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31ene15


En la escena de la muerte de Nisman sólo fue hallado el ADN del fiscal


La fiscal penal de instrucción Viviana Fein estableció a través de peritajes científicos y "de modo categórico" que en la escena de la muerte del fiscal Alberto Nisman sólo hay ADN de una persona: la víctima. "El resultado de laboratorio químico practicado para el cotejo de ADN sobre el material, solicitado por la fiscalía y secuestrado en el curso del procedimiento realizado el 19 de enero, es lo siguiente: en remera, short, pistola, cargador, cartuchos y vainas se halló un mismo perfil genético que coincide con el perfil genético de la muestra referida como indubitable del occiso", explicó ayer un comunicado oficial de la fiscal, publicado en la página de Internet del Ministerio Público.

Ese nuevo elemento de prueba se alinea con todos los demás recolectados hasta ahora en la investigación y coincide en un mismo punto: hasta ahora, nada indica la presencia de una segunda persona en el departamento del decimotercer piso del edificio Le Parc Puerto Madero en el momento en que estalló el disparo que acabó con la vida de Nisman.

¿La ausencia de ADN de otra persona es una prueba definitiva y concluyente? Ciertamente, no. Se trata de un indicio muy fuerte, pero para cerrar como "suicidio" una investigación en la que la víctima es un fiscal que durante una década investigó a supuestos terroristas iraníes, no pueden quedar interrogantes sin responder. Y la propia fiscal Fein subrayó que "aún restan muchas medidas pendientes de producción".

Por lo pronto, la sangre hallada en el baño es de Nisman. Incluso una extraña mancha sobre la mesada del lavatorio y otra pequeña sobre un espejo situado sobre una pared, cuya ubicación no parece respetar las reglas de la física. Nisman cayó después del disparo, hacia adelante y en diagonal hacia la derecha. La mancha en cuestión fue detectada sobre el sector opuesto, en diagonal hacia la izquierda, sobre una superficie ubicada a poco menos de un metro de altura. Todo hace suponer que Nisman estaba sentado cuando estalló el disparo. Su cuerpo trabó parcialmente por dentro la puerta, a punto tal que la primera observación de su cuerpo yacente en el piso no se produjo por la apertura parcial sino por la hendija que quedó abierta por el lado de las bisagras. Los investigadores coinciden en que es virtualmente imposible que otra persona hubiera estado allí y hubiera podido salir armando la escena de la manera en que la encontró la madre de Nisman y uno de los custodios en la noche del domingo 18 de enero.

No había en el arma ni en los cartuchos ni en las vainas, ADN de su dueño, el singular empleado de la fiscalía Diego Lagomarsino. En la conferencia de prensa que ofreció junto a su abogado, Maximiliano Rusconi, Lagomarsino dijo haber llevado el arma envuelta en un "paño verde", pero también describió que había indicado a Nisman cómo cargarla e incluso repitió esa operación con el difunto fiscal. ¿Pudo Lagomarsino dar una clase práctica sin manipular la pistola? Y si la tocó, ¿por qué no aparece su impronta? ¿Acaso Nisman pudo haberla limpiado antes de suicidarse? De momento, no hay respuestas.

Entre las pruebas que faltan definir hay por lo menos dos que son cruciales para corroborar o descartar la hipótesis del suicidio, que hasta ahora se consolida como la más firme. La principal es la observación de los registros de las cámaras de seguridad. Sin embargo, difícilmente se pueda determinar quién ingresó y egresó efectivamente del departamento. "En principio las escaleras no cuentan con cámaras y las del ascensor de servicio no estarían en funcionamiento", deslizó la fiscalía en su comunicado. Ayer se completó la desgrabación de las cámaras de las tres torres del complejo y sólo en los próximos días serán analizadas. Los investigadores no buscarán una aguja en un pajar sino, en principio, a Lagomarsino. La otra medida significativa es la apertura de teléfonos, computadoras y otros dispositivos electrónicos. Ello todavía no se pudo realizar porque no fueron aún designados los peritos de parte de la querellante, la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado, ex pareja de Nisman y madre de sus dos hijas.

Aparece como prematuro y apresurado descartar cualquiera de las otras hipótesis de la muerte (el homicidio y el suicidio inducido) sin conocer el contenido de esos dispositivos. Si acaso Nisman hubiera recibido llamados telefónicos, mensajes de texto o de chat con intimidaciones, amenazas u otros elementos de presión, la investigación podría dar un giro. De momento, es sólo una conjetura, alentada por la propia Arroyo Salgado, quien reiteradamente ha dejado traslucir que sigue sin creer en la hipótesis del suicidio voluntario.

[Fuente: Tiempo Argentino, Bs As, 31ene15]

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