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04sep24
«Hay una comunitarización para resolver el hambre»
Según el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA (ODSA-UCA) la pobreza alcanzó al 55,5% de la población y la indigencia al 17,5% en el primer trimestre de 2024. Esto se traduce en que 24,9 millones de personas residentes en áreas urbanas de nuestro país se encuentran en situaciones de pobreza.
Las cifras surgen a partir del análisis de los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC del primer trimestre de este año. El indicador de pobreza por ingresos, que es el más utilizado en América Latina, consiste en realizar un relevamiento de los ingresos y compararlos con la canasta básica alimentaria que le corresponde a ese hogar según la composición de cantidad de integrantes, género y edad.
En diálogo con ANCCOM, Roxana Mazzola, licenciada en Ciencia Política y especialista en políticas públicas, transparencia, cuidados e infancias en Argentina y América Latina hace más de 23 años, señala: "Las cifras reflejan mucho las políticas que se vienen implementando desde el gobierno nacional en el último tiempo con un enfoque más fiscalista, orientadas a un ordenamiento de las cuentas públicas en función de un ajuste sobre los salarios, las jubilaciones y los sectores más vulnerables sin importar las consecuencias sociales que esto tiene".
En la misma línea, Eduardo Donza, sociólogo e investigador del Programa Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, explica: "El gobierno actual decidió tomar medidas de políticas de shock para ordenar la macroeconomía. La devaluación de casi un 120% se transmitió fuertemente a los precios, como pasa generalmente en Argentina".
Los datos arrojados por la UCA se suman a los últimos números publicados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en relación a la actualización de las proyecciones de crecimiento económico para los países de la región. Publicado en mayo, el informe muestra que para este año se espera una proyección de caída económica de-3,1% para Argentina, que se posiciona como el país con mayor decrecimiento económico de toda la región latinoamericana por debajo de Haití, que tiene una proyección de -2,0%.
En este contexto de crisis económica, aceleración de la inflación y aumento de precios, la merma de salarios, jubilaciones y transferencias sociales no es una cuestión menor en el aumento de los niveles de pobreza e indigencia. Los ingresos de las familias no se actualizan a la misma velocidad que la inflación, en el caso de que se actualicen. Además, las transferencias del Estado, las pensiones contributivas y las no contributivas se actualizan cada tres o seis meses. Entonces, cuando hay sacudones muy grandes en relación al aumento de precios como hubo cuando asumió el gobierno de Milei, la población en situación de pobreza e indigencia aumenta.
En términos de desigualdad, no afecta a todos del mismo modo. Hay consecuencias muy grandes en términos de oportunidades de vida y a futuro en aquellos sectores de mayor informalidad laboral: niños, niñas y las madres de familia, las cuales en muchos casos son jefas de hogar, sobre todo en los sectores más vulnerables. "Se adopta un enfoque asistencialista, lo que genera que terminen siendo transferencias de ingresos sueltas, sin articularse con políticas de salud o educación a la par. Esto se produce porque la nación se corre del rol de nivelador de inequidades y deja de preocuparse por determinados tipos de políticas sociales, que pasan a estar a cargo de los gobiernos sub-nacionales, de las provincias y los municipios" señala Mazzola.
En este sentido, explica que estos desplazamientos producen una fuerte mercantilización de determinadas prestaciones, que las familias deben comprar en el sector privado si pueden. Y agrega: "Por otro lado se produce una comunitarización, es decir que las organizaciones sociales o los gobiernos locales tienen que ver cómo resolver el hambre en un barrio determinado, y al interior cada familia tiene que ver cómo lo resuelve también. Son procesos de fuerte individualización, que generan un proceso de ruptura del lazo social. Hay todo un sistema de bienestar que está en crisis".
En nuestro país el problema de la pobreza a nivel estructural persiste en la agenda pública hace más de veinte años. "En Argentina el nivel de incidencia de la pobreza en la población es muy elevado y nunca representa una cifra menor al 25%, en la que 1 de cada 4 argentinos estuvo en una situación de pobreza en los últimos veinte años", remarca Donza. Y agrega: "Mejoró mucho después de la crisis del 2001, hubo mejoras muy importantes hasta el año 2008-2009 y luego se estanca. Actualmente, hay un 25/26% de la población que constituye el núcleo duro de la pobreza".
Frente a este panorama desolador, tanto Mazzola como Donza concuerdan en que es sumamente necesaria la continuidad de las transferencias sociales articuladas con políticas públicas en materia de salud y educación para amortiguar el nivel de pobreza. "Las transferencias no contributivas del Estado (Asignación Universal por Hijo, Tarjeta Alimentar) son estrictamente necesarias. Sin ellos, estaríamos por arriba del 70% de pobreza" señala Donza.
"En un formato federal como el nuestro, todas las teorías del federalismo fiscal te demuestran que en programas de ingresos la nación nunca puede correrse de ese rol de sentar directrices y de transferir de modo diferente teniendo en cuenta esas heterogeneidades territoriales y desigualdades", explica Mazzola. Sin embargo, no constituyen la solución. Es necesaria la generación de empleo genuino para lograr mayor crecimiento económico, y el aumento de salarios y jubilaciones.
"Hace un tiempo largo que Argentina no crece, más allá del gobierno actual. En el último tiempo lo que se produjo es un proceso de agravamiento de la cuestión social. Si no tenés crecimiento económico, recomposición de salarios y jubilaciones y no hay actividad económica, las consecuencias son graves en términos sociales", señala Mazzola. Por su parte, Donza remarca: "Necesitamos políticas de Estado que apunten al aumento de la producción y empleo de calidad, y que sean consensuadas con los actores de la producción y el trabajo para dar un giro importante con respecto a la pobreza e indigencia. Hay que producir más no solo en volumen sino en una calidad y tipo de bienes que sean exportables para dar vuelta la balanza comercial".
No existen soluciones mágicas. Si los precios suben por ascensor y los salarios por escalera, es más que necesario generar consensos como país y estrategias de desarrollo que sean sustentables y sostenibles en el tiempo.
[Fuente: Por María Victoria Ruiz Maciel, Anccom, Facultad Socias de la UBA, Bs As, 04sep24]
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