Recordando a Dagmar Hagelin a 23 años de su secuestro
Por Jack Hammer
Cuando entrevisté a Ragnar Hagelin quedé impresionada por su caballerosidad y su dulzura, a pesar de los avatares de la busqueda de su hija Dagmar Ingrid. Las madres y las abuelas de Plaza de Mayo ya son conocidas internacionalmente mientras Ragnar es tal vez el padre de una desaparecida que más se ha destacado en la vida pública por su lucha incansable, a pesar del paso de los años, las distancias geográficas y los resultados magros.
Ni justicia ni misericordia en la vida politica real en Argentina?
No tenia y no tengo nada que temer: no cometí ni estoy cometiendo delito. Solamente sigo buscando a mi hija. Y ese no es un crimen dice el padre de Dagmar Ingrid Hagelin, quien tenia 17años recien cumplidos cuando integrantes de las Fuerzas Armadas la secuestraron de la casa de Norma Burgos. A Norma ya se la habían llevado la noche anterior, parece que Norma "andaba en algo" como se decía en esa época, o por lo menos era la esposa de un dirigente montonero. (1) La amistad de Dagmar y Norma se había acentuado, a pesar de la diferencia de edad, porque una hijita de la segunda había fallecido poco antes. Hagelin describe así Dagmar: Era una chica llena de vida y de ilusiones; no estababa lejos de la edad de las muñecas; ella creía en la vida, en el amor, en la magia de las cosas cotidianas.
Hagelin alude a la terrible incertidumbre que todavía lo acosa, como a otros familiares, cuando dice: Dagmar era (¿debo decir es?) que cometió el único delito de ser adolescente en una época en que a los jovenes se los mataba por las calles o se los secuestraba en las universidades, en las fábricas o en los bares.No me he sentido solo, relata Hagelin, porque comparto la lucha con otros familiares y con el Centro de Estudios Legales y Sociales. (CELS). Ha recibido el apoyo de periodistas, amigos, familiares, compañeros de trabajo en Argentina y en Suecia y en forma destacada del gobierno sueco.
Cuando el jueves 27 de Enero de 1977, Dagmar no regresó a almorzar, el padre y su segunda esposa se inquietaron porque en esa epoca en Argentina los tiroteos ocurrían a diario. Como luego llegaría a saber el padre de Dagmar, un grupo de la marina comandado por un hombre alto, rubio, atletico, ojos color celeste (2), esperó la aparición de una muchacha también rubia y de ojos claros, que según Burgos, iría a visitarla. Burgos se referia a Maria Berger, dirigente del grupo Montoneros de la zona oeste. Cuando Dagmar apareció, la encañonaron y ella intentó huir, pero el alto, rubio le disparó al grito de Parate, flaca, sino te tiro. Ella cayó sobre los ladrillos de la vereda, con la cabeza sangrando, de allí fue metida en el baúl de un taxi requisado al efecto. A partir de ese momento prácticamente se pierden las huellas de Dagmar.
Un militar amigo del padre lo acompañó y así supieron qué arma y qué unidad hizo el operativo. A Dagmar no la encontraron. El embajador sueco Kollberg y el país que representaba, tenía escasa experiencia en materia de ciudadanos suecos desaparecidos cuando Hagelin padre fue a pedirle ayuda al día siguiente. El otro sueco que no había dejado rastro, había sido Raoul Wallenberg, diplomático sueco que había salvado miles de judios y que desapareció cuando los rusos tomaron Budapest. El embajador sueco en Chile, H. Edelstam, años antes, aun a riesgo de su propia vida, rescató a una detenida que había sido raptada por la policía secreta de Pinochet de una clínica, a la que había sido trasladada desde la embajada, en donde se encontraba asilada. La policía lo golpeó hasta casi hacerlo perder la conciencia, pero él no soltó a su protegida. El escritor chileno Omar Saavedra Santis, radicado en Alemania, le preguntó a Edelstam qué lo había llevado a comportarse de manera tan decidida y tan poco diplomática: Yo como muchos, sólo conocía el fascismo por libros. Cuando lo ví actuar en Chile, me dí cuenta que era mi obligación luchar contra él.
Kollberg le otorgó a Dagmar amparo diplomático, envió notas y se entrevistó personalmente con miembros del gobierno argentino. El gobierno sueco no escatimó esfuerzos e hizo todo lo posible para ayudar en el caso Hagelin. A principios de Febrero de 1977 la Junta Militar compuesta por Videla, Agosti y Massera se autoconvocó en el edificio Libertad, para discutir el caso. Desde ese momento la vida y la libertad de mi hija fueron responsabilidad directa de los tres comandantes en jefe. Dado que habia sido una unidad de la Marina la que secuestro a mi hija, el principal responsable era el almirante Emilio Massera -dice Hagelin.
Karin Söder, la minista de Relaciones Exteriores sueca, le envió un telegrama a su colega argentino. (1977). Mas allá del usual lenguaje diplomatico decia: "...mi gobierno considera que ninguna nación que se autotitula civilizada puede concebir siquiera llevar a un animal herido en el baúl de un auto, y muchisimo menos a un ser humano que está baleado por la espalda. Que éste es un acto de barbarie y crueldad que no puede ser aceptado por los países que se consideren civilizados..."
A instancias del gobierno de Suecia, los Estados Unidos se sumaron (1977) a los esfuerzos de dar con Dagmar. Los militares contestaban que Dagmar estaba inserta en el accionar subversivo o que no sabían nada, a pesar que dos importantes funcionarios de Relaciones Exteriores (3) eran a su vez miembros de la Marina. Hagelin no había presentado hasta entonces recurso de habeas corpus, lo que llevó a las autoridades de Buenos Aires a expresar "la sospecha: "... si no va a la justicia será porque tiene algo que ocultar" Otro caso en que la victima y no el victimario tienen que justificarse. En realidad ningún abogado quería firmar el escrito porque se jugaba la vida, (algunos abogados ya habían sido asesinados) hasta que uno lo redacto y Hagelin mismo lo firmó y presentó al juzgado sin patrocinio legal.
En Marzo de 1977 desaparecía en Buenos Aires la socióloga alemana Elizabeth Käsemann. No entraré en detalles sobre el caso ya que ha sido tratado en otro lugar. (ILA N 225 Mayo 99 ). Sin embargo cabe recordar que el Ministerio de Relaciones Exteriores alemán no hizo nada por salvar la vida de Elizabeth, a pesar de la información que tenía. La embajada alemana en Buenos Aires se limitó a pedir informes al Miniterio de Relaciones Exteriores argentino acerca de dónde se encontraba Elizabeth y de qué se la acusaba, informando a Bonn que en Argentina no se la conocía. A pesar de la declaración testimonial que Elizabeth había sido vista, presa y torturada, Relaciones Exteriores en Bonn se negó a presentar un pedido de habeas corpus. El abogado alemán Tino Thun plantea que la embajada alemana tuvo la posibilidad de intermediar la compra de la libertad de Elizabeth o de adquirir información. Tanto se dilató el pase de la información a los padres que cuando ésta les llego, Elizabeth ya había sido asesinada. En aquel entonces un fiscal en Alemania se negó a iniciar juicio porque los culpables no serían extraditados. Aun así se los hubiera podido juzgar en ausencia como hizo Francia con Astiz. Actualmente el caso se ha reabierto.
En 1977 un grupo militar fue a buscar a Ragnar Hagelin a su domicilio de Buenos Aires, en momentos en que éste había partido a Estados Unidos. Si lo hubieran encontrado el padre hubiera sido un desaparecido más pues la publicidad que había alcanzado el caso de su hija no les convenía a los militares. El secretario de Estado de Estados Unidos, Cyrus Vance, se entrevistó con el Presidente Videla y le entregó listas con nombres de desaparecidos, que incluía a Dagmar. El Jefe de la Policía sueca, que a la vez era presidente de la Interpol, envió un telegrama a su colega argentino, ofreciendo ayuda para buscar a Dagmar. No se accedió a su pedido. El agregado naval sueco se reunio con su colega argentino, acreditado ante la Junta Interamericana de Defensa, (4) - continua Hagelin- y el argentino dijo: Si Dagmar fuera una de mis cinco hijos la daría por muerta. Lo cual se acercaba probablemente a la verdad o a una verdad que según Hagelin, se estaba preparando, como se organizó la muerte de la muchacha alemana Käsemann.
En 1979 una delegación argentina llegó a Suecia, encabezada por el secretario de Intereses Maritimos, para discutir problemas bilaterales. La Cancilleria sueca se opuso terminantemente a las conversaciones hasta tanto se le diera una solución al problema Hagelin. El embajador sueco en Roma despertó el interés del Papa quien envió mensajes a Videla y Harguindeguy intentado obtener información acerca del destino de Dagmar. Hagelin relata que las respuestas de los militares contenían las mismas mentiras que éstos habian dicho antes: que se estaba haciendo todos los esfuerzos posibles, que no sabían dónde estaba mi hija.Yo aun suponía que los militares argentinos asumirían la equivocación y resolverían esta injusticia. Con el tiempo, me di cuenta que estaba equivocado. No sólo no resolvían por si mismos, sino que tampoco eran vulnerables ni siquiera a las presiones internacionales que emanaban aun del mismísimo Papa. Como dijo alguien de la embajada argentina en Estocolmo refiriendose a la andanada periodística: ¿Qué le hace una mancha mas al tigre?" En Septiembre de 1979 a pesar de todo lo que Hagelin hizo por encontrar a su hija, se nego a reunirse con el ministro del Interior, Harguindeguy, convencido que nuevamente le mentiría.
En noviembre de 1979 tres mujeres, ex-detenidas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) describían publicamente el horror vivido. Una de ellas, Ana Maria Marti, relató que en el caso de Dagmar hubo gente que la vió, que estuvo con ella y otros hasta pudieron conversar....Tenía una herida en la cabeza que no era profunda pero que le había afectado determinados centros motrices. Otra liberada era Norma Burgos, la amiga en cuya casa habían secuestrado a Dagmar. Burgos le confirmó a Hagelin que Astiz era el que había secuestrado a Dagmar, que la había visto viva en la ESMA y que tenía consigo la blusa que Dagmar llevaba puesta el día del secuestro. De nada sirvió que con estos datos el primer ministro sueco le enviara una carta a Videla en que exigía la liberación de Dagmar. Este recien respondió en Abril del año siguiente con un reproche que expresaba su enojo porque el gobierno sueco...de crédito a las infamias de una guerrillera...
En Estocolmo se llegó a analizar si se retiraba el embajador de Buenos Aires. En 1980 con el fin de dilatar la busqueda aun más, los militares habían puesto como condición para continuar las negociaciones que Hagelin se radicara en Argentina y le ofrecieron un alto cargo en el gobierno con la expresa garantía del gobierno argentino por su vida, después de que se había exiliado en Suecia, la patria de sus antepasados. Hagelin volvió en 1980 a la Argentina sin aceptar el cargo. A raiz de amenazas de muerte Hagelin se fue con su familia nuevamente a Suecia en Junio de 1982.
Debido a las declaraciones del cabo de la Armada, Raul Vilariño a principios de 1984, Hagelin descubrió lo que habría sido un centro de recuperación con crematorio incluido en la ciudad de Mar del Plata, en el que aquel habría visto a Dagmar. Hagelin no logró confirmar esta información. En un arbol en la parte de atras encontré grabadas las letras D.H. En ese momento funcionaba allí una confiteria.
Vilariñno me dijo: A raiz de la equivocación que se había cometido con Dagmar, Chamorro dijo que era cuestión de no ser tan rapidos con el gatillo porque entonces se producían casos como este, en que un gobierno extranjero estaba metiendo sus narices en nuestros métodos de trabajo...En una visita que Hagelin realizó a Mar del Plata en ese año, le propusieron encontrarse con Alfredo Astiz. Ragnar se negó. Mi valentía pasa por lograr que el teniente de corbeta Alfredo Astiz se siente en el banquillo de los acusados. Y ahí sí voy a querer verlo, cara a cara.
Hagelin continúa el relato de su incansable búsqueda de justicia.
El 5 de diciembre de 1985 la Cámara Federal sentenció a las tres primeras Juntas de la dictadura a distintas penas. En ese masivo juicio, el caso de Dagmar fue uno de los casos pilotos más documentados y en función de ello, Videla y Massera recibieron reclusión perpetua y los otros miembros de las juntas, penas menores. El juicio individual de Dagmar estaba en pleno curso y en 1986 de acuerdo con la política del gobierno del presidente Alfonsín en materia de derechos humanos, la misma Cámara Federal que sentenció a las juntas el año anterior cerró el expediente argumentando que habían pasado 7 años y que, por lo tanto, el caso estaba prescripto.
Hay que aclarar que de acuerdo al código penal argentino de aquellos años la prescripción por secuestro era de 7 años. Si el secuestro estaba acompañado de muerte había que agregarle 5 años más; total 12 años y ese plazo fue el que nosotros invocamos y apelamos luego a la Corte porque Dagmar no había aparecido ni tampoco apareció después de ese infame fallo y hasta la fecha. Argumentamos que durante los años 1976 al 1983 no hubo justicia independiente y por lo tanto no se podían computar. Nos rechazaron todas las apelaciones porque había una decisión política de no hacer justicia y silenciar el genocidio. Hemos hecho notar con mis abogados, muchas veces, que de acuerdo al plazo de 7 años que aplicaron para cerrarlo, también existia, cuando sentenciaron un año antes a las Juntas.
La diferencia era que el juicio a las juntas lo promovió el Pte. Alfonsín a fin de que, salvaran a la inmensa mayoría de criminales genocidas y bajaran los decibeles de protesta a los familiares. La sentencia indicaba que era lamentable tener que reconocer que a Dagmar la secuestró el comando de Alfredo Astíz y que fue retenida en la Escuela de Mecánica de la Armada pero, por estar el caso prescripto (7 años) lo cerraron. Apelamos todas las veces que la ley nos lo permitió a la misma Cámara Federal y en queja a la Corte Suprema. La Cámara falló en contra y nos cerró el camino para apelar a la Corte. Ante ello lo hicimos igual y en queja. En mayo de 1989 la Corte Suprema confirmó el fallo de la Cámara, con los mismos leoninos argumentos. No hubo justicia porque políticamente no interesaba.
En este punto quiero hacer notar un importante detalle que fue publicado por los diarios con agudas críticas. La ley argentina decía que cualquier persona que apelara a la Corte Suprema en queja y perdiera, debía pagar las costas. Durante los años que habían transcurridos a ningún familiar de desaparecidos que habían perdido en esa instancia los habían condenado a pagar las costas. Una tarde llegó hasta mi casa un inspector de Justicia para intentar retirarme el televisor para cubrir ese pago. Yo ni sabía nada pues nadie me había conminado a hacer ese pago. Me negué y al día siguiente pagué. Cuando nos rechazaron por segunda vez la apelación debí volver a pagar. Ante tanta injusticia y la descarada política de leyes de punto final y de obediencia debida mi familia y yo, asqueados decidimos volver a vivir a Suecia donde estamos residiendo desde julio de 1989.
Entre años 1990 y 1996 continuamos los esfuerzos judiciales, extrajudiciales y también lo hicieron los gobiernos suecos, sin resultados. En junio de 1997 luego de arduas gestiones judiciales y políticas conseguimos que la Cámara Federal de la Capital, la misma que había sentenciado a las juntas y cerrado el juicio de Dagmar, nos reabriera el caso, al sólo efecto, (igual que a las monjas francesas, Walsh y otros pocos desaparecidos) de investigar el destino corrido pero no para castigar a los culpables. A partir de ese momento citaron a varios oficiales que habían sido salvados por las mencionadas leyes de amnistías encubiertas. Por ejemplo, en marzo de 1998 yo me enfrenté al criminal del ex almirante Massera y a comienzos de abril al genocida del Tigre Acosta. Ambos se negaron a responder, al igual que otros oficiales lo habían hecho anteriormentre, argumentando que ya era cosa juzgada y que de acuerdo a esas leyes no los podían obligar a declarar bajo juramento. A ambos los insulté de arriba a abajo sin que los jueces me hicieran callar como lo habían hecho con otros familiares. El gobierno sueco había destacado un diplomático sueco que, además, era abogado y que me acompañó a las audiencia, tomando notas.
El caso está abierto, esperando que la Cámara reactive los juicios y tome medidas conducentes a encontrar la verdad de los hechos. La Cámara de Casación de Argentina reabrió el caso individual de mi hija que fue cerrado en 1989 y le pidió a mi abogado los argumentos para seguir con el juicio. Aún estamos esperando una respuesta.. Resumiendo, tenemos dos casos abiertos; el original de Dagmar sobre el que la Cámara de Casación debe expedirse y el otro es el paquete de la ESMA en el que también está mi hija y es el que está abierto en la Cámara Federal. Siempre creí que la reapertura dictada por la Cámara de Casación, en la que los tres jueces que la integran son hijos de altos oficiales de las Fuerzas Armadas, fué una maniobra política de Menem para luego congelarlo y tener el argumento, frente a los reclamos de las autoridades suecas. Los hechos me están dando la razón pues ya pasó casi un año y medio desde que presentamos las quejas y aún no han dictado sentencia que, seguramente, si sale algún dia, será negativa para nosotros.
¿Cómo hace Hagelin, para no abandonar, para no cansarse, para no ceder? Y siempre contesté lo mismo: encuentro la fuerza en la esperanza; son las esperanzas las que me dan fuerza.
(1) Carlos Caride
(2) Alfredo Astiz, condenado en Francia por el asesinato de las monjas francesas, con condena pendiente porque Argentina no lo extradita
(3) Guzzetti y Allara (4) Vicealmirante Mendia
Extractos de la entrevista a Ragnar Hagelin en Septiembre de 1998 en Nürnberg, Diciembre de 1999 y de su libro: Mi hija Dagmar. Sudamericana-Planeta. Buenos Aires.1984. Auszüge aus meinen Interview mit Ragnar Hagelin im September 1998 in Nürnberg, Dezember 1999 und seinen Buch: Mi hija Dagmar (Meine Tochter Dagmar) Sudamericana-Planeta. Buenos Aires.1984
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