales de diciembre de 1977, varios cadáveres aparecieron en las costas del sur de la Provincia de Buenos Aires y fueron enterrados como NN en la población de General Lavalle. Finalmente este año recién pudieron ser identificados los restos de las tres madres y luego Duquet y Ahuad.

En la iglesia de Santa Cruz, en el barrio de San Cristóbal, también fueron inhumadas, el 24 de julio pasado, las tres madres de Plaza de Mayo, en un acto, como el de hoy, teñido de intensa emoción y donde otra vez se escuchó la palabra "milagro" para ese regreso que permitió mostrar en todo su horror, el terrorismo de Estado aplicado por aquella dictadura.

"Ahora que acabó el terror hay que gritar a los cuatro vientos la verdad", dijo la monja francesa Yvonne Pierron, compañera de Duquet y Domon, y que sobrevivió a aquellos días.

Llantos y aplausos se escucharon en la misa celebrada por el sacerdote Carlos Sarasini, y la emoción subió de tono cuando Pierron dijo, señalando a las urnas que guardaban los restos de las víctimas, "esta es la prueba irrefutable del martirio vivido por estas dos mujeres, la verdad no se puede ocultar".

Ceremonia en París

Organizaciones de derechos humanos en Francia despidieron también a la religiosa en una ceremonia simultánea desde la iglesia Española de París.

La procesión para enterrar los restos de Duquet fue encabezada por sus sobrinas -también religiosas- Genvieve y Noelle Bellepoid, quienes arrojaron tierra de la ciudad francesa de Charquemont, donde nació la monja, en la tumba de la iglesia de Santa Cruz que fue cubierta de rosas rojas.

"Aquí son los oprimidos quienes reaccionan y quieren liberarse. No podemos quedar insensibles. Por esto tenemos que comprometernos con ese pueblo. Callarse hoy sería cobarde, sería la muerte", dice la lápida colocada en la tumba de Duquet.

También allí fue plantado un arbusto del Colegio Sagrado Corazón, de la ciudad bonaerense de Castelar, donde Duquet ejerció una labor social en favor de los pobres y oprimidos.

Pierron, Duquet y Alice Domon integraban la congregación Misioneras Extranjeras, que desde la iglesia Santa Cruz colaboraba con las Madres de Plaza de Mayo.

Mientras el general Albano Harguindeguy, ministro del Interior de la dictadura militar, aseguraba que las monjas Leonie Duquet y Alice Domon se habían ido a México "para ejercer la prostitución", ellas estaban sufriendo inenarrables torturas en la Esma y como el resto de aquel grupo, fueron arrojadas aún vivas al mar, como lo confirmó el Equipo Argentino de Antropología Forense. Duquet tenía 61 años cuando la llevaron a la Esma donde se encontró a su compañera Alice Domon.

Ambas monjas fueron torturadas y las dos fotografiadas con una leyenda que decía "Montoneros" en una pancarta colocada detrás de ellas, en un vano intento para justificar "un operativo antiterrorista".

Entre los testimonios sobre su paso por la Esma algunas sobrevivientes contaron que vieron a Duquet sentada y encapuchada cuando la traían de la tortura. Un sobreviviente de la Esma, Horacio Maggio, en un relato que consta en el libro Nunca más, refirió que "las hermanas estaban muy golpeadas y débiles, ya que para llevar al baño a la hermana Alice tenían que sostenerla dos guardias... Le pregunté (a Domon) si la habían torturado y me contestó afirmativamente. La habían atado a una cama totalmente desnuda y le habían aplicado la picana por todo el cuerpo", dijo Maggio.

Otro sobreviviente dijo ante la justicia en 1985 que las monjas "estaban desorientadas, no entendían dónde estaban pero se portaron con gran valentía. Fueron torturadas con la picana eléctrica y un guardia les recomendó no beber agua... Domon tenía la cara destrozada a golpes, un ojo cerrado y la monja mayor (Duquet) estaba aterrorizada pero recordaba que era domingo, el día del Señor y que había que orar".

En tanto, diversas organizaciones humanitarias repudiaron en estas horas la decisión del juez de San Martín, Alberto Suares Araujo, quien negó a la Federación Juvenil Comunista (Fede) el carácter de querellante en la causa en la que se investiga el asesinato de Floreal Avellaneda, un niño de 14 años secuestrado, torturado, y arrojado al mar "empalado", como fue encontrado su cadáver, el primero que apareció en las costas de Uruguay durante la pasada dictadura.

El niño "fue asesinado por negarse a denunciar a sus compañeros de la Fede", como sostuvo la madre. Este fue un caso paradigmático que llegó al Juicio a los Comandantes "y todavía hoy nos sobrecoge de horror: un adolescente de 14 años al momento de la captura y de 15 cuando su cadáver, empalado y arrojado a las aguas del Río de la Plata, fue recogido en la orilla uruguaya e identificado", señalan los organismos que exigen justicia.

[Fuente: Por Stella Calloni, La Jornada, Mex, 26sep05]

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